Del Número de los Pecados
Meditación 18 de San Alfonso María de Ligorio, Doctor de la Iglesia
San Alfonso María de Ligorio nos habla en su Meditación 18: "Del número de los pecados", acerca de esa posible y terrible realidad que el cristiano debe considerar para no verse condenado en el infierno por el siguiente pecado grave que cometa, burlándose de la misericordia de Dios que aunque infinitamente misericordioso no esperará al pecador toda la vida para su conversión. Dios tiene todo determinado para cada persona: años que ha de vivir, dones de salud y talento que ha de otorgarle, así como tiene contado el número de pecados que le ha de perdonar y completo ese número no le perdonará más. Lo afirman los grandes padres de la iglesia y místicos católicos, los cuales no hablaron sin fundamento sino basados en las divinas escrituras.
Jesús le dijo a la adúltera: "Yo tampoco te condeno, vete y no peques más". |
El pecador debe de temblar aún por los pecados que Dios le ha perdonado; porque si añade otro podrá ser que éste con aquellos completen el número y entonces no habrá más misericordia para él. El Señor sufre con paciencia a las naciones para castigarlas en el colmo de los pecados, cuando llegue el día del juicio. Dios espera con paciencia el día en que se colme el número de pecados que le ha de perdonar a tal nación, y después castiga. En las sagradas escrituras hay muchos ejemplos en los cuales Dios espera a que el número de pecados que ha de perdonar este completo y después no perdonará más, no hay más misericordia para esa individuo o nación cuando se colma la medida. Si es una nación cristiana se debe implorar siempre la misericordia divina de Dios y aceptar con resignación los justos designios que Dios haga para purificarla.
Dios entregó la nación de los Amorreos a sus enemigos cuando se completó el número de sus pecados. |
El Rey Baltazar de Babilonia fue juzgado por Dios al profanar los vasos sagrados del templo de Jerusalén y lo halló falto en sus buenas obras, esa misma noche murió. |
Dios siempre perdona los pecados si hay verdadero arrepentimiento, deseos de convertirse a Él y mudar de vida haciendo su santa voluntad. Pero aquél pecador que dice que esta joven, que debe de disfrutar de los placeres de este mundo mientras pueda, que después se arrepentirá y dejará todo, esta labrando su propia condenación en el infierno. Dios cuenta las culpas que ha de perdonar no los años; Dios no puede perdonar esa voluntad perversa de pecar, a mayor cantidad de pecados los demonios se apoderan del pecador y no lo dejan arrepentirse ni dejar la vida de vicio y placeres a los que se ha acostumbrado, la medida la colmará pronto y después Dios lo puede abandonar, que es lo peor, o lo puede castigar con la muerte antes de que sean demasiados pecados que lo hagan sufrir más en el infierno... aún así Dios muestra su misericordia y se apiada de ese miserable pecador empedernido. El número de pecados que Dios perdona es variable: uno, dos, cien o mil y depende de la misericordia que Dios muestre hacia cada pecador, a mayor misericordia mostrada por Dios mayor sera la pena en el infierno por no haberle respondido con la virtud. Tristemente, niños de 5 años, de 8 ó 12 años en el infierno. El pecador, que confiesa los pecados a un sacerdote y se arrepiente en el sacramento de la penitencia, corre un gran peligro de condenación al confesar siempre los mismos pecados y no dejarlos para siempre, es una burla que se le hace al Señor, Dios se burlara de él en la hora de su muerte.
El pecador no piensa dejar pronto su vida de pecado... Dios no puede perdonar esa voluntad perversa de pecar. |
El pecador que confiesa siempre los mismos pecados y no los abandona está en peligro de condenación eterna. |
Dios promete perdonar siempre al pecador que se arrepiente, pero no promete darle larga vida al pecador hasta que se arrepienta. Nos hacemos amigos de demonio por el pecado, cada pecado grave es una carga más para el pecador y la gracia de Dios no fluye sobre él para ayudarle a vencer el pecado. Posiblemente, para cualquier pecador, el siguiente pecado será el que lo lleve a la condenación eterna si muere repentinamente, por un deleite brutal, por no privarse de pecar una vez más, por no pedir la ayuda de Cristo y de su santísima Madre la Virgen María.
Ellos prefirieron alimentar su amor culpable... hasta que Dios les envió la muerte repentina. |
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