MES DE JUNIO DEDICADO AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
ACTO
DE CONTRICIÓN
¡Dulcísimo
Corazón de Jesús, que en este Divino Sacramento estás vivo e
inflamado de amor por nosotros! Aquí nos tienes en vuestra
presencia, pidiendo perdón de nuestras culpas e implorando vuestra
misericordia. Nos pesa, ¡oh buen Jesús!, haberte ofendido, por ser
Vos tan bueno que no mereces tal ingratitud. Concédenos luz y gracia
para meditar tus virtudes y formar según ellas nuestro pobre
corazón. Amén.
DÍA
23: PIDAMOS AL SAGRADO CORAZÓN, POR LOS INCRÉDULOS Y LOS MALOS
CRISTIANOS
I.
Hay hermanos nuestros creados como nosotros por Dios, redimidos como
nosotros por la Sangre Divina, destinados como nosotros para el reino
eterno, y que sin embargo se obstinan en cerrar sus ojos a la luz de
la verdad y permanecer apartados de la fe, en ciego y voluntario
paganismo. Estos son los incrédulos. ¡Cuántos de esos gentiles hay
en medio de nuestra sociedad cristiana! ¡Cuántos de nuestros amigos
y conocidos, y quizás parientes, no tienen de Dios y de su ley y de
sus misterios mayor conocimiento que el que tiene un pobre salvaje,
para quien es absolutamente desconocida la cruz! Roguemos, pues, hoy
al Sagrado Corazón de Jesús por este doloroso estado de tantas
almas.
¡Oh
Jesús, Señor Nuestro! ¿Cómo puede ser que veinte siglos después
de tu venida haya aún quien no te conozca? Abre, Señor, los ojos a
los ciegos del alma, Tú que a tantos iluminaste los del cuerpo en tu
vida mortal; te diremos como aquel ciego del Evangelio: “Señor,
¡que vean!” Que vean, que sientan, que gocen de la verdad de tu
ley, de la ternura de tu amor, de la eficacia de tus Sacramentos! Que
te conozcan ¡oh buen Jesús! estas pobres almas, a quienes tiene
engañada la idea de que pueden salvarse con sólo vivir una honradez
mundana, siendo que Tú no reconocerás este modo de vivir como digno
de Cielo en tu juicio. Rasga, Señor, las densas tinieblas en que
están envueltos tantos hermanos nuestros, y que les impiden ver el
espantoso abismo de la eternidad que tienen abierto a sus pies.
¡Misericordia por ellos, piadosísimo Jesús! Acepta por ellos,
Sagrado Corazón, los humildes ruegos de nuestro rendido corazón.
Medítese
unos minutos.
II.
Además de los incrédulos están los malos cristianos; es decir,
aquellos que creen de verdad, pero no practican; tienen fe -y no
quieren dejar de ser llamados católicos-, pero tienen malas
costumbres y cometen criminales acciones. ¿Qué les valdrá a ellos
su creencia, si no procuran tener una conducta coherente con ella?
Sólo les valdrá de mayor responsabilidad en el tribunal de Dios.
Te
pedimos también, Sacratísimo Corazón de Jesús, por esos malos
cristianos cuya vida culpable y viciosa deshonra tu ley y da ocasión
a que se burlen de ella tus enemigos, al paso que es mortal escándalo
para los incautos. ¡Oh indigna ingratitud! Creen en Ti, Señor, pero
no te sirven; admiten tu ley, pero la pisotean y afrentan; temen el
infierno, pero nada hacen por no caer en él.
¡Señor!
¡Despierta con el clamor de tus palabras de advertencia a los que
están dormidos! ¡Limpia de las manchas de sus malas acciones a los
que tienen la lepra en el alma! ¡Toca con tu inspiración a aquellos
que como Lázaros ya huelen mal por la podredumbre de sus vicios!
Haz
brillar tu poder y tu misericordia sobre todos nosotros, para lograr
ser lumbreras de santidad y ornamentos de la Iglesia.
¡Sagrado
Corazón de Jesús! Por los incrédulos, por los endurecidos
pecadores, te pedimos hoy luz, gracia y perdón.
Medítese,
y pídase la gracia particular.
ORACIÓN
Y ACTO DE CONSAGRACIÓN
Rendido
a tus pies, ¡oh Jesús mío!, considerando las inefables muestras de
amor que me has dado y las sublimes lecciones que me enseña de
continuo tu adorabilísimo Corazón, te pido humildemente la gracia
de conocerte, amarte y servirte como fiel discípulo tuyo, para
hacerme digno de las gracias y bendiciones que generoso concedes a
los que de veras te conocen, aman y sirven.
¡Mira
que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Ti como el
mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! Mira que soy muy
ignorante, oh soberano Maestro, y necesito de tus divinas enseñanzas,
para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mira que soy muy frágil, oh
poderosísimo amparo de los débiles, y caigo a cada paso, y necesito
apoyarme en Ti para no desfallecer! Sé todo para mí, Sagrado
Corazón: socorro de mi miseria, luz de mis ojos, báculo de mis
pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Ti lo
espera todo mi pobre corazón. Tú lo alentaste y convidaste cuando
con tan tiernas palabras, dijiste repetidas veces en tu Evangelio:
Venid a Mí,... Aprended de Mí... Pedid, llamad... A las puertas de
tu Corazón vengo pues hoy, y llamo, y pido, y espero. Del mío te
hago, oh Señor, firme, formal y decidida entrega. Tómalo, y dame en
cambio lo que sabes me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la
eternidad. Amén.
Aquí
se rezará tres veces el Padre Nuestro, Ave María y Gloria, en
recuerdo de las tres insignias, cruz, corona y herida de la lanza,
con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María
Alacoque.
Para
ver el video de la Devoción al Sagrado Corazón, Junio
23: "Pidamos al Sagrado Corazón por los Incrédulos y los
Malos Cristianos", dar clic en la siguiente imagen:
VIDEO:
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