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martes, 25 de julio de 2017

"La acción de los espíritus sobre los cuerpos". Rev. Padre Dom Bernard-Marie Maréchaux



EL MODO DE ACCIÓN DE LOS ESPÍRITUS



La acción de los espíritus sobre los cuerpos




Reverendo Padre Dom Bernard-Marie Maréchaux




Mostramos cómo los ángeles tienen un papel necesario en el gobierno general del mundo. Dios creó los seres, dispuso las fuerzas, esparciendo las semillas; los ángeles ponen en juego las fuerzas, vivifican las semillas, y, entre el antagonismo de los elementos, entre la lucha por la existencia, conservan las especies, mantienen el equilibrio del mundo.

Estudiemos más detenidamente su acción sobre los cuerpos: ¿de cuál naturaleza es?

El alma humana es el menor de los seres espirituales; esa es la razón por la que está comprometida a un cuerpo que vivifica y que mueve. Su energía vital y motriz se desarrolla toda en ese cuerpo al que está unida. El sentido común nos obliga a admitir como un principio fisiológico que no puede actuar a distancia sobre los cuerpos extraños. Del mismo modo que sus informes se establecen con los objetos externos por medio de los sentidos, de igual forma su acción se produce fuera sólo por medio del cuerpo que le sirve de instrumento. Esto es lo que prueba la unidad del ser humano. El alma no actúa sola; actúa en el cuerpo y por el cuerpo; o más bien es el hombre, compuesto de cuerpo y de alma, que actúa, y que actúa humanamente.

Queremos hoy establecer, según ciertas experiencias, la acción del alma a distancia. Es una tesis a la vez contra la razón y contra el experimento. El alma jamás pudo, por el simple esfuerzo de su voluntad, transportar un objeto de un lugar a otro. Si fenómeno igual se produce, hay que ver allí la intervención de una causa que no es humana. ¿Si el alma tiene el poder de actuar a distancia, por qué no usa ese poder cada vez que quiere?



Tiene el poder, pero no puede usarlo



Pero, dejemos esta cuestión que nos llevaría demasiado lejos; si hacemos hincapié en el alma humana, es para tener un punto de comparación que destaque mejor el modo de acción de los ángeles sobre los cuerpos.

El alma humana es un espíritu unido a un cuerpo, y cuya virtud se limita a vivificar y a mover ese cuerpo; el ángel es un espíritu independiente y libre de toda mezcla material: su actividad como consecuencia no es atada ni a un cuerpo ni a un punto del espacio, se ejercita libremente sobre una superficie variable y más o menos extendida.



Alma humana y Ángel




El alma está únicamente en contacto con su cuerpo; el ángel puede ponerse en contacto con una serie sucesiva de objetos, o incluso simultáneamente con varios objetos colocados en su esfera de acción.

La energía del alma, restringida por si misma, es agotada en cierto modo por el acto sustancial de informar y de vivificar el cuerpo. La energía del ángel, más grande sin comparación, no siendo empleada en esta función vital, se despliega toda en fuerza impulsora de incalculable potencia.

Esta fuerza impulsora, dependiendo del grado de elevación del ángel que la posee, se extiende a un número más o menos grande de objetos, abraza una esfera más o menos amplia. Así, un ángel de orden superior abrazará la tierra entera en su radio de actividad; otro alcanzará sólo una serie determinada de objetos. Así es como un faro, cuyo foco es más potente, extiende su luz en una circunferencia mayor.

Es por la aplicación de su potencia de iluminación e impulsora que los ángeles están ligados a tal o tal lugar. No es su esencia espiritual que está localizada, es su actividad. No están incluidos en el lugar donde actúan; lo contienen más bien y lo envuelven con su influencia y con su brillo (San Tomás).



Cuida la ciudad aunque no esté dentro de ella



 
La prueba de que no están sujetos a un lugar como lo son los objetos materiales, es que pueden llevar su acción de un punto a otro sin pasar por los lugares intermedios. No pueden, es verdadero, alcanzar al mismo instante varios lugares distintos, en una palabra multiplicarse; pero pueden cambiar de lugar instantáneamente. Y así el tiempo no es para ellos como para nosotros la duración del movimiento, sino la sucesión de entornos en los que despliegan su actividad.

Muy interesante es la doctrina de san Tomás estableciendo que dos seres espirituales cualquiera no pueden simultáneamente aplicar su energía en el mismo lugar determinado. Esto nos muestra que la toma de posesión de un lugar por un espíritu es algo completo y absoluto; al pie de la letra lo ocupa, lo circunscribe y lo cumple. Ángel o demonio, el sitio es bien guardado.

Continuemos la comparación con el alma humana. La voluntad del hombre actúa exteriormente por ese instrumento que es la mano. El ángel no tiene miembros que sean sus instrumentos obligados; actúa por la simple aplicación de su voluntad sobre un objeto. Así un ángel quiere, siguiendo la expresión del Salvador, transportar una montaña, detener la tierra sobre su eje; por la fuerza de su voluntad, lo haría.

Es infantil discutir que un cuerpo solo puede influir sobre un cuerpo. La virtud espiritual de los ángeles se ejerce sobre los objetos materiales, debido a la superioridad de su naturaleza; toman probablemente por instrumento, así como lo dijimos, los fluidos imponderables en los cuales son bañados todos los cuerpos. Los ángeles no hacen nada sin motivos; podrían, de ser necesario, alterar con extrema facilidad los mares y los continentes; les basta con mantener toda cosa en su sitio y en su órbita.

La acción de los espíritus sobre los cuerpos nos hace hablar de apariciones de los ángeles bajo forma humana, tan frecuentes en el Antiguo Testamento. Eran la mayoría de las veces pasajeras; a veces sin embargo; así como lo muestra la historia de Tobías, se prolongaban bastante para que el ángel, conversando en medio de los hombres, diera a todos la ilusión de un personaje realmente humano. 



Tobías y su familia con un ángel con aspecto de hombre

 

Para aparecer así, los ángeles se formaban cuerpos, los adaptaban como un vestido, se servían de ellos como de un instrumento, pero no contraían con ellos una unión sustancial como es la unión de nuestra alma con su cuerpo. Simplemente eran pues los motores de esos cuerpos de préstamo; no ejercían propiamente en ellos función vital; una vez cumplida su misión, los cambiaban en los elementos materiales de los cuales los habían sacado. Tal es la enseñanza de la teología sobre estas conmovedoras epifanías de espíritus celestes.


Para ver el video: "La acción de los espíritus sobre los cuerpos", del libro: "Ángeles y demonios", del Reverendo Padre Dom Bernard-Marie Maréchaux dar clic en la siguiente figura:

 

 VIDEO:




BIBLIOGRAFÍA:


R. P. Dom Bernard-Marie Maréchaux, Ángels et Demons, Avec approbation des Supérieurs de la Congrégation olivétaine

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