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sábado, 14 de septiembre de 2019

"Es necesario renacer en el Espíritu para poseer la vida eterna". Cuadernos 1943, 8 de junio. María Valtorta.

"ES NECESARIO RENACER EN EL ESPÍRITU PARA POSEER LA VIDA ETERNA"

Cuadernos 1943 
8 de Junio

Mística italiana María Valtorta


8 de junio
Pero oída el 7


    Dice Jesús:

    "Sin el Padre Yo no habría existido, pero sin el Espíritu Yo no habría venido. Porque ha sido el Amor del Padre el que me ha mandado. Y Nosotros estamos mucho más presentes y activos en un corazón cuanto más vivo está en él el amor. He aquí por ello la necesidad de poseer en vosotros el Amor, esto es el Espíritu Santo.


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    Yo lo he dicho que “es necesario renacer en el Espíritu para poder poseer la vida eterna”. El nacimiento de la carne de otra carne no os diferencia de los animales en otra cosa que en esto: que vosotros seréis juzgados por no haber querido renacer en el Espíritu. Los animales no son responsables de esto. Vosotros sí. Vosotros creyentes en mi Nombre, vosotros regenerados por el Bautismo, sí. ¿Por qué, entonces, no renacéis en el Espíritu? ¿Por qué matáis en vosotros el Amor?

    ¿Cómo puede ser comprendida mi doctrina si el Amor no está en vosotros? Yo os lo he dicho “que habríais comprendido cuando hubiese enviado al Consolador, el Espíritu de Verdad”. Ahora Yo os lo he mandado. He subido dispuesto sobre la Cruz para redimiros y para preparar el camino al Paráclito. He ascendido deseoso al Cielo, dejando a mi Madre, la Única en la que el Espíritu estaba como en el seno del Padre tan llena de gracia estaba Ella. Más bien estaba en Ella1 la “Gracia” misma. He ascendido dejando a los hombres a los que tanto había amado, hasta morir por ellos de muerte de cruz, para poder mandaros a Aquél a cuya luz todo se hace claro. Os lo continúo enviando, alimentando esta luz conmigo mismo, porque Yo estoy en el Padre y en el Espíritu y Ellos están en Mí.

    Y a Mí me tenéis, con mi Cuerpo, con mi Sangre, con mi Esencia, en la Eucaristía. Dios y Hermano vuestro. Pero vosotros vivís con la carne. Me tenéis a Mí, Luz del mundo, y una vez más, mejor dicho cada vez más, preferís las tinieblas a la luz. Parecéis pobres locos. En los tiempos de mi vivir entre Vosotros os habrían llamado “poseídos”, poseídos por un espíritu impuro que os doblega a perversiones extrañas, por las que amáis las tinieblas, las indignidades, las compañías impuras, mientras podríais vivir en la Luz y en la Verdad. Tenéis oído y no oís, tenéis vista y no veis. Poseéis el habla, pero la usáis para blasfemar o para mentir. Tenéis un corazón y no lo eleváis al Cielo sino que lo vendéis por bajos amores y bajos intereses.

    ¿Por qué vivís profanando y profanándoos? ¿Pero qué son para vosotros las palabras de Verdad y de Vida que os he dejado y que el Paráclito os ha explicado a la luz de la Caridad?

    De vez en cuando Yo intento otro milagro de amor y os llamo, hablándoos de mil modos. Venís, investigáis, os agitáis. Pero ¿cómo? Con una curiosidad científica. Vuestro espíritu no se despierta con el toque del Misterio que se revela una vez más y os muestra a Dios y su amor. ¡Pobres criaturas cegadas por vuestra ciencia humana!






    Una sola es la Ciencia necesaria. La mía. Y os la comunica el Espíritu de Verdad. A su luz todo cuanto existe se santifica, se purifica, se hace bueno. Si vuestro saber se origina en este Saber perfecto, vuestro saber humano da obras de utilidad verdadera. De otra manera no. Si la ciencia que poseéis es sólo ciencia humana, no es ciencia verdadera. Es profanación. Esta arranca los velos que envuelven las fuerzas cósmicas en un misterio en el cual Yo, que sé dosificar el bien y el mal que debéis conocer, las había envuelto.

    El dragón susurra: “Muerde, muerde, hombre, el fruto que te hará dios”. Y vosotros mordéis. No sabéis que coméis vuestra condenación. Os hacéis de una genialidad semidivina, es cierto, habéis arrancado muchos secretos al universo y habéis esclavizado las fuerzas de la naturaleza. Pero no teniendo como contrapeso el amor en vuestro saber, vuestro saber se ha convertido únicamente en poder destructor. Y Satanás silba su alegría porque en vuestros descubrimientos ve su signo que niega a Dios. Sólo su signo.





    Si pusierais el centésimo de aquello que ponéis en el mal para cumplir el bien, ya estaríais salvados. Pero seguir el Bien quiere decir ser puros, continentes, misericordiosos, honestos, justos y humildes. Y vosotros preferís en cambio ser obradores de iniquidad».

    <<No podéis conciliar el Reino de Dios con el reino de Satanás. No podéis satisfacer contemporáneamente la carne y el espíritu. Debéis elegir.

    Os he dado la inteligencia para que podáis elegir. Os he dado la luz para que podáis ver. Os he dado el amor para que os podáis guiar. Y os he dado la libertad porque de otra forma no hubiera tenido mérito vuestra existencia. Os habéis equivocado diez, cien, mil veces.

    Os he dado los Mandamientos para ayudaros, os he dado los Profetas para gritaros mi Voluntad. Os habéis equivocado cien, mil, diez mil veces.

    Os he dado a Mí mismo, dejando el seno de mi Padre para hablaros. Os he dado a Mí mismo, humillándome a Mí, Dios, a morir como un malhechor para lavaros el corazón y hacerlo capaz de acoger a Dios. Os he dado el Espíritu para que os fuera Maestro en el conocimiento de mí doctrina de caridad, pureza, bondad, humildad. Os habéis equivocado diez mil, un millón de veces.

    No se puede contar más el número de vuestros errores. Los acumuláis como una pirámide los unos sobre los otros. Hacéis una segunda Torre de Babel para montaros encima y deciros: “He aquí que somos semejantes a Dios y escalamos los cielos”. Satanás os ayuda y ríe. Sabe que la torre de vuestras culpas os caerá encima cuando creáis tocar los cielos y os precipitará en el infierno. Ya está cayendo y arrastrándoos. ¡Y no os paráis!

    ¡Oh! ¡paraos, paraos, hijos! ¡paraos, tesoros míos! Escuchad la voz del Padre, del Hermano, del Dios vuestro que os llama, que os llama tesoros incluso ahora porque estáis enjoyados con su Sangre. No sacudáis de vosotros esa Sangre con ira, blasfemándola. Levantad la frente enferma hacia el Cielo, que el rocío divino os lave. Porque estáis enfermos, pobres hijos míos, y no lo sabéis. Os habéis dejado besar por Satanás y su lepra está sobre vosotros y en vosotros. Pero mi amor, tan sólo mi amor, os puede curar.

    Venid, no rechacéis mi mano que trata de atraeros a Mí. ¿Creéis que Yo no os pueda perdonar? ¡Oh! Hubiera perdonado incluso a Judas si en lugar de huir hubiera venido bajo la cruz en la que moría y me hubiera dicho: “Perdón”. Hubiera sido mi primer redimido porque era el más culpable, y sobre él hubiera hecho llover la Sangre de mi Corazón, traspasado no tanto por la lanza como cuanto por la suya y por vuestras traiciones.

    Venid. Mis brazos están abiertos. Sobre la cruz me dolía tenerlos clavados solamente porque no hubiera podido apretarlos alrededor de vosotros y bendeciros. Pero ahora están libres para atraeros a mi Corazón. Mi boca tiene besos de perdón, mi corazón tiene tesoros de amor.

    Dejad las riquezas injustas y venid a Mí, verdadera Riqueza. Dejad las alegrías indignas y venid a Mí, verdadera Alegría. Dejad los falsos dioses y venid a Mí, verdadero Dios. ¡Cómo os sentiríais contentos con una alegría espiritual si os confiarais a Mí!

    Yo soy el Dios de la Paz. De Mí manan todas las gracias. Cada dolor se calma en Mí. Cada peso se hace ligero. Cada acto vuestro, realizado en mi Nombre, se reviste de mí Belleza. Yo os lo puedo dar todo si venís a mi Corazón, y no en manera humana, sino sobrehumana, eterna, inefablemente dulce. No os digo que no conoceréis más el dolor. Lo he conocido Yo que soy Dios. Pero os digo: el dolor se hará suave si lo sufrís sobre mi Corazón.





    Venid. Dejad lo que muere, lo que os perjudica, Aquello que os quiere mal. Venid a Quien os ama, a Quien es sabe dar las cosas que no dañan y no mueren. Ayudadme, con vuestra voluntad. La quiero para actuar. No porque la necesite, sino porque la necesitáis vosotros para merecer el Reino.






    Venid. Ayudadme a devolver el Infierno al infierno y a abriros el Cielo».





1 En Ella esta añadido por nosotros tratándose de una omisión señalada en el dictado del 11 de junio.


 
    Para ver el video, dar clic en la siguiente imagen:

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