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viernes, 6 de junio de 2014

Revelaciones Íntimas del Verbo Encarnado a la Religiosa Portavoz de Jesús

REVELACIONES ÍNTIMAS DEL VERBO ENCARNADO




Según el principio de su Pasión Interna en el Seno de María y según la prolongación mística de la Sagrada Eucaristía.



Revelación dada a la vidente La Religiosa Portavoz de Jesús,   por el mismo Señor Jesucristo en el año 1930 y 1931.

Mostraremos aquí, un extracto de la obra: "Revelaciones íntimas del Verbo Encarnado",  publicado por Las Mínimas Franciscanas del Perpetuo Socorro de María, el 29 de diciembre de 1966, bajo el amparo del decreto del 15 de noviembre de 1966 publicado en el Acta Apostolicae Sedis, del Papa Pablo VI.

Si deseas leer la obra completa puedes accesar el e-book en el siguiente enlace:


En el siguiente video esta contenido el extracto de la obra: "Revelaciones íntimas del Verbo Encarnado",  es lo mismo  escrito después del video:

VIDEO:



De La Religiosa Portavoz de Jesús, incluimos el presente Prefacio, algo sobre la vidente mexicana y la obra:

Estos apuntes los hago con el permiso de mi Director  Espiritual, iniciándolos el mes de septiembre de 1931. Se refieren a las altísimas revelaciones que desde diciembre del anterior (1930) se dignara hacerme mi Jesús, y que continuaron hasta el 25 de diciembre del siguiente; pero que, por incidentes que me quitaron el tiempo, los terminé de escribir el 27 de febrero de 1932.

Con fecha 13 de junio del mismo año de 1932 mi Padre Director en carta de conciencia me escribió al respecto lo siguiente: "Estoy leyendo la libreta que trata del 'Verbo' y voy anotando algunas cosas que están muy conformes con la enseñanzas de la Teología Sagrada. Los dolores del Corazón de Jesús en el seno purísimo de Nuestra Madre Inmaculada fue verdadera pasión física. La pasión mística se realiza actualmente en la sagrada eucaristía."

Firmo el presente, como prefacio, el 9 de octubre de 1935.

La pobre portavoz de Jesús.

 

 Introducción

El Verbo Eterno en el Seno del Padre antes de la caída del hombre y de la sublevación de Luzbel


Existía eternamente la Trinidad llenando los Cielos. Y el mundo (la tierra) no era todavía. Los ángeles gozaban plenamente de esa divina posesión que, por la fuerza atrayente  de sus encantos infinitos, eran vencidos sus albedríos; su estado de gracia era meritorio a los ojos de Dios.

No obstante, suspiraba el Eterno Ser, por unas criaturas que, fuera de la atmósfera de su divinidad y puestas en un mundo de múltiples encantos, y encerrados en carne material, le amasen a costa de fidelidad heroica en la intensidad y pureza de los ángeles.

E hizo Dios al hombre, con alma a su imagen, a fin de que a si mismo su esfuerzo descubriera aquel "Reino de los Cielos".

Y habiendo quedado satisfecho de su obra, puso en ella sus delicias, y decretó, desde la eternidad, que su Verbo se haría carne, para habitar con los hijos de los hombres.

Y aquí María Virgen (como virgen sería toda madre sobre la tierra) fue decretada en la mente del Eterno; como hija del Padre, Madre del Hijo, y Esposa del Espíritu Santo, el cual es centro y fuerza del poder creador.

Envidia de Luzbel

Y Luzbel (el ángel mayor del Cielo) se llenó de envidia y de un celo amargo, y se sublevó su soberbia al saber que era a los hombres y no a los ángeles a los que se dignificaba por el Unigénito en el amor difuso.

Porque no amo él el gozo de Dios, sino a sí mismo se amo con desordenado amor.

Pero Luzbel vagó por la Tierra, cuando esta fue creada por Dios para darla a la raza humana, y vino Luzbel en persecución contra el hombre para perderle con la ciencia perversa de su egoísmo infernal, para vengarse en él de su derrota, pretendiendo impedir la encarnación del Verbo, el hijo de Dios. Porque se decía: "No es posible que, corrompida toda carne,  quiera vestirse de ella el que es toda pureza."

Y Dios vio los pensamientos del diablo y, aunque un solo acto de su voluntad hubiera impedido sus acechanzas o, aunque El hubiese podido confirmar en gracia al hombre, o destruir el poder del maligno, y aniquilar así al enemigo, con todo, dejolo hacer...


Y el hombre pecó contra su Dios

¡Y llegó la hora de la expectación!

Y el maligno puso trabas al hombre... y la carne se corrompió, e hizo Dios repulsa de ella. Y el Verbo Eterno quedo constreñido en el seno del Padre y el Espíritu Santo no halló donde colocar sus alas. ¡Y la indignación de la justicia cayó sobre los hombres...!

Pero, a la vista de las llagas de la humanidad el Verbo se conmovió, y quiso satisfacer a la Justicia de su Amor, para dar Amor a la Justicia. Porque el Verbo Eterno, que suspiraba por su Encarnación, ahora se ofrece  a la Divina Justicia como víctima, y solo espera revestirse de carne humana para condensar en ella el Pecado y destruir el daño del diablo. Y así como en la mente del Eterno había sido concebida la pureza de la Virgen María, ahora como en un lirio embalsamado entre el erial del mundo,  es decretada su concepción inmaculada, sin mancha ninguna original, para ser digna Madre de Dios, el Unigénito del Padre, y Esposa del Espíritu Santo.

Gozo en el Cielo

¡Con este decreto los Cielos se llenaron de gozo! ¡Y el Padre Eterno quedó complacido!

¡Y el Hijo... el Verbo Divino..extasiado! ¡No hubo gozo igual al gozo de esta Segunda Persona de la santísima Trinidad!

Porque María se presentó ante la mirada Divina correspondiendo a las gracias de que el Creador la hacía predilecta entre todas las criaturas. Ella no hizo vana una sola gotita de esa gracia,  de la cual,  fue llena: Ave... gratia plena.

Confusión en los Infiernos

En cambio, en los abismos infernales  rugieron los espíritus malignos, porque no pudieron resistir siquiera la sola visión de la Concepción Inmaculada de María, apenas en la mente de Dios.

¡Un milagro más en favor de los hombres! ¡La Concepción Inmaculada de María para ser Madre del Verbo Divino: el Redentor!

¡Concebida sin pecado original! De la Concepción de María a la Encarnación del Verbo.

Solo hubo un paso de la Concepción de María a la Encarnación del verbo. Paso que fue para María... un acto de amor santificante y glorificante.

De entre el fango del mundo era solo María hasta entonces la criatura única que atraía las miradas de Dios. Ella era la única alma  a la cual el Espíritu Santo podía bañar de sus gracias y difundirle su amor.

Pero el Verbo Divino quería compartir con todos los hombres... con el mundo entero, con los hijos de los hombres, su porción predilecta, donde el había puesto su delicias, las llamas de amor que le devoraban. Quería encarnarse con ellos, venir a ellos y entre ellos vivir... Y... ¡vivir para siempre! ...


¡Cómo ama el Verbo a María!

Otro motivo que impelía su anhelo de encarnarse, para el  Verbo, era María.

Aquella belleza de alma le atraía... como un imán. Porque el Verbo Encarnado, más que amor angélico, quiere amor humano; porque somos los humanos su porción escogida...

Pero... ¡suena la hora! La hora preparada desde la eternidad.

"Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros."

Principio de la Pasión oculta del Verbo Encarnado en el seno de María

 (doctrina para las almas víctimas)

Desde el momento mismo de la Encarnación del Hijo de Dios en el seno de María comenzó la Pasión interna, física y real de Cristo. Porque la Pasión del Hijo de Dios, de la Víctima Divina, tuvo principio en su corazón, unido al corazón de María, la Corredentora.

Y del seno virginal de María, como de un Templo Santo o Tabernáculo Sagrado, comenzó a subir a los cielos el desagravio ante la Divina Justicia del Cordero de Dios que borra los pecados del mundo.

Y subía y subía el oloroso holocausto del seno de María hasta la presencia Divina, en aras del amor mas puro, alcanzando gracias y bendiciones para los hijos de los hombres, tesoro codiciado del Corazón Amantísimo de Nuestro Salvador. Y María era víctima con su Hijo, el cual, mientras moró en su seno, no pudo dar un solo latido de su Corazón a Dios, sin que fuese el Corazón de María el órgano físico y real que palpitaba al unísono con El.

¡A tal condición de dependencia filial quiso someterse el Redentor!

¡A tal martirio de compartimiento inaudito aceptó,  con su "fiat", esa Virgen Prudentísima! ¡Todo como un brote heroico de un heroico amor! ¡Por nosotros... ingratos...apáticos... indiferentes!

¡Oh Madre sacerdote y Víctima!

¡Yo te quiero amar en la medida  que Tú y tu Hijo nos aman!

Motivo de confusión para el Diablo

Y para el diablo, espíritu de tinieblas, fue encubierto este prodigio de redención. Porque para sus pobres ojos, cegados por la soberbia, era María, con su humildad,  como un reflector que le cegaba más y más a medida que escudriñaba lo que en ella sucedía desde el momento de la Encarnación del Verbo. Y así: no pudo ver en el seno de María, durante los nueve meses de su santa preñez, el fruto de sus entrañas virginales; pues el Espíritu Santo la cubría con su sombra divina bajo apariencias de pequeñez: ¡humildad!

Porque así el Emmanuel, suspirado por los profetas, pudo, desde el seno de María comenzar su martirio redentor, y suben sus méritos sin interrupción, y seguirán subiendo mediante la legión de almas que con Él y con María se ofrecen a la Justicia Divina para completar la Pasión de Cristo. Y, escondidas las almas en María, el diablo no podrá estorbar su victimado ante los ojos de Dios.

La Pasión del Verbo Encarnado: ¡el anhelo de nacer!

"Glorifícame, oh Padre, a mi que soy tu Unigénito...glorifícame como Primogénito entre todos los hombres para que esta gloria sea también de ellos."

Y así estén conmigo a tu diestra...mereciendo(por Mi) aquella gloria que el mundo no hubiese podido merecer después de su pecado, pero que la merecía cuando fueron creados los seres humanos en tu mente eterna, siendo objeto delicadísimo de tu amor... aquella gloria que perdieron por el pecado... por este pecado que Yo voy a vencer con Mi inmolación."

Así suspiraba el Verbo Encarnado en el seno de María oculto a todos y sólo presente ante el Trono Divino.

Tal debe ser la vida de las almas víctimas: ocultas a los ojos de todos y solo presentes ante los ojos de Dios.

Porque la virginidad que han perdido todas las madres sobre la tierra por el pecado, en María se ha reconquistado bajo la sombra del Espíritu Santo, esposo de María.

...Esa pasión que, desde aquél instante, aún no ha dejado de existir en el Corazón de Jesús, y que anhela coparticiparnosla a nosotros, y por lo cual pide almas a los pies de sus Sagrarios, almas eucarísticas, puras, que en el secreto se inmolen con Él y como Él. Allá, encerrado en el seno de María, y ahora en el Sagrario, es la misma Víctima, es la misma hostia en una misma  inmolación.


Cinco días escogió el Verbo Encarnado y oculto en el Seno de María para sus elegidos

 

Primer Día

Jesús, el Verbo hecho Carne, nos enseña  a amar la justicia Divina hasta al grado de ofrecernos, según su ejemplo, como víctimas para trocar esa justicia en amor. Pues, cuando el padre Celestial recibe amor que se entrega a su Justicia, como su Verbo Encarnado, El, Justo y bueno, que no se deja vencer en generosidad, convierte su Justicia en Amor, en perdón, y se da en hartura de misericordias, de bendiciones, porque así cumple la Justicia de su Amor.

Pues bien, sabiendo todo esto el Verbo Encarnado, aún en el seno de María, su Madre, desde el primer instante de su Encarnación, su primer pensamiento, su primer oficio fue un acto de amor perfectísimo...purísimo... un acto de adoración al Padre Celestial...¡AMOR!. 

Cinco días, los primeros cinco días, el Verbo Encarnado y encerrado en el seno de María consagró en favor de sus elegidos.


Segundo Día

del Verbo Encarnado en el Seno de María

Desde el alba de ese segundo día, hasta el alba del tercero, el Verbo se ofrece víctima de propiciación por los pecados del mundo para desagraviar la Justicia Divina de su padre Celestial.

Su acto de ofrecimiento va unido a un acto perfecto de dolor por las ofensas que ofrece reparar.

... quiso... y su querer fue un  Decreto desde ese instante, que toda alma que con Él se uniese en el ofrecimiento de víctimas de desagravio fuese custodiada en María, concediéndole, si la voluntad del alma no flaquea, la pureza invulnerable. No estarán libres de tentaciones...

Y ahí vio Él todos los pecados del mundo... y su martirio interior fue inaudito. En este segundo día de su existencia humana, según el tiempo, el Verbo Encarnado, oculto aún a la luz del mundo, teniendo solamente a María por particionera, fue herido en su corazón por la daga secreta de su Pasión interna, la cual continúa llevando en la Eucaristía. Recibió de un solo golpe los martirios que, durante sus nueve meses "no-nato" y sus treinta y tres años de vida mortal, recibió; y la prolongación en su Eucaristía que habría de soportar en el silencio de su Corazón Víctima.

Ayer fue el día del Amor por la Justicia, hoy es el día de la Justicia por el Amor.

Y María... ¿que hacia esa cándida paloma en la expectación de aquellos misterios santos que se obraban dentro de ella? El oficio de un sacerdote perfecto y el de una víctima también perfecta...

Tercer Día

del Verbo Encarnado en el Seno de María 

Entonces dirige a su Padre Celestial una oración, y pide para nosotros el Espíritu Santo.

El sabe que las Tres Divinas Personas forman un solo Dios. Y el Padre amorosísimo le concede esta gracia: durante su vida mortal podrá derramar su Divino Espíritu de Amor y de luz a aquellos sobre los cuales ponga su soplo Divino.

En la multitud de almas que ha visto pasar en el camino  de 33 años de peregrinación  sobre la tierra, ha visto tan pocas almas dispuestas a recibir su soplo... Por otra parte entre ellas ha visto una cuya sencillez ha atraído su amor: ¡ha visto a Pedo! A Pedro, Jefe que ha de ser de los apóstoles y piedra fundamental de su iglesia. Cierto, soplará sobre él, y aquél hombre recibirá el Espíritu Santo, ...

Y ora el Verbo desde el seno de María en este tercer día después de su Encarnación; ora por la infalibilidad de su Iglesia...

¡La infalibilidad del Vicario de Cristo! está decretada por los cielos desde este instante, porque la oración del Verbo Encarnado, ofrecido como víctima universal de desagravio y redención, ha hecho violencia al Padre Celestial.

¡La infalibilidad del Vicario de Cristo en la tierra es la asistencia visible del Hijo de Dios en su Iglesia! ¡Proclamar esta verdad es proclamar el reino de Cristo! ¡Confesarla es rendir culto de gratitud al Padre Celestial! Acatarla y venerarla es extender el reinado del Espíritu Santo, el cual tiene su principio en las almas por la fe y el auge de su operación en el Padre de las almas: el Papa, a quien, por  su infalibilidad, fue dado todo poder dentro de la Iglesia, y se conoce por la integridad de la doctrina, de la fe y costumbres primitivas de esta ¡entidad divina!

Cuarto Día

del Verbo Encarnado en el Seno de María 

 
 ¡Ah! este fue el día de esparcimiento de gracias: ¡El Padre ha dado  a su Verbo "todo poder sobre la tierra" para difundir su amor! Ese amor es el Espíritu Santo. Entonces entra el Verbo en las finezas y perfecciones de su Voluntad hacia todas las almas de todos los hombres y por todos los tiempos hasta el fin del mundo: que sea dada a todas las almas redimidas la gracia del Espíritu Santo.

Y María compartía esos goces:  esos anhelos e incendios de amor del Hijo de sus entrañas que, de pronto, culmina en el deseo de dar el soplo primero de su  Espíritu  Divino sobre el alma de su precursor, el cual oculto aún en el seno de Isabel, su madre, duerme esperando al Consolador...

Apenas la presencia de María es junto a la madre del Precursor y este salta de gozo al ver a su Señor. Porque el verbo derramó su Espíritu por boca de María en la primeras palabras de su salutación.

Y el seno de Santa Isabel se llenó de resplandores, porque el fruto de sus entrañas quedó santificado. Y al diablo le fue dado ver este espectáculo y creyó y temió fuese el Mesías el hijo de Isabel.

Pero no le fue dado conocer al Verbo en María, porque sus ojos no resistían traspasar a la que es "tota pulcra".

 Quinto Día

del Verbo Encarnado en el Seno de María


 ¿Qué le queda aún por hacer? ¿Qué va a inventar ahora  su amor?

Y el Verbo hunde su Corazón en los arcanos de su poder Divino:

"¡Oh Padre...! ¡Quiero quedarme con ellos hasta la consumación de los siglos! No me basta nacer una vez y una vez sufrir y morir... quiero perpetuar Mi oficio de Redentor y de Víctima con una continuidad actual y real."

Y en aquél momento concibió en su mente (humanamente) la institución de la Eucaristía.

 El Sacerdocio


Juntamente con la Eucaristía, en la mente y en el Corazón del Verbo Encarnado, ha nacido, con la misma simultaneidad, la institución sacerdotal. Porque nadie sino Cristo tiene poder para consagrar su cuerpo. Luego, es necesario que sean "ungidos" de Dios "otros Cristos", aquellos que en nombre y en memoria de Él consagren a la Víctima Divina.

Estos cinco actos, repartidos en los cinco primeros días después de su Encarnación, el verbo los consagró a María, su Madre, para instruirla en sus designios de redención y solicitarla como Corredentora...

Y María conservaba todas estas cosas en su Corazón... 

Ahora, ¿que hace el Verbo oculto en María, después que ha consumado la concepción de nuestro bien?

Nueve meses permanece silencioso, ofreciendo a su Padre Celestial su Pasión interna, la Pasión de su Corazón. Y María compartía con Él esa misma Pasión como Corredentora.

La Pasión interna del Corazón de Jesús

continuada de manera mística pero real en la Sagrada Eucaristía  

Aquel Corazón del Verbo Encarnado y oculto en María, todo hoguera de amor aún escondido en el Corazón maternal, era ya capaz de sufrir. Y sufría ahí... con esa intensidad propia de su amor que  anhelaba ofrecer a su Padre sacrificios reparadores en desagravio por la humanidad pecadora, y en propiciación por todos nosotros. Abismado en la visión (interior) de la ingratitud de los hombres, los que le causaban un dolor el maś cruel... eran aquellas miles y miles de almas que resistían la verdad de su divina palabra: ¡su doctrina santa!

... un esforzado apóstol de las multitudes que, durante 3 años consecutivos se daría por el bien de las almas, y sería combatido, perseguido, maltratado, hasta concluir muriendo oprobiosamente en una cruz, como una víctima...

Y este sacrificio perpetuarlo por los siglos en la Eucaristía, escondido completamente, convertido en un pedazo de pan. ¡El!... con su Cuerpo, con su Alma, con su Divinidad, con todo ese abismo de amor con que nos ha amado... hasta la eternidad... porque quiso seguir siendo la víctima pura, en el silencio y el anonadamiento, que, cargando sobre Sí nuestras miserias todas, pudiera estar incesantemente intercediendo por nosotros.

Todos estos dolores íntimos destrozaban  ya el Divino Corazón del Verbo Encarnado en María, compartiéndolos con ella solamente. Dolores para nosotros inconcebibles, incalculables, puesto que superan a nuestra capacidad. Propio solo de la capacidad del Hombre-Dios.

Otro objeto de dolor le era la frialdad de las almas buenas, las que captando su doctrina, las que no entregándose al pecado abiertamente, se adormecen sin embargo en una tibieza que congela la gracia. Para Él, la consecuencia de esas almas era una horrible soledad, y un motivo de mofa para el demonio, su enemigo.

Y aquellas otras que se acercarían a Él con magnánimo esfuerzo...y... luego cuando hubiesen merecido ser llenos de los tesoros de su pasión. Cuando Él pusiera su Cruz sobre aquellos hombros que con tanta generosidad había de ofrecércele...¡Oh crueldad!... sublevadas en un rasgo de diabólica intriga, le arrojarían al rostro la cruz, le volverían las espaldas y huyendo de Él, le dejarían herido desdeñosamente y traicionado...

En los nueve meses de aislamiento en el seno maternal el Verbo sufría solo. Todas las almas, objeto de su amor, aún no le conocían. Y sin embargo ya El mediaba por ellas, oraba, sufría y se entregaba al Padre Celestial con esa generosidad muy suya: "Padre... perdónalos porque no saben lo que hacen."

Las almas no son llenas de los dones divinos sólo porque  ellos se niegan a recibirlos,  porque se resisten a abrirse al efluvio de dones y gracias que El derramaría sobre ellas. No quieren darle cause al torrente de misericordias, no quieren entregarse a su amor. Y esta resistencia de las almas es la que causa en el Divino Corazón las agonías místicas de Jesús Ostia, que vive silencioso... esperando... encerrado en un copón o en el disco de una Custodia, como entonces vivía escondido y silencioso en el seno de María.

Les enseñará de manera especial para que sepan amar y entregarse a la divina justicia para que, sin temor, vayan formando una Legión de víctimas en desagravio por todo el mundo. Este es el deseo ardientísimo que consume el Corazón de Jesús en la Eucaristía, cuya Pasión comenzó el día de su Encarnación  en el seno de María Virgen, su Madre y Madre nuestra, corredentora del mundo, la primera mujer, la primera criatura a quien asocio a su Redención, y así presentará a las almas delante de su Padre Celestial.

¡Sea para gloria de Dios!



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