Excelentísima Encarnación del Verbo, Revelaciones de Santa Brígida de Suecia
Virgen de la Encarnación, Cholula. |
Libro
1
Palabras
de nuestro Señor Jesucristo a su elegida y muy querida esposa,
declarando su excelentísima encarnación, condenando la violación
profana y abuso de confianza de nuestra fe y bautismo, e invitando a
su querida esposa a que lo ame.
VIDEO:
Capítulo
1
Yo
soy el Creador del Cielo y de la tierra, uno en divinidad con el
Padre y el Espíritu Santo. Yo soy el que habló a los profetas y
patriarcas, y a quien ellos esperaban. Para cumplir sus deseos y de
acuerdo con mi promesa, tomé carne sin pecado ni concupiscencia,
entrando en el cuerpo de la Virgen, como el brillo del sol a través
de un clarísimo cristal. Igual que el sol no daña al cristal
entrando en él, tampoco se perdió la virginidad de mi Madre cuando
tomé la humana naturaleza. Tomé carne pero sin abandonar mi
divinidad.
No
fui menos Dios, todo lo gobernaba y abastecía con el Padre y el
Espíritu Santo, pese a que, con mi naturaleza humana, estuve en el
vientre de la Virgen. Igual que el resplandor nunca se separa del
fuego, tampoco mi divinidad se separó de mi humanidad, ni siquiera
en la muerte. Lo siguiente que deseé para mi cuerpo puro y sin
mancha fue ser herido desde la planta de mis pies hasta la coronilla
de mi cabeza, por los pecados de todos los hombres, y ser colgado en
la Cruz. Ahora mi cuerpo se ofrece cada día en el altar, para que
las personas puedan amarme más y recordar mis favores con más
frecuencia.
Ahora,
sin embargo, estoy totalmente olvidado, ignorado y despreciado, como
un rey desterrado de su reino en cuyo lugar ha sido elegido un
perverso ladrón al que se colma de honores. Yo quise que mi reino
estuviera dentro del ser humano, y por derecho yo debería ser Rey y
Señor de él, dado que Yo lo creé y lo redimí. Ahora, sin embargo,
él ha roto y profanado la fe que me prometió en el bautismo. Ha
violado y rechazado las leyes que establecí para él. Ama su propia
voluntad y despectivamente se niega a escucharme. Encima, exalta al
más malvado de los ladrones, el demonio, por encima de mí y en él
deposita
su fe.
El
demonio es realmente un ladrón porque, debido a sus perversas
tentaciones y falsas promesas, roba para sí mismo al alma humana que
Yo redimí con mi propia sangre. Y aunque se lleva a las almas, esto
no se debe a que él sea más poderoso que Yo, pues Yo soy tan
poderoso que puedo hacer todo mediante una sola palabra, y soy tan
justo que no cometería la más mínima injusticia, ni aunque me lo
pidieran todos los santos.
Sin
embargo, ya que el hombre, al que se ha dado libre albedrío,
desprecia voluntariamente mis mandamientos y consiente al demonio,
entonces es justo que también experimente la tiranía del demonio.
El demonio fue creado bueno, pero cayó debido a su perversa voluntad
y ha quedado como un verdugo para infligir su retribución a los
pecadores. Pese a que ahora soy tan menospreciado, aún soy tan
misericordioso que perdonaré los pecados de cualquiera que pida mi
misericordia y se humille a sí mismo, y lo liberaré del perverso
ladrón. Pero aplicaré mi justicia sobre aquellos que perseveren en
menospreciarme, y los que la oigan temblarán, mientras que los que
la experimenten dirán: ‘¡Ay de nosotros, que fuimos nacidos o
concebidos!. ¡Ay, que hemos provocado la ira del Señor de la
majestad!’.
Pero
tú, hija mía, a quien he elegido para mí y con quien hablo en el
Espíritu, ¡ámame con todo tu corazón, no como amas a tu hijo o a
tu hija o a tus padres sino más que cualquier cosa en el mundo!. Yo
te creé y no evité que ninguno de mis miembros sufriera por ti. Aún
amo tanto a tu alma que, si fuera posible, me dejaría ser de nuevo
clavado en la cruz antes que perderte. Imita mi humildad: Yo, que soy
el Rey de la gloria y de los ángeles, fui vestido de pobres harapos
y estuve desnudo en el pilar mientras mis oídos oían todo tipo de
insultos y burlas. Antepón mi voluntad a la tuya porque mi Madre, tu
Señora, desde el principio hasta el final, nunca quiso nada más que
lo que yo quise. Si haces esto, entonces tu corazón estará con el
mío y lo inflamaré con mi amor, de la misma forma que lo árido y
seco se inflama fácilmente ante el fuego.
Tu
alma estará llena de mí y Yo estaré en ti, todo lo temporal se
volverá amargo para ti, y el deseo carnal te será como el veneno.
Descansarás en mis divinos brazos, donde no hay deseo carnal sino
sólo gozo y deleite espiritual. Ahí, el alma, colmada tanto
interior como exteriormente, está llena de gozo, no pensando en nada
ni deseando nada más que el gozo que posee. Por ello, ámame sólo a
mí y tendrás todo lo que desees en abundancia. ¿No está escrito
que el aceite de la vida no faltará hasta el día en que el Señor
envíe lluvia sobre la tierra según las palabras del profeta?. Yo
soy el verdadero profeta. Si crees en mis palabras y las cumples, ni
el aceite, ni el gozo, ni la alegría te faltarán jamás en toda la
eternidad.
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