Y
EN LA VIDA ETERNA. AMEN.
Artículo
12º del Credo de los Apóstoles, explicado por San Tomás de Aquino,
Doctor de la Iglesia
El
alma santa recibirá la recompensa que Dios da a los justos que
cumplieron su preceptos, se unirá a Dios, tendrá una visión
perfecta de Dios, poseerá a Dios, descansará en Dios. Con Dios sus
deseos serán saciados, aún su gloria los excederá. Si se antojan
gozos ahí habrá el sumo y perfectísimo gozo, pondrá totalmente en
el Omnipotente sus delicias. Si apetece honores ahí habrá honores,
será contado entre los hijos de Dios. Si apetece ciencia ahí la
habrá perfectísima, toda verdad y cuanto quiera conocer le será
dada al justo, todo lo sabrá en Dios. Tendrá una seguridad
perfecta, sin tristeza, sin trabajo, sin temor; gozará de la
abundancia, sin temer mal alguno. Tendrá todos los bienes con los
bienaventurados, amará a cada uno como a sí mismo, gozará por el
bien del otro como si fuera suyo… además poseerá otras muchas
cosas inefables. Por el contrario, los malos, que estarán en la
muerte eterna no tendrán menos dolor y daño que los buenos gozo y
gloria.
A
continuación se muestra la explicación que el Doctor Angélico, San
Tomás de Aquino, da sobre el artículo 12º del Credo de los
Apóstoles:
Y
EN LA VIDA ETERNA. AMEN.
Conviene
que como término de todos nuestros deseos, esto es, la vida eterna,
se nos proponga ese final, en el Símbolo, a los creyentes, diciendo:
"Y en la vida eterna. Amén", Contra lo cual están los que
asientan que el alma muere con el cuerpo. Si esto fuese verdadero, el
hombre sería de la misma condición de los brutos. Les conviene a
aquéllos lo del Salmo 48, versículo 21: "El hombre, mientras
está en honor, no comprende; se le compara con las bestias
irracionales, y semejante es a ellas". En efecto el alma humana
se asemeja a Dios por la inmortalidad; pero por parte de la
sensualidad se asemeja a las bestias. Por lo tanto el que crea que el
alma muere con el cuerpo, se aparta de la semejanza con Dios y se
equipara a las bestias. Contra lo cual dice la Sabiduría, capítulo
2, versículos 22 al 23: "No esperan recompensa para la
justicia, ni creen en el premio de las almas santas. Porque Dios creó
al hombre inmortal, y le hizo a imagen de su misma naturaleza".
Lo
primero que se debe considerar en este artículo es qué clase de
vida sea la vida eterna. Acerca de esto debemos saber: a) que en la
vida eterna lo primero es que el hombre se une a Dios. Porque Dios es
el premio y el fin de todos nuestros trabajos: Sentencia 15,
versículo 1: "Yo soy tu protector, y tu premio será muy
grande".
Pues
bien, esa unión consiste en la visión perfecta: Primera Carta a los
Corintios, capítulo 13, versículo 12: "Ahora vemos como en un
espejo, y en enigma; pero entonces veremos a Dios cara a cara".
También
consiste en la suma alabanza. Dice San Agustín en La Ciudad de Dios,
capítulo 22: "Veremos, amaremos y alabaremos". E Isaías,
capítulo 51, versículo 3: "Regocijo y alegría se encontrarán
en ella, acción de gracias y voces de alabanza".
Consiste
también en la perfecta satisfacción del deseo. En efecto, allí
poseerá cada bienaventurado más de lo deseado y esperado.
No hay comparación entre la gloria terrena y la Gloria eterna |
Y
la razón de ello es que en esta vida nadie puede satisfacer su
deseo, ni jamás nada creado sacia el anhelo del hombre. Porque sólo
Dios lo sacia y lo excede de manera infinita, por lo cual el hombre
no descansa sino en Dios, como dice San Agustín en sus Confesiones
(libro 1): "Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón
está inquieto mientras no descanse en ti". Y como los santos
poseerán en la patria a Dios perfectamente, es claro que será
saciado el deseo de ellos, y aun su gloria lo excederá. Por lo cual
dice el Señor en San Mateo, capítulo 25, versículo 21: "Entra
en el gozo de tu Señor". Y San Agustín: "Todo el gozo no
cabrá en los gozosos, pero todos los gozosos entrarán en el gozo".
Salmo 16, versículo 15: "Me saciaré cuando aparezca vuestra
gloria". Y también el Salmo 102, versículo 5: "El que
harta de bienes tu deseo".
Cuanto
es deleitable se halla allí superabundantemente. En efecto, si se
antojan gozos, allí habrá el sumo y perfectísimo gozo, porque será
del sumo bien, esto es, de Dios: Job, capítulo 22, versículo 26:
"Pondrás entonces totalmente en el Omnipotente tus delicias".
Salmo 15, versículo 2: "A tu derecha delicias para siempre".
Además,
si se apetecen los honores, allí los habrá todos. Los hombres
desean principalmente ser reyes, los seglares, y obispos, los
clérigos. Y una y otra cosa serán allí: Apocalipsis, capítulo 5,
versículo 10: "Has hecho de nosotros reyes y sacerdotes para
nuestro Dios". Y Sabiduría, capítulo 5, versículo 5: "He
aquí que son contados entre los hijos de Dios".
Además,
si se apetece ciencia, allí la habrá perfectísima, porque todas
las naturalezas de las cosas y toda verdad, y cuanto queramos
conoceremos, y cuanto queramos poseer lo poseeremos allí con esa
vida eterna. Sabiduría, capítulo 7, versículo 2 : "Con ella
me vinieron a la vez todos los bienes". Proverbios, capítulo
10, versículo 24: "Al justo se le dará lo que desee".
En
tercer lugar (la vida eterna) consiste en una seguridad perfecta. En
efecto, en este mundo no hay seguridad perfecta, porque cuanto más
posee alguien y más sobresale, más cosas teme y de más cosas
carece; pero en la vida eterna no hay ni tristeza, ni trabajo, ni
temor. Proverbios, capítulo 1, versículo 33: "Gozará de la
abundancia, sin temer mal alguno".
En
cuarto lugar, consiste en la gozosa sociedad de todos los
bienaventurados, sociedad que será sumamente deleitable, porque cada
quien tendrá todos los bienes con todos los bienaventurados. Porque
amará a cada uno como a sí mismo, por lo cual gozará por el bien
del otro como de su propio bien. Lo cual hace que aumente tanto la
alegría y el gozo de cada uno cuanto es el gozo de todos. Salmo 86,
versículo 7: "Es un gran gozo para todos el habitar en ti".
En
efecto, aumenta la pena de ellos, en primer lugar por la separación
de Dios y de todos los buenos. Y esta pena es la de daño, que
corresponde a su aversión (a Dios), y tal pena es mayor que la pena
del sentido. Mateo, capítulo 25, versículo 30: "A ese siervo
inútil echadle a las tinieblas exteriores". En efecto, en esta
vida los malos viven en tinieblas interiores, las del pecado; pero
para entonces estarán también en tinieblas exteriores.
En
segundo lugar, por el remordimiento de la conciencia. Salmo 49,
versículo 21: "Te reprenderé y te pondré ante tu rostro".
Sabiduría, capítulo 5, versículo 3: "gimiendo con la angustia
en el alma". Y sin embargo, esos sufrimientos y gemidos serán
inútiles, porque no serán por odio al mal sino por el dolor del
castigo.
En
tercer lugar, por la inmensidad del castigo sensible, esto es, del
fuego del infierno, que torturará alma y cuerpo, el más terrible de
los castigos, como dicen los santos; y estarán como si siempre
murieran, y nunca muertos ni podrán morir, por lo cual se llama
muerte eterna, porque como el que muere se halla en la amargura del
sufrimiento, así también los que estén en el infierno. Salmo 48,
versículo 15: "Como ovejas son colocados en el infierno: la
muerte los devora".
En
cuarto lugar, por no tener esperanzas de salvación. En efecto, si se
les diera esperanza de la liberación de sus penas, se mitigaría su
castigo; pero como se les priva de toda esperanza, su castigo se
vuelve gravísimo. Isaías, capítulo 66, versículo 24: "Su
gusano no morirá, su fuego no se apagará".
De
esta manera es clara la diferencia entre bien y mal obrar, porque las
buenas obras conducen a la vida, y en cambio las malas arrastran a la
muerte. Por lo cual los hombres deberían hacer volver estas cosas a
la memoria con frecuencia, porque así serán excitados al bien y se
apartarán del mal. Por lo cual expresamente se dice al final de
todo: "En la vida eterna", para que siempre se grabe mejor
en nuestra memoria. Que a esa vida nos conduzca Nuestro Señor
Jesucristo, Dios bendito por los siglos de los siglos.
Amén.
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Para
ver el video de la Explicación de San Tomás de Aquino
del Artículo 12 del Credo de los Apóstoles: "Y en la Vida Eterna. Amen”, dar clic en la siguiente imagen:
VIDEO:
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