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martes, 29 de enero de 2019

El Oficio de los Santos Ángeles. R. P. Dom Bernard-Marie Marechaux

ÁNGELES Y DEMONIOS


LA ACCIÓN ANGÉLICA Y LA ACCIÓN DEMONÍACA



El Oficio de los Santos Ángeles


Reverendo Padre Don Bernard-Marie Marechaux
Bendición de la Congregación Olivetana



    Conviene examinar más detalladamente el oficio de los santos ángeles, sobre todo respecto a nuestra alma sobre la cual su influencia es constante y muy íntima. 






 

    Los santos Ángeles son los ministros y cooperadores de Dios. Como tales, son iniciados en los misterios divinos. Leen en el pensamiento divino, y saben las razones por lo menos generales que dirigen el gobierno de la Providencia; ven claramente cual es en este mundo el principal escollo para muchas almas porque Dios permite el mal, y cómo de tal herejía, de tal cisma, de tal apostasía, él tiene la intención de obtener la glorificación de Nuestro Señor y de su Iglesia. Concurren a la ejecución del plan divino con una energía maravillosa y completa serenidad.



El sueño de San José (Museo del Prado).jpg



    Independientemente de esta visión general de los misterios del orden de la gracia, conocen todavía muchas cosas particulares relativas a la misión que se les encarga cumplir, o en tal orden de hechos de los cuales tienen la mayordomía, superior o inmediata. Hablando de esta doble mayordomía, tenemos a la vista a los ángeles superiores y a los inferiores. No se debe creer que los ángeles superiores se reducen a captar los acontecimientos sólo bajo una visión de conjunto; ellos dirigen a sus inferiores, y éstos conocen las cosas, ya sea en su conjunto, o en su detalle, sólo por una revelación que les viene de los primeros.

    Establecidos estos principios, hay que admitir que los ángeles pueden ignorar muchas cosas, y que su ciencia, por extensa que sea, no puede ser comparada con la ciencia divina. No pueden penetrar el secreto de las almas; a menos que tengan una revelación excepcional, no saben con una absoluta certeza si tal o cual alma es en estado de gracia, y más aún si tal o cual criatura humana forma parte de los predestinados. Es doctrina de la Iglesia que solo Dios conoce el número de los elegidos: Deus, cui soli cognitus est electorum numerus. Más los ángeles no conocen, así como lo declaró Nuestro Señor, la hora del juicio: conocimiento por otra parte que depende del número de los elegidos, ya que la hora del juicio sonará cuando Dios habrá recogido al último de sus elegidos. Estas ignorancias se deben a la condición de la criatura, y no perjudican de ninguna manera a la perfección de la beatitud.




Peter Paul Rubens - The Last Judgement - WGA20225.jpg




    Para abrazar bajo un punto de vista completo la acción de los ángeles buenos, se trata de elevar su pensamiento hasta Dios, Padre de los espíritus, y hasta el Espíritu Santo, el inspirador de todos los espíritus buenos.
    Hay que considerar a los ángeles como formando alrededor del Espíritu Santo una atmósfera dentro de la cual vierte su rayo primordial y que pone en vibración. Estas ondas luminosas, estas vibraciones melodiosas se comunican poco a poco hasta este límite del mundo de los espíritus donde flotan las inteligencias humanas comprometidas a medias en las tinieblas de la materia. ¿Cómo estas luces y estas llamas se vierten de arriba a abajo de las jerarquías celestes? es lo que es difícil de comprender, todavía más difícil de explicar. Los santos doctores nos dicen que los ángeles superiores proporcionan a sus inferiores, dividiéndolo en cierto modo, el rayo que recibieron más sustancial y más comprensivo.

    Para penetrar en la inteligencia humana que ejerce su acción utilizando una imagen sensible, el rayo divino debe refractarse por decirlo así y modificarse. Esto es lo que san Denis expresa maravillosamente cuando enseña que el muy puro rayo de la verdad se reviste en nosotros de la variedad de los símbolos sagrados. No podemos soportar esta luz pura: la necesitamos templada y como colorida de tonos que descansan nuestros ojos demasiado débiles. 




 

    Ahora, vean aquí la acción de los santos ángeles: son ellos quienes, encargados de transmitirnos el rayo divino, lo revisten de símbolos y de imágenes para proponerlo a nuestra inteligencia. Escuchemos a san Bernardo explicadonos, en un lenguaje totalmente celestial, esta acción tan interior y tan sutil:

    " Te haremos pendientes de oro, esmaltados con plata. Así hablan a la Esposa de los Cantares los espíritus celestes. El oro se refiere al brillo de la divinidad, la sabiduría que viene de lo alto. Con este oro, los orfebres angélicos, a quienes corresponde este cuidado, hacen ciertas representaciones de la verdad, y se las trasmiten a los oídos internos del alma. Ellos componen, digo, ciertos símbolos espirituales, y en ellos presentan a las miradas del alma contemplativa las claridades muy puras de divina sabiduría, con el fin de que coja como en un espejo y en forma de enigma lo que todavía no puede contemplar intuitivamente.

    ¿Qué pasa, en efecto, cuando un rayo muy divino brilla rápidamente y como un relámpago en los ojos del espíritu transportado fuera de sí mismo? En seguida, y viniendo no sé de donde, ya sea para moderar este esplendor excesivo, o para facilitar la enseñanza del encuentro de la verdad, se presentan ciertas representaciones imaginativas extraídas de las cosas inferiores, muy ingeniosamente adaptadas a las claridades que Dios entrega al alma, y gracias a las cuales el rayo muy puro y muy brillante de la verdad se vuelve soportable a las miradas de la inteligencia y se adapta a la capacidad de aquellas a quienes queremos comunicarlo. En mi opinión, considero que estos símbolos e imágenes son formados en nosotros por las sugerencias de los santos ángeles, como en cambio no es dudoso que los ángeles tentadores nos lanzan o insinúan imaginaciones malas.

    " Y he aquí sin duda, añade el santo Doctor, la explicación de lo que san Pablo llama el espejo y el enigma, en la que el Apóstol contemplaba la verdad; son las imaginaciones puras y bellas fabricadas por las manos de los ángeles, de manera que no relacionamos con el influjo divino que brilla puramente y sin ninguna sombra de una Imagen sensible; y en cuanto a estas similitudes elegantes de las que el rayo se reviste, se los atribuimos al ministerio de los ángeles. "

    Es difícil ser más afirmativo. El rayo mismo viene de Dios; las similitudes con las que modera su brillantez provienen de los santos ángeles. Lo que es sustancial desciende del Padre de las luces; lo que es accidental y acomodado es añadido por los espíritus celestes. Su papel se parece al de los doctores que proporcionan la verdad a la capacidad de sus oyentes mediante comparaciones y subdivisiones. Pero la acción de los ángeles es a la vez más interior y más eficaz.



Alonso Cano - Saint John the Evangelist's Vision of Jerusalem - WGA04003.jpg




    Un poco más lejos, san Bernardo ve a los santos ángeles ayudar a los predicadores de la palabra de Dios: "A mi juicio, dice, ellos no se contentan con sugerir interiormente las imágenes convenientes, proveen también la nitidez del lenguaje que hace captar el pensamiento más fácilmente y con deleite; porque la predicación debe ser clara, noble y hasta elegante para agradar y convencer. "

    Estas consideraciones tan bellas nos harán amar a los santos ángeles, mostrándonos cuán íntimas son sus acciones en nosotros para la formación y el desarrollo de nuestra fe.
Iluminando nuestra inteligencia, ellos también tocan nuestro corazón, nos comunican santas aspiraciones. Aquí también podríamos citar ampliamente a san Bernardo; debemos muy a disgusto abreviar las páginas luminosas que escribió sobre los ángeles de la guarda, y contentarnos aquí con un resumen muy breve. Comentando la palabra de Salmista: ellos te llevarán en sus manos, él nos muestra lo que son estas manos angélicas. Por ellas, dice, hay que oír un doble pensamiento que mantienen fijamente en nuestro corazón y que le forma a la derecha y a la izquierda un apoyo inquebrantable. Este doble pensamiento es por un lado la brevedad de las cosas presentes, del otro la duración de las cosas eternas. Incesantemente los santos ángeles murmuran en nuestro oído: ¡Desprecia todo lo que pasa, apresúrate hacia lo que no pasa! Así protegen y aceleran nuestra carrera hacia el cielo.

   Además de esta acción que mira al alma, los ángeles también tienen una acción preservadora que afecta nuestro cuerpo. Y este es el sentido literal del paso que san Bernardo nos explicaba alegóricamente: te llevarán en sus manos, por temor de que tu pie choque con la piedra.1





 
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 VIDEO:


BIBLIOGRAFÍA:


  1.  R. P. Dom Bernard-Marie Maréchaux, Ángels et Demons, Avec approbation des Supérieurs   de la Congrégation olivétaine

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