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miércoles, 2 de enero de 2019

En qué difieren los ángeles y los demonios. R. P. Dom Bernard-Marie Marechaux.

EN QUE DIFIEREN LOS ÁNGELES Y LOS DEMONIOS



  Es necesario buscar la diferencia entre estas dos categorías de espíritus en el punto de partida de sus operaciones respectivas, como también en el fin que persiguen. 





Fallen Angel (Alexandre Cabanel).jpg

 


  Los ángeles buenos permanecen unidos a Dios, que es el principio illuminador de su inteligencia, y el principio directivo de sus operaciones al mismo tiempo que el fin donde termina toda su actividad. Los segundos no reciben ninguna iluminación de Dios; y, teniendo en él su actividad como toda criatura (Dios les da a todos los seres un movimiento, bueno en sí mismo, que pueden abusar, sin el cual no podrían moverse), van en contra de el plan divino que tratan de trastornar sin poder conseguirlo.



William-Adolphe Bouguereau (1825-1905) - Song of the Angels (1881).jpg




  Se desprenden de esta antítesis importantes consecuencias.
  Los buenos ángeles son luz; Los demonios son la oscuridad.
  Los primeros conocen las vías de Dios en el orden sobrenatural: aunque Dios se haya reservado ciertos secretos que permanecen impenetrables a los propios ángeles, los inicia en una medida más o menos grande en los misterios que conciernen al establecimiento de su reino aquí abajo, la propagación de la Iglesia, la salvación de las almas. Los ángeles buenos, que permanecen fielmente en el orden del plan divino, son los dispensadores y los ejecutores; sus caminos están de acuerdo en todo y en todas partes con los caminos de Dios, que son misericordia y verdad.

  Los demonios son por su pecado absolutamente e irrevocablemente excluidos del orden de la gracia. Como consecuencia los misterios de la vida y de las operaciones sobrenaturales son para ellos un libro completamente sellado. Y aquí que se comprenda bien nuestro pensamiento. Las cosas de la gracia, siendo de orden divina, están por encima del entendimiento de todo espíritu creado; ni siquiera un ángel bueno, reducido a sus facultades naturales, podría penetrar en ellas. Pero entre los demonios, espíritus rebeldes y caídos, hay más que impotencia para comprender los misterios del orden sobrenatural; manifiestan oposición para aprovecharlas. La disposición esencial, que prepara a la criatura inteligente para recibir comunicación es la humildad, es el reconocimiento de su nada. Pero el espíritu caído, el diablo, es un espíritu de orgullo; hay en él una contradicción violenta a todo lo que corresponde a la gracia. Esta ignorancia unida a la contradicción obliga al diablo a estar siempre en guerra contra Dios, su Cristo y sus santos; ella obscurece esta inteligencia tan sutil hasta hacerle siniestra y torpe.

  Iluminados por Dios y permaneciendo en su justicia, los ángeles buenos tienen de él una superioridad sobre los malos. Así como la calidad del ser espiritual otorga a aquellos que la poseen una superioridad inalienable sobre el ser puramente material; asimismo, la condición de justo confiere a quien está revestido con un derecho de dominación sobre el que es injusto. Es un axioma favorito de san Augustín que la inteligencia descarriada, el espíritu desertor y pecador como el dice, necesariamente cae en la dependencia de la inteligencia que permanece recta y el espíritu que permanece fiel. Los ángeles buenos, mucho más las mismas almas santas, ejercen una dominación sobre los demonios; es la verdad consoladora. 



 


  Por parte de los ángeles buenos, esta dominación consiste en el hecho de que contienen el esfuerzo de los espíritus de las tinieblas, reprimen su audacia y los obligan a confinarse dentro de los límites que el dedo de Dios les ha trazado; en eso, incluso en aquellos límites donde su maligna influencia puede desplegarse, ellos ponen todo en el orden de la impenetrable justicia de Dios. Nunca debemos olvidar que no todo está permitido al diablo; y donde Dios le permite mostrar su poder, él trabaja contra su intención de la glorificación final de Jesucristo y su Iglesia. Velar por que el espíritu malo no salga del marco donde su acción es limitada, proporcionar la justificación de la Providencia de Dios por las mismas crisis que provoca, es el oficio de los ángeles buenos. Que nos baste con recordar a san Miguel evitando que el diablo revele a los Hebreos el cuerpo de Moisés, y a san Rafael atando a Asmodeo el demonio impuro. Estos dos hechos bíblicos establecen la supremacía de los ángeles buenos sobre los malos.

  Las almas santas también dominan, por el esplendor de justicia divina con que están revestidas, al diablo y sus secuaces. Vemos en cada momento, en la vida de los santos, que los demonios tiemblan ante ellos, e incluso huyen ante su presencia. No obstante hay que observar que los santos, como hombres, son inferiores a los demonios como espíritus angélicos; y que, llevando una carne pecadora, de este lado son accesibles a la influencia de los demonios, y en cierto modo justiciables de los demonios. Ellos no pueden decir definitivamente lo que Nuestro Señor afirmaba de sí mismo: el príncipe de este mundo vino y no tiene nada en mí que le pertenezca. Esto es lo que explica el poder que el diablo puede tener para atormentarlos, de abofetear como abofetea a san Pablo. Sea lo que sea, por su alma son superiores a él, le dominan, le asustan. 
 
  Atado por el poder de los ángeles buenos, controlado por las almas santas, el diablo se vuelve a meter en el pecador que le es dado como pasto, siguiendo la expresión enérgica, de san Augustin: Datus est diabolo in cibum peccator. Aquí los demonios tienen plena dominación. Superiores al pecador en su naturaleza, lo poseen por derecho de conquista y de abdicación consentida. Nos contentamos con establecer los principios aquí . Resumamoslos brevemente. 



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  Igual a los santos ángeles por naturaleza, conservando su modo de operación totalmente espiritual, los demonios permanecen irrevocablemente bajo el dominio de los espíritus bienaventurados, en virtud de este decreto de la justicia eterna que quiere que el espíritu injusto y rebelde sea controlado y gobernado por el espíritu justo y fiel. (1)



 
  Para leer, imprimir o descargar el archivo pdf de: “En qué difieren los ángeles de los demonios”, del R. P. Dom Bernard-Marie Marechaux, dar clic en el siguiente enlace: 




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BIBLIOGRAFÍA:


  1.  R. P. Dom Bernard-Marie Maréchaux, Ángels et Demons, Avec approbation des Supérieurs   de la Congrégation olivétaine

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