MULTIPLICACIÓN DE FALSOS CRISTIANOS, REVELACIONES DE SANTA BRÍGIDA DE SUECIA
Amorosas
palabras del Señor a la esposa sobre cómo se multiplica el número
de falsos cristianos hasta el punto de que están volviendo a
crucificar a Cristo, y sobre cómo aún Él está dispuesto a aceptar
la muerte una vez más por la salvación de los pecadores, si fuera
posible.
El
siguiente video contiene el audio del texto escrito abajo:
VIDEO:
Libro
1, Capítulo 3
Yo
soy Dios. Yo creé todas las cosas para beneficio de la humanidad,
para que todo le sirviera e instruyera. Pero, hasta su propia
condenación, los seres humanos abusan de todo lo que hice para su
beneficio. Les importa menos Dios y le aman menos que a las cosas
creadas. Los judíos prepararon tres tipos de castigo para mí, en mi
pasión: primero, la madera en la que después de haber sido azotado
y coronado de espinas, fui colgado; segundo, el hierro, con el cual
clavaron mis manos y mis pies; tercero, la hiel que me dieron a
beber. Además me lanzaron blasfemias, como si Yo fuera un fatuo
debido a la muerte que libremente soporté, y me llamaron falso
debido a mis enseñanzas.
El
número de personas así se ha multiplicado ahora en el mundo y hay
muy pocos que me consuelen. Me cuelgan en el madero por su deseo de
pecar; me azotan con su impaciencia, pues nadie soporta ni una
palabra por mí, y me coronan con las espinas de su soberbia, que
hace que quieran llegar más alto que Yo. Clavan mis manos y pies con
el hierro de sus corazones endurecidos, puesto que se glorían de
pecar, y se endurecen tanto que no me temen. Por hiel me ofrecen
tribulaciones y, por haber sufrido mi pasión con alegría, me llaman
falso y vanidoso.
Soy
lo suficientemente poderoso como para hundirlos, y también al mundo
entero, si quisiera, por causa de sus pecados. Sin embargo, si les
hundiese, los que quedasen me servirían por temor y eso no sería
correcto, porque las personas deben servirme por amor. Si viniese
personalmente y me mezclase con ellos en una forma visible, sus ojos
no soportarían el verme ni sus oídos escucharme. ¿Cómo podría un
ser mortal mirar a otro inmortal?. Aún así, volvería a morir por
la humanidad, si fuera posible”.
Entonces
apareció la bendita Virgen María y su Hijo le preguntó: ‘¿Qué
deseas, Madre mía, mi elegida?’. Y ella contestó: ‘¡Ten
misericordia de tu creación, Hijo mío, por tu amor!’. Él agregó:
‘Seré misericordioso una vez más, por ti’. Entonces, el Señor
hablo a su esposa, diciéndole: ‘Yo soy tu Dios, el Señor de los
ángeles. Soy Señor de la vida y de la muerte. Yo mismo deseo
habitar en tu corazón. ¡Te amo tanto!. Los Cielos, la tierra y todo
lo que hay en ella no me pueden contener, pero aún así deseo
habitar en tu corazón, que no es más que un pedazo de carne. ¿Qué
has de temer o qué te ha de faltar cuando tengas dentro de ti a Dios
todopoderoso, en quien se encuentra toda la bondad?.
Tiene
que haber tres cosas en un corazón para que me sirva de morada: una
cama en la que podamos descansar, un asiento donde nos podamos sentar
y una lámpara que nos dé luz. Haya, pues, en tu corazón una cama
para un sereno reposo, donde puedas descansar de los bajos
pensamientos y deseos del mundo. ¡Acuérdate siempre del gozo
eterno!. El asiento ha de ser tu intención de permanecer conmigo,
aún cuando a veces tengas que salir. Iría contra la naturaleza que
permanecieras continuamente en pie. La persona que está siempre de
pie es la que siempre desea estar en el mundo y nunca viene a
sentarse conmigo. La luz de la lámpara ha de ser la fe, mediante la
cual crees que Yo puedo hacer cualquier cosa, que soy todopoderoso
sobre todas las cosas”.
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