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sábado, 3 de octubre de 2015

"El vicio de la Preocupación de las Cosas Terrenales y el Deseo Celestial". Visión de Santa Hildegarda de Bingen.

EL VICIO DE LA PREOCUPACIÓN POR  LAS COSAS TERRENALES Y LA VIRTUD DEL DESEO CELESTIAL

Visión de Santa Hildegarda de Bingen.





El Liber Vitae Meritorum, "Libro de los méritos de la vida" (1158-1163) es una guía de cómo adquirir merecimientos, a fin de evitar o reducir, por medio de la penitencia en esta vida, cualquier posible castigo futuro.


Está dividido en seis partes. En las cuatro primeras un Hombre mira hacia cada uno de los cuatro puntos cardinales y en la quinta contempla la totalidad del orbe. Las cinco siguen el mismo esquema. En la sexta el Hombre remueve los confines de la tierra, en el sentido que se explica posteriormente. En estas cinco primeras partes, ve y describe un total de 35 imágenes, cada una representa un vicio que hace un parlamento en el que intenta justificar su actuación.










Santa Hildegarda de Bingen nos habla de su visión: "El vicio de la Preocupación de las Cosas Terrenales y el Deseo Celestial". El vicio de la Preocupación de las Cosas terrenales solo se preocupa por la vida, por la comida y el vestido, solo desea adquirir todo lo que sea capaz de conseguir para vivir sobre la tierra. La refuta la virtud del Deseo celestial, que la tiene como una predadora de almas, de mente falaz al no confiar en la providencia Divina, que elige vivir sin la gracia de Dios y no lo desea ni lo busca en sus preocupaciones.




El vicio de la Preocupación por las cosas terrenales.




Los hombres que son inconstantes, tienen inestabilidad en sus mentes y quedan enredados por la preocupación de las cosas terrenales. Por este vicio tienen que soportar la máxima inquietud tanto de alma como de cuerpo. Con eso están desnudos de la suprema santidad, no desean ni buscan cerca de Dios la salvación, puesto que se dedican con acérrima actividad a lo que es temporal y caduco. Le contesta el Deseo Celeste que anima a los hombres a tener las cosas celestes y eternas en mayor consideración que las cosas terrenales. Los espíritus malignos inducen a los hombres a la preocupación por las cosas terrenales.




Las cosas celestes y eternas en mayor valor que las terrenas.




Las almas de los hombres que pecaron de preocupación por las cosas terrenales son castigados en los infiernos por un gran fuego que tiene en sí una gran llama negra, además de otros tormentos. Los que están en el recuerdo de la misericordia divina serán purificados y después irán al Cielo. Los que están en el olvido de Dios serán ahí atormentados para siempre. En vida, para evitar los castigos descritos y para derrotar a los espíritus malignos que los exhortan, los hombres que así se afanan deben hacer penitencia: macerar sus cuerpos con ayunos y azotes según la orden del consejero espiritual y reconducir sus corazones a los pensamientos del cielo.
 



Penitencia: ayunos y azotes y corazón en los pensamientos del cielo.




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