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sábado, 17 de diciembre de 2016

"Y de allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos", Artículo 7º del Credo de los Apóstoles, explicado por San Tomás de Aquino.

 Y DE ALLÍ HA DE VENIR A JUZGAR A LOS VIVOS Y A LOS MUERTOS



 Artículo 7 del Credo de los Apóstoles, explicado por San Tomás de Aquino, Doctor de la Iglesia.









Nuestro Señor Jesucristo ha sido constituido por Dios Juez de vivos y muertos. Como Rey de toda la creación, dueño de todo lo existente, Jesucristo es Señor. Como Hijo de Dios y Dios con el Padre Celestial, en el Espíritu Santo, lo sabe todo, lo puede todo, lo oye todo, nada escapa a su escrutinio, las acciones e intenciones más secretas de los hombres están ante Jesucristo. Como Juez Divino, Jesucristo juzga a todos los hombres que mueren, ni un solo hombre que muere en el mundo escapa de su santo Juicio, somos juzgados por Él por el amor que tuvimos a Dios y a nuestro prójimo. Jesucristo será el que juzgue a todos lo hombres en el Juicio Universal. Después de que todos los hombres sean resucitados por el poder de Dios, serán apartados por los ángeles de Dios: los hombres buenos a la derecha de Jesucristo, los hombres malos y pecadores a la izquierda. Ya no habrá misericordia en ese día, no habrá clemencia para el que no tuvo clemencia. Debemos temer el Juicio universal porque todas nuestras acciones buenas y malas serán consideradas para nuestra salvación.




Juicio de una alma





Jesucristo es el Santísimo, el Dios hecho Hombre para reconciliar a la humanidad entera con el Padre Celestial, después del pecado original que cometieron Adán y Eva; Él se hizo hombre, enviado por el Padre Celestial, porque Dios se compadeció de toda la raza humana, que en lugar de ir al Cielo descendía toda al infierno; por la concupiscencia, el demonio y el mundo, el Hombre no puede dejar el pecado, ni dejar de seguir pecando sin la gracia de Dios, gracia que solo Dios derrama sobre la humanidad al aceptar el sacrificio cruento en la Cruz que tuvo que padecer el Verbo Divino encarnado por la humanidad de todos los tiempos: Jesús. Jesucristo es Santo y nos quiere santos, nos pide que seamos santos, que seamos perfectos, como lo es el Padre celestial. Haciendo la voluntad del Padre Celestial somos considerados hermanos de Cristo, Hijos del Padre Celestial si nos bautizamos, así somos herederos del reino celestial que desde el principio de la creación del hombre Dios tiene destinado para nosotros.





Y de allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos






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