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jueves, 22 de diciembre de 2016

Maravilloso ejemplo de la grandeza de los gustos en el Cielo, Por el Padre Jesuita Martín de Roa.



Del libro del Padre Martín de Roa, de la Compañía de Jesús
 

ESTADO DEL LOS BIENAVENTURADOS EN EL

 CIELO



 
CAPÍTULO XVII



Maravilloso ejemplo de la grandeza de los gustos en el cielo: Dios mostró a un monje la eternidad y regresó 300 años después al Convento

  









El Padre Martín de Roa, de la Compañía de Jesús, en  Huesca, España,  escribió un libro en el año 1628, titulado: "Estado de los Bienaventurados en el Cielo". En el cita un bello ejemplo narrado en otro libro: "El Espejo de los Ejemplos", el relato es el siguiente:


El glorioso padre San Agustín, libro tercero de libre arbitrio: que como también sabía dar su punto a cada cosa, por tan inferiores tuvo los gustos del mundo, comparados con los del Cielo, que no dudó afirmar, ser mejor gozar de estos por un solo día, que de los otros por millares de siglos. Señalada muestra de esto fue, lo que de un santo monje se cuenta en el Espejo de los ejemplos. Pedía a nuestro Señor se le enseñase como se entiende aquel verso de David: mil años a vuestra vida, son Señor, como un día que pasó ayer. Estando un día en esta consideración, se le apareció un ave de muy agradable parecer, volando cerca de su persona: le llevó tras la vista la afición, y la fue siguiendo, hasta salir a un espacioso y cerrado bosque cercano al Monasterio. Allí lo entretuvo la avecilla con la suavidad de su canto no menos de 300 años; tan arrebatado, y suspenso, que ni comió, ni bebió, ni sintió hambre, ni sed. Pasado este tiempo lo dejó la ave, y vuelto en sí, se persuadió, que aquella noche acabados Maitines había salido del Monasterio. Se recogió a él, llamó a la puerta: y preguntado del portero quien era, respondió, el Sacristán soy de esta casa, que salí fuera esta noche, después de Maitines. Lo tuvo el portero por falta de seso: porque conocía muy bien quien hacía el oficio, y a él no lo conocía. Le preguntó más, quién era su Abad, Prior, Procurador, y Monjes su compañeros. Se los nombró, tan desconocidos para él, como el mismo que los nombraba. Viendo el Monje, que aún con todo ello no le daba puerta, le rogó le llevase al Abad. Puesto en su presencia, dio razón de quien era, de su Abad, y Monjes de aquel monasterio, con tanta sencillez, y verdad, que obligó a mirar los libros antiguos. Hallaron en ellos, que había sido aquello así, trecientos años antes del tiempo en el que estaban. Refrió entonces él, lo que le había pasado: y como quien había recibido ya prendas de la gloria del Cielo, le dio enfado la tierra. Recibió con afectuosa devoción los Sacramentos de aquel último trance, y pasó de esta vida a gozar de la suavidad eterna, que había comenzado a gustar en la tierra.
 


François-Xavier Fabre - Saint Antoine de Padoue introduisant deux novices frères dans un paysage montagneux
A un monje, Dios le mostró la eternidad y regresó 300 años después

  



Para ver el video correspondiente al texto escrito por el Padre Jesuita Martín de Roa en su libro: "Estado de los Bienaventurados en el Cielo",  del relato real, de la Eternidad que le reveló Dios a un monje santo,  dar clic en la siguiente imagen:




 VIDEO:


 

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