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lunes, 3 de julio de 2017

"La Naturaleza Angélica", El mundo de los Espíritus. R.P. Dom Bernard-Marie Maréchaux


La naturaleza angélica


R. P. Dom Bernard-Marie Maréchaux



Pidamos a los ángeles, a estas sublimes criaturas más inasequibles que el viento, más fulgurantes que el relámpago, poner un instante delante de nosotros, con el fin de que pudiéramos sorprender y fijar algo de su deslumbrante fisonomía.



William-Adolphe Bouguereau The Virgin With Angels.jpg




Hay tres tipos de espíritus: el espíritu humano, el espíritu angélico y el espíritu divino creador de todas las cosas. Estos espíritus se mueven en tres esferas que se pueden llamar concéntricas. La primera esfera, cuyo rayo es el más corto, es la esfera de la inteligencia humana. La segunda, envolviendo la primera, es más alta sin comparación y más ancha, es la que habita y llena la naturaleza angélica. Por fin, el tercero, conteniendo los otros dos y de dimensiones infinitas, es la esfera de inaccesible luz que corresponde a Dios-creador, la santísima y adorable Trinidad.

Entonces, el conocimiento mismo del hombre, ha limitado la esfera que habita. Tiene su propio dominio de las cosas humanas. No es que no pueda elevarse más allá al hablar de raciocinio; pero no sabría tener la vista clara y distinta del mundo de los espíritus. Cuando procura darse cuenta de eso, las imágenes de las cosas sensibles vienen a interponerse entre los ojos de su alma y esos objetos puramente espirituales; y los distingue sólo muy confusamente, como se podría agarrar objetos colocados en un alejamiento muy grande a través de un medio poco diáfano. En una palabra, para conocer a Dios perfectamente, habría que ser Dios mismo; para conocer perfectamente a los ángeles, habría que ser un ángel. El hombre que trata de penetrar los secretos de la naturaleza angélica, se quedará siempre debajo de la verdad. Estará como el astrónomo que explora los espacios de luz donde se mueven los astros. ¿Puede jactarse de tener un conocimiento absolutamente exacto? De ninguna manera. ¿Y sin embargo sus contemplaciones son estériles, sus observaciones inútiles? Grande tendríamos la culpa de pensarlo.

Del mismo modo, a pesar de la imperfección que, por anticipado, golpea nuestras investigaciones acerca de los ángeles, no son sin fruto ni sin dulzura. Reduciendo al ángel a una talla casi humana, descubrimos en él un reflejo de una belleza ideal, que desciende directamente de Dios, de Aquél que san Gregorio Nacianceno llama la primera Luz, el primer Esplendor. "Los Ángeles, dice este santo, son como un derrame y un pequeño arroyo de la primera Luz; son los segundos esplendores al servicio del primer Esplendor. "



Observa el rostro del Padre Celestial en los cielos


El ángel es un espíritu puro, he aquí su definición.

No se compone como nosotros de dos sustancias, asociadas juntas en unidad de naturaleza. Dios no hizo en él, según la expresión tan enérgica de san Gregorio el Grande, una mezcla inexplicable de espíritu y de barro: investigabili dispositione miscuit spiritum y lutum. Si no tiene un cuerpo material y pesado, no tiene, un cuerpo sutil y aéreo, un cuerpo fluidiforme e imponderable. Es una sustancia espiritual pura, que no admite ninguna mezcla del elemento corporal, incluso el más impalpable.

Algunos antiguos Padres pensaron que el ángel tenía un cuerpo, pero desde luego un cuerpo fluido y luminoso. Posiblemente sus expresiones han sido tomadas demasiado al pie de la letra. Parecen celosos de reservar para Dios, para Dios solo, la calificación de espíritu puro. Para ellos, todo lo que es limitado, limitado, es, por esto mismo, corporal. Sea lo que sea, sobre una cuestión que san Agustín con su insigne modestia había rechazado, la doctrina católica se definió en años posteriores; en el día de hoy, no se admiten más vacilaciones: el ángel no tiene nada corporal, es un espíritu puro.

Pero es un espíritu creado, es decir infinitamente distante del Espíritu puro que es el Espíritu creador. Espíritu creador, espíritu creado, hay entre estos dos términos una diferencia tal, que se puede explicar sólo por la que existe entre un ser vivo y una imagen inanimada. Si por su calidad de espíritu puro el ángel se acerca a Dios, por su calidad de espíritu creado se nos acerca, y se encuentra muy cerca de nosotros, mientras que la distancia que lo separa de Dios es inconmensurable.

Espíritu puro, espíritu creado, así se presenta pues a nuestras meditaciones la naturaleza angélica.



Los Ángeles esperan ansiosos recibir una misión del Padre celestial


Como espíritu puro, se nos ofrece con un carácter de unidad, de sencillez, de fijeza, y, al mismo tiempo, con cualidades de sencillez, de clarividencia, de vigor y de energía. - Es como el diamante, permeable a la luz, y al mismo tiempo intratable al acero y a todo disolvente; porque, allí donde no hay composición de sustancia, no hay disolución posible. Es comparado muy a propósito al fuego más sutil, que penetra por todas partes, y al que nada resiste. Es más rápido que el espíritu de las tempestades, que la electricidad misma, y para él las distancias, no cuentan. Es todo ojos, como esos animales misteriosos bajo el símbolo de los cuales el profeta Ezequiel nos representa a los mensajeros divinos. Puede, de un momento a otro, poner en movimiento el cielo y la tierra, como se desprende de varios pasajes del Apocalipsis. Todas estas propiedades maravillosas son las consecuencias de la espiritualidad de esta naturaleza.



"Y vi caer una estrella del cielo"


Como espíritu creado, se nos presenta como esencialmente acotado y limitado: limitado en su esencia, limitado en su potencia, limitado en el campo de sus operaciones. Probaremos más tarde, en la medida de lo posible determinar estos límites, en los cuales se despliega la energía espléndida de los ángeles. Por el momento estudiemos sus facultades. (1)



Para ver el video "Naturaleza Angélica" del libro "El Mundo de los Espíritus"  del R. P. Dom Bernard-Marie Maréchaux, dar clic en la siguiente figura:


VIDEO:


BIBLIOGRAFÍA:

  1.  R. P. Dom Bernard-Marie Maréchaux, Ángels et Demons, Avec approbation des Supérieurs   de la Congrégation olivétaine






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