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martes, 10 de abril de 2018

"De como podemos, y debemos socorrer los vivos a los difuntos". Meditación 3 del Padre Jesuita Martín de Roa

DE COMO PODEMOS, Y DEBEMOS SOCORRER LOS VIVOS A LOS DIFUNTOS


Meditación 3 del Padre Jesuita Martín de Roa











1 Considerar, como esta santa, y loable costumbre que tiene nuestra madre la Iglesia de ofrecer oraciones, sacrificios, y penitencias por las almas del Purgatorio fue enseñada por el Espíritu Santo en la Sagrada Escritura; ejercitada por los Apóstoles, por los Padres antiguos, y confirmada por los Santos Concilios: y que una de las mayores excelencias, y ventajas que tenemos los fieles, es poder ayudar, y favorecer con los sacrificios, y buenas obras que hacemos, a los vivos, a los difuntos, a imitación de Cristo nuestro Señor cabeza de la Iglesia, y nuestra, que no solamente hizo bien a los vivos, dando vista a los ciegos, salud a los enfermos, luz a todos de su salvación, sino también resucitando a los muertos, y ofreciéndose en sacrificio a su eterno Padre por los unos, y por los otros, y después de muerto bajo al Limbo, y sacó de allí las almas de los Santos Padres, y también las del Purgatorio, y ahora en el Cielo esta ofreciendo a su Padre los merecimientos de su vida, y muerte por los vivos, y por los muertos.



2 Como los vivos, y los difuntos que partieron de esta vida en gracia, y caridad, todos somos por ella miembros vivos de un cuerpo místico, cuya cabeza es Cristo nuestro Señor, y bien así como los miembros del cuerpo humano, unos se favorecen a otros cuando tienen necesidad: el brazo defiende la cabeza, la mano cura en brazo, los ojos guían los pies, los pies sustentan a los demás, y la cabeza gobierna a todos, de manera, que los unos ayudan a los otros como hermandad: así los miembros de la Iglesia se comunican, y favorecen entre sí, los del Cielo, los de la tierra, los del Purgatorio. Los del Cielo ruegan, y alcanzan de nuestro Señor muchas cosas, para los que viven en el mundo, y para los que padecen en el Purgatorio: los vivos se encomiendan en la intercesión de los del Cielo, y ofrecen oraciones, y sacrificios no solo unos por otros, sino también por los difuntos del Purgatorio; y estos hacen también oración por los vivos, porque todos están unidos en Caridad, cuya ley obliga a socorrerse, y ayudarse los unos a los otros, según lo que cada uno puede, o tiene necesidad.




Iglesia orante: en el Cielo, en el Purgatorio y en la Tierra




3 Como la Iglesia, aunque tiene tanto cuidado de los vivos encomendando a Dios sus necesidades así corporales, como espirituales, proveyéndoles de los remedios saludables de los Sacramentos en la enfermedades del cuerpo, y alma; enseñándolos, y encaminándolos a su salvación; muy en particular, y con más tierno afecto acude a los difuntos, a la manera que las madres piadosas, aunque quieran bien, regalen, y suplan lo que todos sus hijos han menester, con todo eso con más ternura, y compasión acuden a los más necesitados, al pobre, al enfermo, al lisiado, a los que no pueden valerse por sí, así nuestra madre la Iglesia, aunque por todos sus hijos los fieles ofrecen oraciones, y sacrificios, muy especialmente muestra su piedad, y devoción por los difuntos, rezando oficio propio de ellos, Misas de Requiem, aniversarios, etc. y en todas las Misas, que se dicen, les tiene señalado lugar en que el Sacerdote con reposo los encomiende a nuestro Señor, y determinada parte de satisfacción, que les pertenece, y nadie puede quitársela: sin que en esto defrauden en nada a aquellos, por quien se dicen. 




Su liberación con Misas de Requiem, Aniversario, etc.


 

4 Que no solamente debemos esta compasión, y socorros a nuestros padres, hermanos, parientes, amigos, y conocidos, sino a todos los que están en Purgatorio, por más extraños que sean; aunque no los hayamos visto, ni oído: porque por el mismo caso, que están allí, están en gracia, y amistad de Dios, confirmados en ella: son hijos de Dios, y hermanos nuestros, que nos aman de verdad, y debemos corresponderles, etc.

De esta meditación podrá sacarse entrañable reconocimiento a Dios nuestro Señor, y a la grandeza de su misericordia, que vivos, y muertos nos favorece: y enseñó a su Iglesia que hiciese lo mismo, dando sepultura a nuestros cuerpos, para que no les hiciesen ofensa las bestias, y satisfaciendo con sus sacrificios, y oraciones nuestras Deudas, para que nos libremos de las penas del Purgatorio. 





Todo ayuda a las almas del Purgatorio al ofrecer por ellas



 

De mas de esto debemos sacar un cordial amor, y estima del bien grande que tenemos en nuestra madre la Iglesia, que con tan grande, y continua piedad, y cuidado socorre nuestras necesidades en esta vida, y en la otra, y animarnos a imitarla.



 
Para ver el video de la Meditación 3 del Padre Jesuita martín de Roa: “De como podemos, y debemos socorrer los vivos a los difuntos”, dar clic en la siguiente imagen: 



 VIDEO:





 
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BIBLIOGRAFÍA

De Roa, Martín. Padre Jesuita. Estado de las Almas de Purgatorio. Andalucía, Sevilla. pp. 160-163. Año 1619.

 

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