Del
libro del Padre Martín de Roa, de la Compañía de Jesús
ESTADO DEL LOS BIENAVENTURADOS EN EL CIELO
FOLIO
1
ESTADO
DE LA RESURRECCIÓN DE LOS
DIFUNTOS
Y LUGAR DONDE
SE
HA DE CELEBRAR EL JUICIO
CAPÍTULO
II
“Resurrección
de los muertos:
Dios
les envió un sueño que duró no menos de 372 años.
Los
Siete Durmientes de Éfeso.”
Los
Herejes, furiosa peste de la Religión Católica, y polilla única de
toda verdad; cerrando los ojos a la luz de tantas, y tan grandes
prendas, como tenemos de este artículo de la resurrección, varias
veces han intentado contra el sus máquinas, tan de balde como en
los demás. Fue así, que imperando Teodosio, celoso Príncipe de la
Fe, se levantó en Éfeso, pesada contienda entre Católicos, y
Herejes, sobre este punto: mas la Divina providencia tenía muchos
siglos antes prevenido el remedio de tan dañosa ignorancia.
Imperaba Decio, gran perseguidor de cristianos, cuando siete mancebos
hermanos igualmente en la Fe, que en la sangre, dando vado a la
furia de los ministros, se retiraron de la ciudad a una cueva no
lejos de ella: no tan secreto, que los perseguidores no siguiesen su
alcance. Tanta era la sed que traían de sangre cristiana. Apenas los
siete mancebos entraron, cuando ellos la cerraron a piedra y lodo,
para que allí acabasen de hambre, con muerte tanto mas penosa,
cuanto mas larga. Cortada la esperanza de la salida, y remedio, se
congojó en ellos la flaqueza humana. Se pusieron en las manos de
Dios, donde tienen cierto el socorro los desahuciados. Los cogió al
punto un sueño, no pesado, sino suave y reposaron en él, no menos
que trescientos y setenta y dos años, hasta el Imperio de Teodosio;
cuando los Herejes despertaron, y esforzaban mas la duda de la
resurrección de los cuerpos. Entonces abierta la cueva, resucitaron
del sueño, tan descansados, tan vigorosos, tan alentados; los
vestidos, y calzado tan sanos, como si solo una noche hubieran pasado
durmiendo. Sintieron solo la hambre, que en aquella edad suelen
sentir los mozos, despertando del sueño. Salió uno de ellos a la
ciudad, a comprar de comer; al pagar lo comprado, dio la moneda con
la imagen de Decio. Repararon los vendedores en el sello, y
reconociendo la antigüedad, sospecharon del dueño, que había dado
en algún tesoro, y le llevaron al Gobernador. Puesto en su
presencia, le preguntó, como o donde había hallado aquella moneda,
en que cantidad, y con que compañeros. Extrañó el santo Mancebo la
pregunta, como quien ignoraba los siglos que habían pasado, desde
que se batió. Respondió, que aquella era la que corría, y se
espantaba mucho que la extrañasen, siendo el cuño tan conocido.
Como no satisficiese con la respuesta, mandó el juez herirlo con
varas, hasta tanto que descubriese la verdad. En este tormento
preguntó el paciente, quien Imperaba. Se sonrieron los verdugos, por
ventura, dicen, ¿no sabes, que el gran Príncipe Teodosio? Paso
señores, replicó él, que ahora no reina Teodosio, sino Decio, cuyo
temor nos obligó a siete hermanos que somos, a escondernos en tal
cueva, de donde vine yo a buscar con que socorrer su hambre. Oída
esta relación, que en su sencillez mostraba ser verdadera,
recibieron gran pesar de lo hecho, y acudiendo todos a la cueva,
hicieron mas capaz la puerta, derribando las piedras, con que la
habían cerrado en siglos pasados los ministros de Decio. Entrando
dentro, encontraron luego una tabla, donde estaba escrito el nombre
de Decio, la constancia de los siete mancebos en la profesión de la
Fe: el tiempo, el como, y la causa porque se habían encerrado allí.
Los Sacaron con el amor, y reverencia, que a tales personas se debía;
y dieron cuenta de todo al Emperador Teodosio. El con su acostumbrada
piedad, no permitió que los trajesen a su presencia, ni emperezó de
ir a ver las maravillas de Dios en sus santos. Partió al punto de su
Corte, llegó a Éfeso a grandes jornadas, donde por siete días se
alegró con su vista, y se afervoró con su trato: los tuvo a su
mesa, y les hizo todo el regalo, y honra posible. Durmieron ellos el
último sueño de la muerte, y llevó él con solemne acompañamiento
sus santos cuerpos a la cueva, donde los sepultó con magnificencia
muy de tal Príncipe. Este suceso, como tan milagroso, bastó a
sepultar la contienda, y quitar la duda, que los Herejes habían
levantado, sobre este artículo de la resurrección de los muertos.
Porque bien claro era de entender, que quien por tantos siglos había
conservado aquellos santos mancebos, sin menoscabo en su cuerpo, ni
en sus vestidos, como si por ellos no hubiera pasado una noche, y los
había despertado con sus almas y cuerpos, también resucitaría a su
tiempo con su infinito poder a todos los hombres, no en ajenos
cuerpos, sino en los propios suyos, como si los despertara del sueño.
Dios auxilia maravillosamente a los 7 Cristianos Mancebos perseguidos |
LUGARES
Y CULTO ACTUAL DE LOS SIETE SANTOS DURMIENTES EN LA IGLESIA CATÓLICA
La
cueva de los siete durmientes de Éfeso, donde los 7 mancebos
durmieron el sueño que Dios les envió por varios siglos, se
encuentra en Éfeso, Turquía.
En
la Iglesia Católica, Los Siete Santos Durmientes de Éfeso tienen
fiestas en el calendario bizantino el 4 de agosto y el 22 de octubre;
en el Martirologio Romano se les conmemora como Santos Maximiano,
Malco, Martiniano, Dionisio, Juan, Serapio y Constantino el 27 de
julio.
Hay
Iglesias o pequeñas capillas católicas en las cuales tienen a los
siete santos durmientes de Éféso como santos patrones. Éstas son:
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En Francia:
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En la comunidad de Vieux-Marché en Côtes-d'Armor :
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La capilla de los Siete Santos Durmientes de Éfeso.
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En Alemania:
El texto escrito anterior puede ser visualizado en la siguiente imagen de libro abierto, puede no ser para lectura y no es para impresión, para imprimir usamos a continuación el enlace donde se puede descargar, imprimir o leer el e-book:
e-book:
Para
ver el video correspondiente al texto escrito por el
Padre Jesuita Martín de Roa en su libro: "Estado de los
Bienaventurados en el Cielo", del relato real, de la maravillosa ayuda que Dios dio a "Los Siete Santos mancebos de Éfeso", dar clic en la
siguiente imagen:
VIDEO:
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