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jueves, 15 de enero de 2015

"Certidumbre de la muerte". Meditación 4 de San Alfonso María de Ligorio.

CERTIDUMBRE DE LA MUERTE


San Alfonso María de Ligorio
Doctor de la Iglesia.





San Alfonso María de Ligorio nos habla en su meditación 4: "Certidumbre de la muerte", del destino común que tiene toda la humanidad al darse la sentencia de muerte por el pecado original. Es innegable que todo hombre, rico o pobre, debe pasar por la hora de la muerte; hora en que es mejor estar preparados para salvar nuestra alma inmortal de la condenación eterna, de la segunda muerte que solo podemos evitar en este mundo si nos convertimos y pedimos ayuda a Nuestro Señor Jesucristo.

Es suficiente, para cualquiera de nosotros, el ver el cadáver de un pariente o amigo para hacernos pensar en que algún día estaremos en la misma situación. De nosotros depende prepararnos para tal día, para así alegrarnos con Nuestro Señor al disfrutar de su presencia y de la dicha eterna que nos promete si somos fieles a Él.

El hombre que solo piensa en gozar de las comodidades y placeres de este mundo sabe que algún día tiene que morir, que un día no tendrá nada y por tal razón teme la muerte. Desea disfrutar de los deleites que no tendrá un día más después de su muerte y eso mismo le acarrea la condenación, por no privarse de nada de lo que le causa placer. Satanás le engaña haciéndole creer que debe gozar en este mundo y que no debe rendir cuentas a Dios por eso. Pero, haciéndolo así, solo cultiva vicios que lo llevarán a perder su alma; al no tener virtudes firmes que lo acerquen a Dios tendrá muchos pecados que lo harán amigo del demonio, que solo quiere arrastrarnos con él al Infierno.

La hora en que tengamos que dejar este mundo llegará tarde o temprano para todo hijo de Adán y Eva. Es mejor estar preparados para que en el tránsito de la muerte podamos disfrutar de la tranquilidad de ser confortados por Cristo, su Madre María, los ángeles y Santos. ¡Qué no tengamos que lamentarnos por no haber aprovechado nuestro tiempo cuando pudimos hacerlo! en esa hora final tendremos fuertes remordimientos de conciencia y estaremos rodeados de demonios que luchan por perdernos.



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VIDEO:


"La muerte del pecador". Meditación 6 de San Alfonso María de Ligorio.

LA MUERTE DEL PECADOR


 
San Alfonso María de Ligorio
Doctor de la Iglesia



San Alfonso María de Ligorio nos habla en su meditación escrita 6: "La muerte del pecador", sobre la situación que enfrentará el pecador en el lecho de la muerte: con terribles remordimientos de conciencia por sus grandes pecados y el tiempo perdido, rodeado de multitud de demonios que utilizan todo su poder para perderlo, con el corazón endurecido por el pecado, desmayado o con la conciencia nublada, el cuerpo debilitado y la mente fija en todo lo que lo aqueja, sin pensar en el arrepentimiento y la conversión a Dios.







Nos hacemos enemigos de Dios por el pecado y amigos del demonio. Nuestro corazón se endurece más cada vez que pecamos y el demonio va tomando más influencia sobre nuestras almas y nuestra mente. De tal manera que el pecador, a medida que está más próximo a su muerte, piensa igual que el demonio que se ha estado apoderando de su conciencia, recibe los pensamientos del maligno y los hace propios sin saberlo, además eso es lo que desea; el demonio le dará pensamientos de que va a estar sano pronto para gozar de todo y el pobre pecador no pensará sino en liberarse de todo lo que le aqueja, sin que llegue a su corazón el arrepentimiento necesario para que Nuestro Señor Jesucristo lo libere de la condenación eterna.


Dios, por su inmenso amor hacia nosotros y por su misericordia infinita, siempre perdona al pecador si se arrepiente y se convierte en cualquier momento de su vida. Pero nunca ha dicho que en la hora de la muerte el pecador hallará tal arrepentimiento y su conversión. En la hora de su muerte, ¿cómo puede hallar la conversión un pecador que vivió toda su vida en el pecado, un amigo del demonio que solo piensa en los goces y los deleites que va a perder pronto, un enemigo de Dios por el pecado? Difícilmente se arrepentirá…



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"Sentimientos de un moribundo no acostumbrado a meditar en la muerte". Meditación 7 de San Alfonso María de Ligorio.

SENTIMIENTOS DE UN MORIBUNDO NO ACOSTUMBRADO A PENSAR EN LA MUERTE




San Alfonso María de Ligorio nos habla en su meditación 7:“Sentimientos de un moribundo no acostumbrado a considerar la meditación de la muerte”, de los remordimientos que tendrá aquella persona que esta a punto de morir, porque jamás se preocupó de santificarse y agradar a Dios. Solo pensó en el éxito personal y en atender las cosas de este mundo, pecando, sin pensar que algún día estaría moribundo y con gran desesperación por no alcanzar la salvación de su alma.



 



Si fue una persona que no hizo casi nada por su alma, pensará en todos los deleites que no disfrutará más, en las propiedades que dejará, en los objetos que no usará más, en las personas que amó y no verá más. Pero también pensará en el tiempo perdido que no aprovechó para acercarse a la iglesia, frecuentar los sacramentos, en hacer penitencia por sus pecados, en agradar a Dios cumpliendo sus mandamientos y los de su santa iglesia. Viendo que su salud no mejora y que su muerte es segura sentirá terror en pensar en el estado de su alma y el destino desgraciado que le espera si no alcanza el perdón y la ayuda de Dios.


 



Si fue una persona consagrada a Dios pensará que exigió mucho más a las personas que le pedían consejo que lo que él hacia. Si se retiró del mundo y no dejó completamente las vanidades y el amor de las criaturas sentirá que no aprovechó todo lo que tenía para servir a Dios, ganarle más almas y santificarse a sí mismo. Todo lo anterior será para mayores remordimientos de su conciencia.






El moribundo verá brillar las verdades de la Fe y será atormentado por eso, sobretodo si fue una persona que vivió mal. Si es atendido por un sacerdote pensará que no hizo nada para merecer el Cielo que Dios promete a los que se arrepienten, aún si recibe los últimos sacramentos: confesión, comunión y unción de los enfermos. Después de lo anterior, todavía puede dudar de su salvación, para perjuicio de su alma.



 




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"La muerte del justo". Meditación 8 de San Alfonso María de Ligorio.

MUERTE DEL JUSTO



San Alfonso María de Ligorio
Doctor de la Iglesia






San Alfonso María de Ligorio nos habla en su meditación 8: "Muerte del justo", del gran deseo que tiene el justo de abandonar este mundo de miserias y pecado para ir a adorar a un Dios tan bueno y santo; quiere alabar las grandes misericordias que ha tenido con él y no se cansa de agradecerle desde este mundo el no haberlo privado de la vida cuando vivía pecando gravemente, si así lo hubiera requerido su divina justicia estaría en el infierno donde no podría amarlo. 



 
Al morir, el justo es asistido por Dios y sus santos




Caso contrario a la muerte del justo, el pecador libertino desea vivir muchos años para disfrutar de los placeres que le ofrece este mundo: comidas, bebidas, diversiones, placeres carnales, lujos, dinero, propiedades, etc. El solo hecho de pensar que puede terminar pronto esta vida para él le hace temblar y palidecer porque piensa que después de este mundo le espera la condenación eterna. Aún pensando así, desecha rápidamente esos pensamientos y sigue con sus costumbres mundanas que le dan tanto placer, pero que le apartan más de Dios.




El pecador se aferra a este mundo, no piensa en morir




El justo ha amado a Dios en este mundo y no teme a la muerte, ya que en Jesucristo pone toda su esperanza; es todo su consuelo el saber que Dios se hizo carne para salvarlo a él, liberarlo de las penas del infierno, derramar abundantes gracias sobre él para ayudarle a su salvación, abrirle las puertas del cielo, gozar de su santa presencia y consuelos por toda la eternidad.




Muerte de San Bruno




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VIDEO:



"Paz del justo a la hora de la muerte". Meditación 9 de San Alfonso María de Ligorio.

PAZ DEL JUSTO A LA HORA DE LA MUERTE



San Alfonso María de Ligorio
Doctor de la Iglesia




San Alfonso María de Ligorio nos habla en su meditación 9: "La paz del Justo a la hora de la muerte", sobre la tranquilidad y gozo con la que el justo abandona este valle de lágrimas para ir al encuentro de su Dios y Señor. Dios es un Padre amorosísimo que hace todo para darle la salvación a todo aquél que lo ama y en el confía, más lo ama Dios que lo que lo odia el demonio.


Muerte de San Pablo el ermitaño



El justo en la hora de la muerte se verá reconfortado por su ángel custodio, que lo ha protegido con gran amor desde su nacimiento. Estará ahí San Miguel arcángel, que tiene un gran celo por la salvación de las almas. Acudirán los santos protectores, que conocen las miserias de este mundo ayudando al justo en su postrer lucha. Lo auxiliará efectivamente la santísima Virgen María, que ayuda siempre a salvar a sus fieles devotos. Vendrá a darle tiernos cuidados Nuestro Señor Jesús, que no dudó en entregarse por él en la cruz para salvarlo y entregar su alma redimida a su amadísimo Padre celestial.


Justo moribundo asistido por el Cielo



Caso contrario, a la paz del justo en la hora de su muerte, el pecador ya tendrá en ella algunos tormentos del infierno. Los poderes infernales están más activos cuando muere un pecador, para no dejar escapar la presa que han considerado como suya en los momentos más oscuros de su vida.


El justo en la hora de su muerte confiará siempre en el amor de Jesucristo, fuente de salvación eterna. No temerá por su alma, teniendo a Dios que desea que se salve, para esto le proporciona sus gracias y toda la ayuda para que no perezca eternamente. El justo le agradece a Dios por no haberlo dejado hundido en el pecado cuando no lo amaba (no cumpliendo los mandamientos), por haberlo rescatado de la condenación en el infierno.



Muerte de San Francisco de Asís


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"Valor del tiempo". Meditación 11 de San Alfonso María de Ligorio

VALOR DEL TIEMPO


San Alfonso María de Ligorio
Doctor de la Iglesia




San Alfonso María de Ligorio nos habla en su meditación 11: "Valor del tiempo", sobre el tiempo que tenemos todos los mortales para aprovecharlo en Dios, en la salvación de nuestras almas y las de los otros. Es un don que Dios nos concede en esta vida para utilizarlo en hacer obras meritorias para la otra vida, donde Dios nos dará nuestras recompensa según las obras que hayamos hecho.




Théodore Valerio - Balkan Peasants Praying in Cave Chapel - Walters 371411
Campesinos balcánicos orando



 
En cualquier edad, todos tenemos que aprovechar nuestro tiempo: orar, trabajar, estudiar, realizar obras de misericordia corporales y espirituales, hacer penitencia por nuestros pecados, ayunar, leer la Biblia y libros piadosos, asistir a misa y comulgar frecuentemente. Es tiempo perdido para aquel que solo desea utilizarlo en pasatiempos, diversiones, pláticas vanas o peor aún: el no hacer nada descansando.



The Chess Game - Sofonisba Anguissola
Pasatiempo: No nos conduce al Cielo.



El día del juicio final Nuestro Señor Jesucristo nos pedirá cuentas de todo, hasta de toda palabra dicha sin haber necesidad, del bien que dejamos de hacer y del que hicimos imperfectamente. No se diga de las obligaciones que tenemos para con Dios y nuestro prójimo, si no hacemos lo que tenemos que hacer podemos perder nuestras almas.



Armadio degli argenti, giudizio universale
Cristo pedirá cuenta hasta por las palabras vanas.



Basta un minuto de tiempo para realizar un verdadero acto de contrición por nuestros pecados para alcanzar el cielo. Pero, esto solo lo logra la persona que haya sido piadosa, la que cumplió con sus deberes, la que amó a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo. El impío no lo logra, ya que no tiene verdadero arrepentimiento de sus pecados, existe el temor por el infierno, al enunciar el acto de contrición sería imperfecto, aún así estaría en manos de la misericordia divina que nos pide verdadero arrepentimiento y deseos de conversión. El condenado en el infierno desearía una hora para hacer todo por salvar su alma del lugar en donde se encuentra, pero ese tiempo jamás lo conseguirá, le será siempre negado. El bienaventurado en el Cielo lloraría por el tiempo perdido, si pudiera llorar, aquél tiempo que no utilizó para santificarse y lograr mayor gloria en el cielo, a mayor gloria del bienaventurado mayor felicidad y dicha eternas.



Desearían una hora de vida, jamás les será concedida.



¡Es tan feliz! El pudo alcanzar mayor gloria.




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"Medios para prepararse para la muerte". Meditación 10 de San Alfonso María de Ligorio

MEDIOS DE PREPARARSE PARA LA MUERTE


San Alfonso María de Ligorio
Doctor de la Iglesia




San Alfonso María de Ligorio nos habla en su meditación 10: "Medios de prepararse para la muerte", acerca de las actitudes y disposiciones que todos debemos tener, tanto justos como pecadores, para utilizar todos los medios que tenemos a nuestro alcance para prepararnos para la muerte.






No hay persona sobre la tierra, hijo de Adán y Eva, que no cometa pecados diariamente: de pensamiento, palabra, obra y omisión. Hasta el justo peca muchas veces al día, fallando en estos cuatro tipos de pecado. El justo falla al hacer el bien imperfectamente y en no hacer el bien que debería hacer; ha fallado en cuantos pecados mortales y veniales haya cometido durante todas las etapas de su vida. El pecador esta siempre manchado por los pecados mortales, se olvida de Dios y de su prójimo para dar rienda suelta a su instinto y dedicarse a los placeres del cuerpo, a los goces materiales.



Todo pecador en relaciones prohibidas



Tenemos que hacer penitencia por nuestros pecados y obras de caridad para nuestro prójimo, vivos y difuntos. Asistir a misa y comulgar diariamente, confesarse una vez a la semana, orar por los pecadores y por nosotros mismos, auxiliar con nuestros rezos a las benditas ánimas del purgatorio, ayunar, tener devociones a Dios y sus santos, cumplir asistiendo a todos los actos de los grupos parroquiales a los que pertenecemos, visitar el Santísimo Sacramento del Altar diariamente y acogerse a la protección de la Santísima Virgen María con fieles devociones a ella.



Fieles devotos





Solo la sangre de Nuestro Señor Jesucristo derramada en la cruz es capaz de limpiar nuestras almas tan horriblemente deformadas por el pecado. Realizar un examen de conciencia riguroso de toda tu vida: analizando los 10 mandamientos de Dios que hayas desobedecido, el amor hacia el prójimo que solo cumples con algunos, los 5 mandamientos de la Iglesia Católica que tal vez hayas desdeñado y los 7 vicios capitales en los que hayas caído o tal vez teniendo siempre contacto con ellos. Recordar todos los actos de tu vida pasada: palabras que ofendieron a tu prójimo e hicieron daño a ti mismo, a las personas que frecuentaste y el daño hecho o recibido, las personas que viste pecar y que callaste para no incomodarte, a las personas que alentaste para que realizaran una mala acción, escándalos cometidos, malos ejemplos dados a tu prójimo, malos lugares que visitaste y en los que tal vez pecaste mucho, puestos de trabajo y cargos ejercidos imperfectamente, los malos deseos que nunca reprimiste, etc. Debemos limpiar nuestras almas de todos nuestros pecados con la sangre de Cristo en la confesión con un sacerdote. No olvidarse nunca de la Extrema Unción aplicada a los enfermos graves y en peligro de muerte.



Confesión con un sacerdote




Extrema Unción





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VIDEOS:



"Importancia de la salvación". Meditación 12 de San Alfonso María de Ligorio

IMPORTANCIA DE LA SALVACIÓN




San Alfonso María de Ligorio nos habla en su meditación 12: "Importancia de la salvación", sobre el mayor cuidado que debemos dar a la salvación de nuestras almas. El alma tiene la mayor importancia, por ser eterna y su destino también por siempre en el lugar que Dios decida, según el amor que hayamos dado y buenas obras que hayamos hecho en vida. Debemos obedecer a Dios haciendo su voluntad; en lugar de pasarse toda la vida atendiendo asuntos mundanos: Negocios, placeres, diversiones, entretenimientos, paseos, estudio de las ciencias mundanas, etc. Si se pierde el alma se pierde todo, si el pecador tuvo fortuna y bienes en la tierra, en el infierno será el más miserable, el más desdichado.



Cumplir los 10 mandamientos.




Aquí, en la tierra, hacemos hasta lo imposible para lograr éxito y realizar todo lo que planeamos con el mayor cuidado, según la importancia que le demos. No nos puede fallar ese negocio, esa boda, ese banquete que ofrecemos a nuestros amigos. Pero, tratándose de nuestras almas hacemos todo lo contrario para salvarla, dando mayor importancia a las cosas de este mundo, las cuales muchas de ellas nos llevan a olvidarnos de Dios.



Las cosas de este mundo nos hacen olvidarnos de Dios.



Tiene tanto valor el alma, que Dios entregó a su Hijo único a una muerte cruelísima, para que Jesucristo fuera fuente de salvación, pudiera justificarnos ante Dios y recibir de Él su perdón y su gracia. Solo el que hace la voluntad de Dios, tendrá un lugar en el Cielo, donde solo hay dicha y felicidad perfectas. La felicidad que se obtiene en esta vida no es perfecta, siempre está amenazada por multitud de desavenencias que disminuyen la alegría que se tiene.




Nuestro Señor Jesucristo nos muestra el camino a Dios




La felicidad que podemos tener en este mundo es solo un débil reflejo de la que tendremos en el otro, con Dios. Preferiríamos mil veces sufrir en este mundo todo tipo de desdichas y tormentos que estar condenados en el infierno por no atender la salud de nuestra alma. Pensemos más en las cosas espirituales y menos en las corporales, para que algún día merezcamos ir al Cielo. Que no seamos sorprendidos exclamando los mismo que esos insensatos condenados en el Infierno: "Puede haberme salvado y no lo hice, mía es la culpa".



Con Dios el Cielo, sin Dios el Infierno.


Sufre la ausencia de Dios.



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VIDEO:
 



"Vanidad del Mundo". Meditación 13 de San Alfonso María de Ligorio

VANIDAD DEL MUNDO


San Alfonso María de Ligorio, Doctor de la Iglesia




San Alfonso María de Ligorio no habla en su meditación 13: "Vanidad del mundo", acerca de las vanidades y placeres de este mundo. La hora de la muerte para el hombre que las posea es tiempo de perdición: lujos y bienes terminan para él, todo acaba con su muerte. En este mundo debemos procurar adquirir los bienes  que no acaban con la muerte: las virtudes. Ellas adornan y embellecen el alma y así podemos ser dignos de presentarnos ante Dios.



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En viaje de placer



Los hombres mundanos ponen el mayor cuidado cuando atienden las cosas de la tierra, se esmeran para que todo les resulte como lo han planeado, para tener éxito con lo emprendido. Las cosas espirituales no las atienden por atender los asuntos que ocupan sus mentes, llega la muerte y solo alcanzarán un fin desastroso, completamente contrario a todo lo que persiguieron en la tierra. Infelices mundanos que no consideran que por disfrutar de un placer que pronto termina más se alejan del amor de Dios y del disfrute de los bienes eternos. No puede haber gozo y disipación en este mundo y lo mismo en el otro: o la cruz en este mundo o el infierno en el otro. Dios es Santo y solo podemos estar con Él, disfrutar de su inmenso amor y dicha eternos, en santidad.



Penas y placeres de este mundo



Cambiar al sumo bien por los míseros placeres de este mundo es una gran ofensa que le hacemos a Dios. El mundano, con su proceder, prefiere a las criaturas en lugar de la fuente de todo bien, del origen de todo, de aquél que nos puede hacer felices por toda una eternidad, del que nos puede proporcionar todo en el Cielo, del que da vida eterna en abundancia. Es una locura querer disfrutar de todo aquí en la tierra, de placeres efímeros, de vanidades que no hacen bien a nuestra alma. En consecuencia, padecer por siempre del horrible vacío que provoca la ausencia de Dios en nuestras almas, de tormentos horribles y de compañías tan odiosas como son los demonios y los condenados, tanto se odia.



Cité de Dieu.jpg
Dios: fuente de todo bien



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VIDEO:




sábado, 3 de enero de 2015

"Entierro de la Santísima Virgen María y Maravillosos Prodigios Ocurridos". Revelación de la Venerable madre Sor María de Jesús de Ágreda

ENTIERRO DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA Y MARAVILLOSOS PRODIGIOS OCURRIDOS


Revelación de la Venerable madre Sor María de Jesús de Ágreda




La Venerable Madre Sor María de Jesús de Ágreda nos habla de la revelación dada por la Virgen María, acerca de la aflicción y opresión que sintieron los Apóstoles y otros muchos fieles con el tránsito a la otra vida de la amadísima Madre de Dios. María Santísima los tenía arrobados con su trato y su conversación dulcísima, caritativa y amabílisima; todos quedaron desolados, como desamparados por el amor que perdían y pensaban que no podrían vivir sin su dulce consuelo y amparo. Dios tuvo que intervenir para darles consuelo en sus corazones y que superaran la aflicción por tan gran pérdida. Dios los animó ocultamente para que superan su dolor y atendieran con gran cuidado la sepultura del sagrado cuerpo de María.



Dulce consuelo y amparo de todos los fieles




Los Santos Apóstoles dispusieron que el cuerpo de María Santísima debía ser ungido y envuelto en una sábana limpia o sudario,como lo fue el divino cuerpo de Jesús después de la crucifixión, según la costumbre Judía. Para ello llamaron a las dos doncellas que asistían a la Virgen María en vida para que realizaran tal labor con sumo respeto y cuidado. Pero, Dios dispuso por medio de un prodigio y revelación posterior a los Apóstoles Pedro y Juan Evangelista para que no se descubriese, ni tocase el sagrado cuerpo de María.




Ni se descubrió, ni se tocó el sagrado cuerpo de María




Nuestro Señor Jesucristo tuvo un gran celo para proteger la honestidad de su Santísima Madre, tanto que ni con el mismo lo dispuso, porque era varón y el Redentor del mundo. Todo el cuerpo de María Santísima estaba cubierto con su túnica y vestido, como en vida, a excepción de la cara para conocerle y las manos para trabajar. Así ocultó Nuestro Señor Jesucristo el virginal cuerpo de su Beatísima Madre; se lo concedió a petición de ella, de que nadie mirase su cuerpo difunto cuando llegara a la muerte.




Solo su cara y manos fueron vistas durante toda su vida




Nuestro Señor Jesucristo movió a mucha gente de Jerusalén para que asistieran al entierro de su Santísima Madre, apenas quedaron unos pocos en la ciudad que no acompañaron al cortejo fúnebre de María santísima. Además, un gran cortejo invisible de ángeles y santos del cielo hacían resonar sus cantos de alabanza y tocaban sus instrumentos musicales, oyéndolo todo los Apóstoles y muchos fieles. Ocurrían muchos prodigios y mucha gente estaba como atónita, dando gracias a Dios por los favores concedidos por tan singular criatura. Muchos enfermos fueron curados de su enfermedad y de toda dolencia física, los endemoniados eran liberados tan solo al aproximarse al Sagrado cuerpo de María.




Multitud de enfermos fueron curados y muchos endemoniados liberados




El sagrado cuerpo de María fue depositado y cubierto con una sábana, en un sepulcro excavado en la roca en el valle de Josáfat, el cual fue sellado con una loza de piedra cuando el entierro terminó. Ocurrieron muchos prodigios y mucha gente se convirtió al ver las maravillas obradas por el brazo poderoso de Nuestro Señor Jesucristo en atención a su Beatísima Madre. Todos se retiraron a continuar con sus vidas y deberes, quedando los mil ángeles de la guarda custodiando el sagrado cuerpo.




Sepulcro en el valle de Josafat




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