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lunes, 26 de octubre de 2015

"El vicio del Maleficio y la virtud del Verdadero Culto a Dios". Visión de Santa Hildegarda de Bingen.

EL VICIO DEL MALEFICIO Y LA VIRTUD DEL VERDADERO CULTO A DIOS

Visión de Santa Hildegarda de Bingen.



El Liber Vitae Meritorum, "Libro de los méritos de la vida" (1158-1163) es una guía de cómo adquirir merecimientos, a fin de evitar o reducir, por medio de la penitencia en esta vida, cualquier posible castigo futuro.


Está dividido en seis partes. En las cuatro primeras un Hombre mira hacia cada uno de los cuatro puntos cardinales y en la quinta contempla la totalidad del orbe. Las cinco siguen el mismo esquema. En la sexta el Hombre remueve los confines de la tierra, en el sentido que se explica posteriormente. En estas cinco primeras partes, ve y describe un total de 35 imágenes, cada una representa un vicio que hace un parlamento en el que intenta justificar su actuación.









Santa Hildegarda de Bingen nos habla de su visión: "El vicio del Maleficio y la virtud del Verdadero Culto a Dios". El vicio del Maleficio sigue a la frivolidad ya que los hombres sin temor vagan alrededor del territorio del maleficio, con artes diabólicas van a investigar a las criaturas lo que no es esencial, hasta hallar en cualquier sitio lo que quieren saber, abandonando a Dios. Por consiguiente dan su alma al diablo. Muestran dureza y aspereza en el resultado siempre malo del comportamiento y revuelven todo lo que pueden con odio y tiranía, ya que en estas circunstancias no demuestran mansedumbre ni mente tranquila. Arrojan todas sus obras a la suciedad estos hombres transforman todo lo que debería ser su ciencia en caza para conseguir el mal. Mientras los hombres dedican sus estudios a las vanas vanidades, jugando con la frivolidad, acogen con los oídos de su corazón muchísimas sugerencias de males e iniquidades infernales.




Con el vicio del Maleficio abandonan a Dios por las criaturas.




Los espíritus malignos examinan los elementos cuidadosamente, diciendo que los elementos les obedecen, e inducen a los hombres al maleficio. Los incrédulos aceptan las artes persuasorias diabólicas colmados de alegría, rindiéndoles culto y adoración, como si por su medio pudieran conseguir lo que desean. A través de la artes diabólicas realizan sobre diversas criaturas muchos rituales mágicos y hechicerías. Llaman su Dios a lo demoníaco, lo veneran en lugar de Dios. La virtud del Verdadero Culto a Dios se opone al vicio del maleficio, animando a los hombres a estar prevenidos de la inutilidad de ese vicio.



 
Hechicera realizando un Maleficio





Las almas de los que en vida pecaron de Maleficio son atormentados en los infiernos, en un gran pantano hirviente del que emana un terrible hedor, además de otros tormentos aplicados por los demonios. Los que están en el recuerdo de Dios, porque se arrepintieron en vida, serán purificados durante el tiempo establecido por la divina justicia y después irán al cielo. Los que están en el olvido de Dios sufrirán ahí eternamente, con esos y otros tormentos. En vida, para vencer a los espíritus malignos que los inducen al Maleficio y para evitar los castigos futuros por ese vicio, deben vestirse con un vestido áspero y macerarse con ayunos y muy severos azotes. Quien tiene fe lo considera y lo recuerda cuidadosamente para hacer el bien.




Penitencia: vestido áspero, ayunos y muy severos azotes.




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martes, 20 de octubre de 2015

"El vicio de la Frivolidad y la virtud de la Estabilidad prudente". Visión de Santa Hidelgarda de Bingen

EL VICIO DE LA FRIVOLIDAD Y LA VIRTUD DE LA ESTABILIDAD PRUDENTE

Visión de Santa Hildegarda de Bingen.




El Liber Vitae Meritorum, "Libro de los méritos de la vida" (1158-1163) es una guía de cómo adquirir merecimientos, a fin de evitar o reducir, por medio de la penitencia en esta vida, cualquier posible castigo futuro.


Está dividido en seis partes. En las cuatro primeras un Hombre mira hacia cada uno de los cuatro puntos cardinales y en la quinta contempla la totalidad del orbe. Las cinco siguen el mismo esquema. En la sexta el Hombre remueve los confines de la tierra, en el sentido que se explica posteriormente. En estas cinco primeras partes, ve y describe un total de 35 imágenes, cada una representa un vicio que hace un parlamento en el que intenta justificar su actuación.


Santa Hildegarda de Bingen nos habla de su visión: "El vicio de la Frivolidad y la virtud de la Estabilidad Prudente". El vicio de la Frivolidad es la voz de la vanidad, mirada de iniquidad, enuncia sus palabras sin razón, es hija de la desobediencia, es sierva de la lujuria, atrae el ocio y la pereza, no es sabia, no teme a Dios, no tiene amor a Dios, no es discreta, quiere mostrarse en todas partes para que oigan su voz y vean su rostro, no tiene morada fija. El vicio de la Frivolidad acompaña a la Fatuidad porque cae en la inestabilidad mientras induce a la inmoderación a todo lo que esta bien ordenado. No reflexiona en el cielo con alegría ni en la tierra con cuidado. No considera nada correctamente ni distingue nada justamente. Hunde su mente en el aburrimiento y se aleja de la sabiduría, aunque desea aparecer ante los hombres con aspecto venerable y virtuoso.




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Los hombres que se dan al vicio de la Frivolidad no empiezan nada correctamente y no acaban nada correctamente. Andan en todas partes, en todo momento eligen lo desconocido y eligen sitios extraños para morar, pero no se paran nunca. Tales hombres no se revisten de honesta estabilidad. Quieren vagar por todas partes y mostrarse con arrogancia. Los espíritus malignos inspira en los hombres la Frivolidad y los inducen a alejarse de la Estabilidad prudente. A este vicio se le opone la Estabilidad prudente y aconseja a todos los hombres que busquen la honesta estabilidad. También deben hablar con Cristo con amor apasionado.





La Estabilidad prudente.





Los hombres que pecaron de Frivolidad son atormentados en los infiernos en un pantano lleno de podrida y fétida suciedad y están envueltos por una niebla horrorosa que cubre completamente el pantano. Los hombres que están en el recuerdo de la divina misericordia, porque se arrepintieron a tiempo antes de su muerte, serán purificados ahí por el tiempo establecido por la divina justicia y después irán al cielo. Los que están en el olvido de Dios sufrirán otros tormentos para siempre. En vida, los hombres para vencer a los espíritus malignos que los animan a la Frivolidad y para evitar los castigos futuros, maceren sus cuerpos con ayunos y azotes, arrodíllense y laméntense de ese vicio.





Purificación de las almas que pecaron de Frivolidad.



Penitencia por Frivolidad: Ayunos y azotes, de rodillas.




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miércoles, 14 de octubre de 2015

"El vicio de la Fatuidad y la virtud del Respeto". Visión de Santa Hildegarda de Bingen.

EL VICIO DE LA FATUIDAD Y LA VIRTUD DEL RESPETO

Visión de Santa Hildegarda de Bingen.



El Liber Vitae Meritorum, "Libro de los méritos de la vida" (1158-1163) es una guía de cómo adquirir merecimientos, a fin de evitar o reducir, por medio de la penitencia en esta vida, cualquier posible castigo futuro.


Está dividido en seis partes. En las cuatro primeras un Hombre mira hacia cada uno de los cuatro puntos cardinales y en la quinta contempla la totalidad del orbe. Las cinco siguen el mismo esquema. En la sexta el Hombre remueve los confines de la tierra, en el sentido que se explica posteriormente. En estas cinco primeras partes, ve y describe un total de 35 imágenes, cada una representa un vicio que hace un parlamento en el que intenta justificar su actuación.








Santa Hildegarda de Bingen nos dice de su visión: "El vicio de la Fatuidad y la virtud del Respeto". El vicio de la Fatuidad es inicuo y todo lo desordena, todos se ruborizan por sus palabras, no quiere la verdad, dice palabras mentirosas, no permite estar en paz, está en el completo olvido de Dios. Los que eligen este vicio, son incontinentes es sus palabras y hechos, dispersan todo el interés aquí y allá según su voluntad por la necedad de su corazón, tienen un comportamiento desenfrenado en todas las maneras posibles, no son honestos ni tienen vergüenza. Tales hombres si dijeron alabanzas luego dicen difamaciones, pasan de la incontinencia a la inconstancia, conectan un mal principio con un mal fin, tienen desmedida suciedad en sus mentes por este vicio. Se le opone la virtud del Respeto, todo lo de Dios le agrada y no hace daño a nadie, considera al vicio de la Fatuidad como el barro de sus zapatos. Esta virtud aconseja querer a Dios con corazón puro y ánimo disciplinado y rechazar el vicio de la Fatuidad.




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La Fatuidad en la ciencia y las artes.

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Amor a Dios con corazón puro y ánimo disciplinado.




Los espíritus malignos animan a los hombres hacia la Fatuidad y les enseñan palabras y acciones de escarnio hacia todo. Las almas de los que pecaron de Fatuidad son atormentadas por el fuego y otros tormentos en los infiernos. Las almas que están en el recuerdo de la divina misericordia se purificarán ahí el tiempo designado por la divina justicia y después irán a la patria celestial. Los que están en el olvido de Dios serán ahí atormentados para siempre, ya que no se arrepintieron antes de morir. Para liberarse de los espíritus malignos que sugieren la fatuidad y de los castigos futuros, los hombres que tienen este vicio deben hacer la siguiente penitencia, en vida: permanezcan en silencio y sean moderados en sus conversaciones, maceren sus cuerpos con ayunos y azotes.




Los espíritus malignos animan a los hombres a la Fatuidad.


Purificación de las almas que pecaron de Fatuidad.




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sábado, 10 de octubre de 2015

"El vicio de la Discordia y la virtud de la Concordia". Visión de Santa Hildegarda de Bingen.

EL VICIO DE LA DISCORDIA Y LA VIRTUD DE LA CONCORDIA

Visión de Santa Hildegarda de Bingen.



El Liber Vitae Meritorum, "Libro de los méritos de la vida" (1158-1163) es una guía de cómo adquirir merecimientos, a fin de evitar o reducir, por medio de la penitencia en esta vida, cualquier posible castigo futuro.


Está dividido en seis partes. En las cuatro primeras un Hombre mira hacia cada uno de los cuatro puntos cardinales y en la quinta contempla la totalidad del orbe. Las cinco siguen el mismo esquema. En la sexta el Hombre remueve los confines de la tierra, en el sentido que se explica posteriormente. En estas cinco primeras partes, ve y describe un total de 35 imágenes, cada una representa un vicio que hace un parlamento en el que intenta justificar su actuación.








Santa Hildegarda de Bingen nos dice de su visión: "El vicio de la Discordia y la virtud de la Concordia". El vicio de la discordia distingue bien lo que es cada criatura en la tierra y lo que puede hacer. Todo lo trastorna para desestabilizar la armonía que tienen los hombres y se queda solo con aquellas cosas mientras le complacen. A este vicio se le opone la virtud de la Concordia que enseña que la Discordia ha sido lanzada al infierno.




El diablo enseña la discordia y a huir de las virtudes.




Cuando los hombres malvados con deseo mundano desean algo que no pueden tener, inmediatamente crean discordia entre los demás hombres y los molestan, fomentando diferencias de opinión, con su aspereza y amargura disipan lo que Dios ha hecho, ya que no quieren la paz y se alegran mucho cuando destrozan a los demás con palabras y acciones. La Discordia conduce la voluntad de los hombres inicuos a una doble locura cuando los hacer delirar y alborazarse con palabras y hechos. Con las insidias de su locura infunde en todos el terror en lugar de la paz, imita en esto al diablo, de quien proviene. Los espíritus malignos enseñan a los hombres la discordia y los convencen a estar en desacuerdo y a huir de las virtudes.




El hombre malvado crea discordia con palabras y hechos.



Las personas que en vida se mancharon del pecado de discordia sufren terribles penas en los infiernos, con fuego y espesísimas tinieblas, son aguijoneados por los demonios, además de otros tormentos. Por esta iniquidad sufrirán los tormentos destinados a los asesinos. Los que están en el recuerdo de la misericordia divina serán purificados y después del tiempo designado por la justicia divina, irán al cielo. Los que están en el olvido de Dios, serán atormentados ahí por siempre. En vida, los hombres que quieran evitar los espíritus malignos que los arrastran a la discordia y evitar los castigos por ese vicio, deben mortificarse con severos ayunos y duros azotes y evitar lo que sea agradable para su cuerpo. Quien tiene fe lo considera cuidadosamente para actuar el bien.




Los que crearon discordia son purificados con fuego y tinieblas.


Penitencia: Ayunos, azotes y  pequeñas mortificaciones del cuerpo.





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miércoles, 7 de octubre de 2015

"El vicio del Deseo Mundano y la virtud del Desprecio del Mundo". Visión de Santa HIldegarda de Bingen.


EL VICIO DEL DESEO MUNDANO Y LA VIRTUD DEL DESPRECIO DEL MUNDO


Visión de Santa Hildegarda de Bingen.



El Liber Vitae Meritorum, "Libro de los méritos de la vida" (1158-1163) es una guía de cómo adquirir merecimientos, a fin de evitar o reducir, por medio de la penitencia en esta vida, cualquier posible castigo futuro.


Está dividido en seis partes. En las cuatro primeras un Hombre mira hacia cada uno de los cuatro puntos cardinales y en la quinta contempla la totalidad del orbe. Las cinco siguen el mismo esquema. En la sexta el Hombre remueve los confines de la tierra, en el sentido que se explica posteriormente. En estas cinco primeras partes, ve y describe un total de 35 imágenes, cada una representa un vicio que hace un parlamento en el que intenta justificar su actuación.








Santa Hildegarda de Bingen nos dice de su visión: "El vicio del Deseo Mundano y la virtud del Desprecio al Mundo". El vicio del Deseo Mundano desea vivamente acaparar todas las riquezas, honor y belleza y esta siempre dispuesto a recibir un regalo. Así sabe que es reconocido por todos como sabio, honesto y de gran calidad. Le responde la virtud del Desprecio al Mundo, le dice que todos los grandes hombres que han buscado ganar honores y riquezas en este mundo, dijeron que eran dioses ellos mismos o las cosas caducas en las que confiaron. Ellos están en el infierno, ya que no buscaron las cosas de Dios, solo aspiraron a las cosas terrenales. En cambio la virtud del Desprecio al mundo mantiene la señal del Espíritu Santo, cumple todos los Mandamientos de Dios, lo invoca como Padre y aparta de sí mismo los deseos de la carne.




Deseo mundano: acapara toda la riqueza, honor y belleza




Cuando la obstinación en los perversos corazones de los hombres no busca a Dios, pronto le sigue el Deseo Mundano, que no anhela a Dios. El Deseo mundano infunde en los hombres esa ansia de acumular todo, con el pretexto de que pueden ocuparlo en una necesidad, pero lo llevan al extremo de la perversidad, no tienen ninguna moderación, ya que no hacen el bien ni a si mismos ni a los otros. Los espíritus malignos animan a los hombres al deseo mundano y les enseñan a desear todas las cosas. A este vicio se le opone la virtud del Desprecio del mundo que convence a los hombres de anhelar con fe los bienes eternos y a huir de los bienes temporales y caducos.




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Virtud: Desprecio del mundo.




Las almas que pecaron de Deseo Mundano son atormentadas en los infiernos en un gran lago de agua hirviente, los espíritus malignos los obligan con horcones a sumergirse en el agua y padecen otros tormentos. Los que están en el recuerdo de la misericordia divina se purifican e irán al cielo después de transcurrido el tiempo designado por la justicia divina. Los que están en el olvido de Dios, serán atormentados ahí por siempre. En vida, los hombres, pueden purificarse del pecado del Deseo Mundano y evitar los castigos futuros con la siguiente penitencia: dando limosnas y macerando sus cuerpos con ayunos y azotes. Quien tiene fe lo considera cuidadosamente para hacer el bien.





El lago de agua hirviente para los que pecaron del Deseo Mundano.


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Macerar el cuerpo con ayuno y azotes.


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Dar limosna para expiar el pecado de Deseo Mundano.





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lunes, 5 de octubre de 2015

"El vicio de la Obstinación y la virtud del Arrepentimiento". Visión de Santa Hildegarda de Bingen


EL VICIO DE LA OBSTINACIÓN Y LA VIRTUD DEL ARREPENTIMIENTO


Visión de Santa Hildegarda de Bingen.



El Liber Vitae Meritorum, "Libro de los méritos de la vida" (1158-1163) es una guía de cómo adquirir merecimientos, a fin de evitar o reducir, por medio de la penitencia en esta vida, cualquier posible castigo futuro.


Está dividido en seis partes. En las cuatro primeras un Hombre mira hacia cada uno de los cuatro puntos cardinales y en la quinta contempla la totalidad del orbe. Las cinco siguen el mismo esquema. En la sexta el Hombre remueve los confines de la tierra, en el sentido que se explica posteriormente. En estas cinco primeras partes, ve y describe un total de 35 imágenes, cada una representa un vicio que hace un parlamento en el que intenta justificar su actuación.









Santa Hildegarda de Bingen nos dice de su visión: "El vicio de la Obstinación y la virtud del Arrepentimiento". Para el vicio de la Obstinación no hay exceso ni defecto en las cosas y situaciones y cuando afirma algo no puede hacerlo con mansedumbre y sin energía. Piensa que Dios concede lo que quiere conceder y que no debe esforzarse por conseguirlo, no pide a Dios. Le contesta la virtud del Arrepentimiento la cual considera al vicio como una criatura amarga, alguien que no quiere cansarse en su vida cuando todas las criaturas se esfuerzan para obtener su sustento. La virtud invoca a Dios y Él con su gracia le da los bienes. El vicio de la Obstinación nada pide y nada se le dará.




Visión de Santa Hildegarda de Bingen: el vicio de la Obstinación.




Los hombres que se preocupan por las cosas terrenales caen en la obstinación. Este vicio hace que los hombres sean duros y ásperos en sus corazones, tanto que no dan consuelo a nadie y no tienen ninguna preocupación por el poder de razón que se encuentra en otros. Pero la virtud del Arrepentimiento se le opone, invitando a los hombres a dejar la dureza y a suspirar frecuentemente por las cosas divinas, rogando a Dios, para que por su misericordia, los libre de las tentaciones de los espíritus malignos. Los espíritus malignos enseñan la obstinación a los corazones de los hombres y los animan a tener hacia todos un corazón obstinado.




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El arrepentimiento del hijo pródigo.




Las almas de los que pecaron de obstinación de la mente son atormentadas en los infiernos en tinieblas ardientes de pez y azufre. En vida, los que tengan obstinación de espíritu rechácenla e ignoren a los espíritus malignos que se la proponen. Para evitar los castigos hínquense y digan excelsas oraciones a Dios, macérense con ayunos y azotes. Las almas que están en el olvido de Dios quedarán ahí para siempre. Los que están en el recuerdo de la misericordia divina serán purificados y después del tiempo establecido por su justicia irán al lugar de los gozos eternos.




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Sufrieron de obstinación de espíritu, pero se arrepintieron, irán al cielo.





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sábado, 3 de octubre de 2015

"El vicio de la Preocupación de las Cosas Terrenales y el Deseo Celestial". Visión de Santa Hildegarda de Bingen.

EL VICIO DE LA PREOCUPACIÓN POR  LAS COSAS TERRENALES Y LA VIRTUD DEL DESEO CELESTIAL

Visión de Santa Hildegarda de Bingen.





El Liber Vitae Meritorum, "Libro de los méritos de la vida" (1158-1163) es una guía de cómo adquirir merecimientos, a fin de evitar o reducir, por medio de la penitencia en esta vida, cualquier posible castigo futuro.


Está dividido en seis partes. En las cuatro primeras un Hombre mira hacia cada uno de los cuatro puntos cardinales y en la quinta contempla la totalidad del orbe. Las cinco siguen el mismo esquema. En la sexta el Hombre remueve los confines de la tierra, en el sentido que se explica posteriormente. En estas cinco primeras partes, ve y describe un total de 35 imágenes, cada una representa un vicio que hace un parlamento en el que intenta justificar su actuación.










Santa Hildegarda de Bingen nos habla de su visión: "El vicio de la Preocupación de las Cosas Terrenales y el Deseo Celestial". El vicio de la Preocupación de las Cosas terrenales solo se preocupa por la vida, por la comida y el vestido, solo desea adquirir todo lo que sea capaz de conseguir para vivir sobre la tierra. La refuta la virtud del Deseo celestial, que la tiene como una predadora de almas, de mente falaz al no confiar en la providencia Divina, que elige vivir sin la gracia de Dios y no lo desea ni lo busca en sus preocupaciones.




El vicio de la Preocupación por las cosas terrenales.




Los hombres que son inconstantes, tienen inestabilidad en sus mentes y quedan enredados por la preocupación de las cosas terrenales. Por este vicio tienen que soportar la máxima inquietud tanto de alma como de cuerpo. Con eso están desnudos de la suprema santidad, no desean ni buscan cerca de Dios la salvación, puesto que se dedican con acérrima actividad a lo que es temporal y caduco. Le contesta el Deseo Celeste que anima a los hombres a tener las cosas celestes y eternas en mayor consideración que las cosas terrenales. Los espíritus malignos inducen a los hombres a la preocupación por las cosas terrenales.




Las cosas celestes y eternas en mayor valor que las terrenas.




Las almas de los hombres que pecaron de preocupación por las cosas terrenales son castigados en los infiernos por un gran fuego que tiene en sí una gran llama negra, además de otros tormentos. Los que están en el recuerdo de la misericordia divina serán purificados y después irán al Cielo. Los que están en el olvido de Dios serán ahí atormentados para siempre. En vida, para evitar los castigos descritos y para derrotar a los espíritus malignos que los exhortan, los hombres que así se afanan deben hacer penitencia: macerar sus cuerpos con ayunos y azotes según la orden del consejero espiritual y reconducir sus corazones a los pensamientos del cielo.
 



Penitencia: ayunos y azotes y corazón en los pensamientos del cielo.




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jueves, 1 de octubre de 2015

"El vicio del Olvido de Dios y la virtud de la Santidad". Visión de Santa Hildegarda de Bingen.

EL VICIO DEL OLVIDO DE DIOS Y LA VIRTUD DE LA SANTIDAD

Visión de Santa hildegarda de Bingen.



El Liber Vitae Meritorum, "Libro de los méritos de la vida" (1158-1163) es una guía de cómo adquirir merecimientos, a fin de evitar o reducir, por medio de la penitencia en esta vida, cualquier posible castigo futuro.


Está dividido en seis partes. En las cuatro primeras un Hombre mira hacia cada uno de los cuatro puntos cardinales y en la quinta contempla la totalidad del orbe. Las cinco siguen el mismo esquema. En la sexta el Hombre remueve los confines de la tierra, en el sentido que se explica posteriormente. En estas cinco primeras partes, ve y describe un total de 35 imágenes, cada una representa un vicio que hace un parlamento en el que intenta justificar su actuación.








Santa Hildegarda de Bingen nos habla de su visión: "El vicio del Olvido de Dios y la virtud de la Santidad". El vicio del Olvido de Dios considera hacer lo que sabe, lo que entiende y lo que le gusta. Cree que Dios lo ignora y tampoco quiere conocerle, piensa que lo que le conviene hacer debe estar permitido. Se le opone la virtud de la Santidad, la cual invoca a Dios y le pide lo necesario, guarda los Mandamientos y los aprecia.




Visión de Santa Hildegarda: "El olvido de Dios"




El Olvido de Dios viene después de la acedia, los hombres dejan a Dios en el olvido como si no lo conocieran y no desean estar unidos a Él. Llegan a estimar sus decisiones como más importantes que las de Dios. Los hombres que caen en este vicio se han obstinado en su corazón y en su voluntad, oponen con arrogancia sus obras a Dios. Los que dejan a Dios en el olvido en su planes algunas veces resultan malvados, otras ocasiones incrédulos y sombríos en sus hechos variables, dirigen sus pasos al mal y viven entre el olvido de Dios y la dureza de corazón. La Santidad se opone al vicio del olvido de Dios, anima a los hombres a querer a Dios y a dejar ese vicio. Los espíritus malignos llevan a los hombres al olvido de Dios y los persuaden a olvidarse de su Creador y de su obra.



Un hombre que deja a Dios en el olvido, un incrédulo.




Las almas de los hombres que pecaron de olvido de Dios son castigados en los infiernos en un valle de fuego de insoportable hedor y con el olvido de lo que hicieron, además de otros tormentos. Las almas que están en el olvido de Dios quedarán ahí para siempre. Los que se arrepintieron en vida y se convirtieron a Dios serán purificados ahí y después irán a la gloria celestial.



Purificación de los que pecaron de olvido de Dios.



En vida, los hombres para liberarse de los espíritus malignos que los llevan al olvido de Dios deben usar vestidos ásperos, castigar su cuerpo con ayunos y azotes y apartarse un tiempo de la gente, según su consejero espiritual, sacerdote. Deben fijarse en su Creador y sus obras.



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Anacoreta, ayuno y oración en un lugar solitario.



El olvido de Dios envuelve el corazón del hombre con las tinieblas de la incredulidad. Piensan que como nunca han visto a Dios no pueden conocerlo ni hacer caso de Él. El hombre que deseé tener vida gloriosa y la paz en la eternidad debe acordarse de Dios en su juventud, antes de su vejez y de su muerte, antes de que el alma abandone a su cuerpo y vuelva a su Dios que la creó.



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Santa María Egipcíaca haciendo penitencia en el yermo.





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