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martes, 30 de junio de 2015

"El Amor de Dios". Meditación 33 de San Alfonso María de Ligorio.

El AMOR DE DIOS

Meditación 33 de San Alfonso María de Ligorio, Doctor de la Iglesia Católica.




Louis Janmot - Poème de l'âme 1 - Génération divine.jpg
Generación divina. Por amor,  Dios se comunica internamente
en la Santísima Trinidad y externamente con sus criaturas





San Alfonso María de Ligorio nos dice en su Meditación 33: "El Amor de Dios", del grande amor que Dios nos tiene aún antes de llamarnos a la existencia, no existían todavía nuestro padre y madre y Dios ya nos amaba desde la eternidad. De todos los que nos aman, Dios fue el primero en hacerlo y su amor por nosotros es tan grande que nadie se le compara, "ni el amor de mil de las más tiernas madres juntas se compara con el amor que Dios tiene para cada uno de sus hijos". Dios nos puso en el mundo y formó numerosas e innumerables criaturas que nos sirviesen y recordasen ese amor que Él nos profesa y el que nosotros le debemos. Muchos Santos de la Iglesia no dejaban de alabar a Dios al observar la naturaleza creada por Él, todas las creaturas les recordaban que estaban allí para que le amaran. Además de las creaturas de Dios, están los innumerables beneficios que hemos recibido de manos de Él, de nacer en un hogar católico y en el seno de su Santa Iglesia; ¡tantos millones de almas en el mundo que no tienen los sacramentos y los auxilios que proporciona la Iglesia! innumerables hombres en el mundo fueron entregados en las manos de Satanás, viven en los vicios y la disipación, no conocen a Dios o no se acuerdan de Él, ni de la salvación de sus almas... muchos se pierden porque están en los caminos del infierno. En cambio nosotros fuimos favorecidos por Dios, somos creyentes en Cristo, nuestro Salvador y Redentor, al ser puestos en un lugar en donde la Salvación es segura si nunca abandonamos a Jesucristo y su Santa Iglesia.




Dios nos conoce y ama desde antes de
 que existieran nuestro padre y madre.


Dios creó tantas y hermosas criaturas...
para que viéndolas a ellas así lo podamos amar.




Además de tantas y hermosas creaturas que nos dió Dios, su amor no se vio satisfecho hasta que se nos dió y entregó Él mismo. Por el pecado original la humanidad sufría la pérdida del cielo y todos iban al infierno. Hasta el tiempo en que el Hijo de Dios se compadeció de la raza humana y vio que era posible que prosperara su Santo Evangelio, de amor a Dios y paz entre los hombres, para realizar la obra de la redención del hombre que el Padre Celestial le encomendó, conducirnos al cielo y recuperar la gracia divina en nuestras almas para así resistir el pecado. Por los méritos infinitos del Hijo de Dios, bastaba una gota de sangre derramada, una lágrima, una oración, para realizar la redención de este mundo y de mil mundos mayores a este... pero Dios quiere que lo amemos mucho. La encarnación del Hijo de Dios en el hombre causó gran asombro en el cielo y la tierra. Pero, aún mayor asombro causó el cruento sacrificio que padeció Jesucristo al entregarse a morir crucificado en la cruz, para redimir a la raza humana y liberarnos de la esclavitud del demonio... en esa forma Dios quiso mostrar a los hombre cuán grande es el amor que nos tiene. ¿Cómo no amar a nuestro amable redentor que se entregó a tantos tormentos y burlas para arrancarnos de las profundidades del infierno? ¿Cómo dejar de amar a Dios por entregarnos a su Hijo amado para que muriera por nosotros? ¿Cómo no agradecer a Dios que se anonado en carne mortal para redimirnos y recuperarnos nuevamente la amistad con Dios? ¡Después de la redención no podemos dudar del amor que Dios tiene por nosotros! miserables creaturas pecadoras.



Dios fue capaz de entregar a su único Hijo,
para  que con su muerte nos redimiera
 y pudiéramos ir algún día al cielo con Él.




Nuestro Señor Jesucristo se entregó a morir en la cruz por amor a la humanidad de todos los tiempos. Por amor al Padre Celestial y a la raza humana soporta tantos insultos y golpes. ¡Ese bendito amor que arde en su sagrado corazón! ¡ese amor que obligó a Dios a sacrificarse por nosotros para darnos vida eterna y podamos gozarlo en el cielo! No amamos a Dios como debiéramos por no pensar en el amor que nos tiene. ¡Tantos santos que abandonaron la vida mundana para ir a vivir haciendo penitencia en el desierto o en un convento! !Tantos mártires que pensando en el amor de Cristo por nosotros no quisieron negarlo¡ ¡Tantas vírgenes que no dudaron en renunciar a los hijos y a un esposo terrenal para entregarse al divino esposo¡ Jesucristo murió por los santos y así le consagraron sus vidas. También murió por nosotros, pecadores, ¿Que hacemos nosotros para amarle?... Basta que miremos un crucifijo y pensemos que Cristo murió por nosotros para empezar a amarle. Al contemplarlo en el Santísimo Sacramento del altar pensemos en que quiso estar con aquellos cristianos en gracia para fortalecerlos con su cuerpo y sangre preciosos, para desechar el pecado de nuestras almas y así conducirlos al cielo con la mayor seguridad.




Por el gran amor que Dios tiene a la humanidad,
 Jesucristo se sacrificó por nuestros pecados y
 con su resurrección nos promete la vida eterna.



Para leer el e-book, imprimir o descargar el archivo pdf, de la Meditación escrita 33 de San Alfonso María de Ligorio, dar clic en la siguiente imagen:



E-BOOK:




Para ver el video de la Meditación 33 de San Alfonso María de Ligorio: "El Amor de Dios", dar clic en la siguiente imagen:



VIDEO:


sábado, 20 de junio de 2015

Devoción al Sagrado Corazón. Junio 20: "Pidamos al Sagrado Corazón, por el Clero y las Ordenes Religiosas".

MES DE JUNIO DEDICADO AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS





Sacred Heart 1770.jpg






ACTO DE CONTRICIÓN


   ¡Dulcísimo Corazón de Jesús, que en este Divino Sacramento estás vivo e inflamado de amor por nosotros! Aquí nos tienes en vuestra presencia, pidiendo perdón de nuestras culpas e implorando vuestra misericordia. Nos pesa, ¡oh buen Jesús!, haberte ofendido, por ser Vos tan bueno que no mereces tal ingratitud. Concédenos luz y gracia para meditar tus virtudes y formar según ellas nuestro pobre corazón. Amén.


DÍA 20: PIDAMOS AL SAGRADO CORAZÓN, POR EL CLERO Y LAS ÓRDENES RELIGIOSAS


   I. Si el Papa es la cabeza del cuerpo de la Iglesia, el Clero y las Ordenes religiosas son sus brazos. De ellos se sirve para obrar el bien y promover el servicio de Dios: por esto los sacerdotes y religiosos son tan aborrecidos de la impiedad, que a toda hora anda ella procurando o bien destruirlos o bien corromperlos. Dediquemos, pues, hermanos este día de hoy a rogar por tan importante necesidad.

    Pidamos al Sagrado Corazón que encienda y abrase en celo y caridad el alma de sus sacerdotes y religiosos y religiosas, para que por su medio gane cada día terreno el Reino de Dios sobre la tierra, y se conquisten nuevas almas para la gloria celestial. Que sea perfecta en ellos la observancia de las leyes eclesiásticas; que brillen en el pueblo por la pureza de las costumbres; por el desinterés; la obediencia; la humildad y el espíritu de sacrificio.

    ¡Oh Corazón de Jesús! ¡Mira cómo está el mundo, y la necesidad que hay de que trabajen buenos obreros en él! ¡Oh Padre de familias, manda buenos trabajadores a tu Viña. Hazlo, Corazón Divino, por tu gloria y por la salvación de tantas almas que has confiado a la dirección de tus ministros.

    Te lo suplicamos muy especialmente, Sagrado Corazón, en este día de tu devoto Mes.

    Medítese unos minutos.

   II. Como sean los sacerdotes y las Casas religiosas, tales serán los seglares que viven a su alrededor. ¡Ay del pueblo donde reina hasta en los ministros del santuario, el desorden o siquiera la negligencia! ¡Cuánto debe interesarnos ante el Sagrado Corazón esta necesidad!

    ¡Oh Corazón Divino! Da celosos pastores a tus ovejas, ardientes anunciadores a tu palabra, fieles dispensadores a tus Sacramentos. Aviva en las almas que en los Institutos religiosos has escogido como especial porción tuya, y que más estrechamente te están ligados por medio de los votos. Dales el espíritu de oración, la vida mortificada, el reconocimiento interior, la ejemplar observancia.

    ¡Señor! Tú has dicho: “Un poco de levadura hace fermentar toda la masa”. Y ¿quiénes son la levadura de tu pueblo, sino estas almas que Tú has escogido de la masa común de él? Envía santos religiosos, ¡Señor! envía almas de superior perfección, y se transformará el mundo.

    Medítese, y pídase la gracia particular.


ORACIÓN Y ACTO DE CONSAGRACIÓN


    Rendido a tus pies, ¡oh Jesús mío!, considerando las inefables muestras de amor que me has dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo tu adorabilísimo Corazón, te pido humildemente la gracia de conocerte, amarte y servirte como fiel discípulo tuyo, para hacerme digno de las gracias y bendiciones que generoso concedes a los que de veras te conocen, aman y sirven.

    ¡Mira que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Ti como el mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! Mira que soy muy ignorante, oh soberano Maestro, y necesito de tus divinas enseñanzas, para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mira que soy muy frágil, oh poderosísimo amparo de los débiles, y caigo a cada paso, y necesito apoyarme en Ti para no desfallecer! Sé todo para mí, Sagrado Corazón: socorro de mi miseria, luz de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Ti lo espera todo mi pobre corazón. Tú lo alentaste y convidaste cuando con tan tiernas palabras, dijiste repetidas veces en tu Evangelio: Venid a Mí,... Aprended de Mí... Pedid, llamad... A las puertas de tu Corazón vengo pues hoy, y llamo, y pido, y espero. Del mío te hago, oh Señor, firme, formal y decidida entrega. Tómalo, y dame en cambio lo que sabes me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.

    Aquí se rezará tres veces el Padre Nuestro, Ave María y Gloria, en recuerdo de las tres insignias, cruz, corona y herida de la lanza, con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María Alacoque.


   Para ver el video de la Devoción al Sagrado Corazón de Jesús, Junio 20: "Pidamos al Sagrado Corazón, por el Clero y las Ordenes Religiosas", dar clic en la siguiente imagen:



VIDEO:




Devoción al Sagrado Corazón, Junio 19: "Pidamos al Sagrado Corazón, por Nuestro Santo Padre el Papa".

MES DE JUNIO DEDICADO AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS







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ACTO DE CONTRICIÓN


   ¡Dulcísimo Corazón de Jesús, que en este Divino Sacramento estás vivo e inflamado de amor por nosotros! Aquí nos tienes en vuestra presencia, pidiendo perdón de nuestras culpas e implorando vuestra misericordia. Nos pesa, ¡oh buen Jesús!, haberte ofendido, por ser Vos tan bueno que no mereces tal ingratitud. Concédenos luz y gracia para meditar tus virtudes y formar según ellas nuestro pobre corazón. Amén.


DÍA 19: PIDAMOS AL SAGRADO CORAZÓN, POR NUESTRO SANTO PADRE EL PAPA


   I. Hemos llegado ya a la última novena de este Mes del Sagrado Corazón. Ya es hora que pensemos en dirigirnos a Él con nuestro fervor, para rogarle en estos últimos días por las necesidades más urgentes de la sociedad humana. Por las nuestras particulares hemos rogado cada día y podemos seguir haciéndolo en el fondo de nuestro corazón. Por estas otras nuestra oración debe ser pública y común, como son ellas públicas y comunes. Dediquemos, pues, el día de hoy a rogar al Sagrado Corazón por nuestro Santo Padre el Romano Pontífice. Y ¿por qué otro podríamos ofrecer con preferencia nuestra más eficaz oración? Es el Papa el centro de toda la vida católica sobre la faz de la tierra, base de su edificio, cabeza visible del cuerpo espiritual del cual Cristo es cabeza invisible.


    Es, por lo mismo, el objetivo privilegiado de las más violentas iras del infierno. Alrededor de su trono rugen con furor sin igual todas las tempestades de la impiedad. Muchos, despechados, le dirigen brutales amenazas; otros, pérfidos y capciosos, le tienden astutas amenazas.


    ¿Podrá un hijo fiel de la Iglesia dejar solo a su Padre y Pastor en esos duros combates? ¿Podremos no acudir al Sagrado Corazón por esta primera y más urgente necesidad de nuestros días?


    ¡Oh Sagrado Corazón de Jesús! Cubre con tu escudo de protección a este Vicario tuyo, el primero de tus hijos, a quien has constituido en la tierra como Padre y Pastor de nuestras almas en lugar de Ti. Asístele, defiéndele, hazlo vencedor en todas sus luchas.


    Medítese unos minutos.


   II. De todos los deberes del buen católico, el deber de rogar por el Papa es, sin duda, el primero y principal. ¿Qué familia hay en la cual los hijos no se crean obligados a prestar toda clase de auxilios al padre de ella? Aquí la gran familia es el Catolicismo, y el gran padre de ella es el Romano Pontífice. Nosotros somos sus hijos, y los auxilios principales que necesita son los de nuestra fervorosa y constante adhesión.


    Es cierto que quizá nos hemos portado como extraños o indiferentes. ¿Estamos seguros de haber cumplido siempre la obligación de buenos hijos? No sea que esta dejadez nuestra sea motivo de acusación en el tribunal de Dios. No permanezcamos más en esta frialdad y olvido.


    ¡Oh Sagrado Corazón de Jesús! Esta quiero que sea mi petición constante en tu presencia: ¡Salva al Papa! Concede autoridad y fuerza a sus palabras; haz que este mundo indócil respete su voz; haznos sobre todo a nosotros obedientes y sumisos a sus enseñanzas. Que sean confundidos y disipados los que le quieren mal; que vuelvan en sí los que se han extraviado con doctrinas extrañas; que vuelvan jubilosas al amoroso Pastor las ovejas que se han apartado de su rebaño.


    ¡Oh Sagrado Corazón de Jesús! Por los méritos de tu Cruz, por el valor infinito de tu Sangre, por los azotes y las espinas de tu Pasión, dale a tu Vicario sobre la tierra lo que por él te pedimos en el día de hoy.


    Medítese, y pídase la gracia particular.


ORACIÓN Y ACTO DE CONSAGRACIÓN


    Rendido a tus pies, ¡oh Jesús mío!, considerando las inefables muestras de amor que me has dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo tu adorabilísimo Corazón, te pido humildemente la gracia de conocerte, amarte y servirte como fiel discípulo tuyo, para hacerme digno de las gracias y bendiciones que generoso concedes a los que de veras te conocen, aman y sirven.


    ¡Mira que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Ti como el mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! Mira que soy muy ignorante, oh soberano Maestro, y necesito de tus divinas enseñanzas, para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mira que soy muy frágil, oh poderosísimo amparo de los débiles, y caigo a cada paso, y necesito apoyarme en Ti para no desfallecer! Sé todo para mí, Sagrado Corazón: socorro de mi miseria, luz de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Ti lo espera todo mi pobre corazón. Tú lo alentaste y convidaste cuando con tan tiernas palabras, dijiste repetidas veces en tu Evangelio: Venid a Mí,... Aprended de Mí... Pedid, llamad... A las puertas de tu Corazón vengo pues hoy, y llamo, y pido, y espero. Del mío te hago, oh Señor, firme, formal y decidida entrega. Tómalo, y dame en cambio lo que sabes me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.


    Aquí se rezará tres veces el Padre Nuestro, Ave María y Gloria, en recuerdo de las tres insignias, cruz, corona y herida de la lanza, con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María Alacoque.



   Para ver el video de la Devoción al Sagrado Corazón de Jesús, Junio 19: "Pidamos al Sagrado Corazón, por Nuestro Santo Padre el Papa", dar clic en la siguiente imagen:




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domingo, 7 de junio de 2015

Devoción al Sagrado Corazón, Junio 7: "El Sagrado Corazón, Modelo de Celo".

MES DE JUNIO DEDICADO AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS





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ACTO DE CONTRICIÓN


¡Dulcísimo Corazón de Jesús, que en este Divino Sacramento estás vivo e inflamado de amor por nosotros! Aquí nos tienes en vuestra presencia, pidiendo perdón de nuestras culpas e implorando vuestra misericordia. Nos pesa, ¡oh buen Jesús!, haberte ofendido, por ser Vos tan bueno que no mereces tal ingratitud. Concédenos luz y gracia para meditar tus virtudes y formar según ellas nuestro pobre corazón. Amén.



DÍA 7: EL SAGRADO CORAZÓN, MODELO DE CELO


I. Será hoy objeto de nuestra meditación el celo del Sagrado Corazón de Jesús. Se entiende por celo un deseo ardiente de la gloria de Dios y de la salvación de las almas, y una actividad siempre en movimiento para conseguir esos objetos. ¿Quién podrá debidamente ponderar cuáles fueron este deseo y esta actividad en el Sagrado Corazón de Jesús? Un solo pensamiento era el suyo, uno solo el que le hacía palpitar noche y día: glorificar al Padre celestial y salvar al mundo. Si predica, si obra milagros, si anda a pie largas jornadas, si toma parte en los banquetes de los pecadores, si se transfigura glorioso en el Tabor o se deja aplastar como un gusano por sus enemigos, si muere, por fin, o si resucita, todo obedece a un mismo plan, todo tiene por blanco glorificar a Dios, salvar al hombre.

    El celo por esa empresa le tenía siempre inquieto y extasiado, y le hacía hablar de sus próximos sufrimientos como de gloriosos triunfos. Al dirigirse a Jerusalén la última vez para ser allí preso y crucificado se admiraban los discípulos de que llevase el paso más apresurado que de costumbre. Era su celo ardiente que le atraía como de sí a la realización de sus constantes deseos.

Medítese unos minutos.


II. ¡Cómo contrasta esa actividad ardorosa del Corazón de Jesús con la frialdad ordinaria del mío! ¡Ah! Es verdad. También el mío se mueve, se agita, se acalora, se enciende, pero ¿es por la gloria de Dios? ¿es por el bien de mis hermanos? ¿O es al contrario por viles intereses del momento, por sutiles Puntos de honra, por miserables competencias del amor propio? ¡Ah! ¡que el celo que me devora no es tal vez sino ambición, codicia, vanidad, esto es, el celo del mundo!

    ¿Qué hago, en efecto, por la honra divina? ¿Cómo siento sus injurias? ¿Cómo me esfuerzo en evitarlas o siquiera en repararlas? Si estuviesen tan amenazados mis intereses como lo están siempre los de Dios, ¿estaría tan tranquilo y sosegado como estoy ahora en presencia de la guerra impía que se le hace? ¡Ojalá no sea yo de aquellos mismos que, con su flojedad y malos ejemplos, contribuyen a esa deshonra de la Religión y ruina de las almas!

   ¡Oh Señor! Dame una chispa, una chispa sólo de ese fuego abrasador que consumió tu Corazón; dámela para que experimente como Tú la pasión de tu celo. Quiero ser Apóstol de tu gloria y de tu nombre, en la medida que lo permitan mis fuerzas y condición. Con mi conversación, con mi porte exterior, con mi influencia, con mis relaciones, con mi dinero, con mi oración, procuraré trabajar cuanto pueda, para que seas cada día más honrado y glorificado.


Medítese, y pídase la gracia particular.



ORACIÓN Y ACTO DE CONSAGRACIÓN


Rendido a tus pies, ¡oh Jesús mío!,considerando las inefables muestras de amor que me has dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo tu adorabilísimo Corazón, te pido humildemente la gracia de conocerte, amarte y servirte como fiel discípulo tuyo, para hacerme digno de las gracias y bendiciones que generoso concedes a los que de veras te conocen, aman y sirven.

   ¡Mira que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Ti como el mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! Mira que soy muy ignorante, oh soberano Maestro, y necesito de tus divinas enseñanzas, para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mira que soy muy frágil, oh poderosísimo amparo de los débiles, y caigo a cada paso, y necesito apoyarme en Ti para no desfallecer! Sé todo para mí, Sagrado Corazón: socorro de mi miseria, luz de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Ti lo espera todo mi pobre corazón. Tú lo alentaste y convidaste cuando con tan tiernas palabras, dijiste repetidas veces en tu Evangelio: Venid a Mí,... Aprended de Mí... Pedid, llamad... A las puertas de tu Corazón vengo pues hoy, y llamo, y pido, y espero. Del mío te hago, oh Señor, firme, formal y decidida entrega. Tómalo, y dame en cambio lo que sabes me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.

   Aquí se rezará tres veces el Padre Nuestro, Ave María y Gloria, en recuerdo de las tres insignias, cruz, corona y herida de la lanza, con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María Alacoque.


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VIDEO:

viernes, 5 de junio de 2015

Devoción al Sagrado Corazón. Junio 5: "El Sagrado Corazón, Modelo de Generosidad".

MES DE JUNIO DEDICADO AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS





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ACTO DE CONTRICIÓN


    ¡Dulcísimo Corazón de Jesús, que en este Divino Sacramento estás vivo e inflamado de amor por nosotros! Aquí nos tienes en vuestra presencia, pidiendo perdón de nuestras culpas e implorando vuestra misericordia. Nos pesa, ¡oh buen Jesús!, haberte ofendido, por ser Vos tan bueno que no mereces tal ingratitud. Concédenos luz y gracia para meditar tus virtudes y formar según ellas nuestro pobre corazón. Amén.




DÍA 5: EL SAGRADO CORAZÓN, MODELO DE GENEROSIDAD


I. Fijemos hoy los ojos del alma en esta especial virtud del Sagrado Corazón. Su generosidad ha sido para con nosotros tan grande, que mayor no puede ya exigirla ni concebirla nuestra imaginación. Todo, todo, hasta sí mismo, nos lo ha dado generosamente el Sagrado Corazón de Jesús. Mientras vivió en carne mortal, se empleó todo en servicio del hombre; por él obró sus milagros, hizo su predicación, se fatigó, sudó, derramó lágrimas y sangre.


    Se acercaba la hora de su Pasión, y después de haberse empleado todo por el hombre, inventó un milagro especial para poder darse a Sí mismo en su verdadero Cuerpo y Sangre por medio del Santísimo Sacramento.


    ¿Podría dar otra cosa? Sí, todavía otra cosa. Vio al pie de la cruz a su Madre, y aun de ella nos hizo al morir, generosa entrega. ¿Le quedaba aún algo que dar? Unas pocas gotas de sangre quedaban en su Corazón, y ya difunto, permite que se lo rompa un soldado, para que ni éstas dejen de derramarse en provecho nuestro. Aun hoy se nos da a todas horas en nuestros altares, a todos sin distinción, dispuesto siempre a ser generoso hasta con los más ingratos.


    De modo que por su inefable generosidad, es nuestra su doctrina, es nuestra su propia Madre, son nuestros su Cuerpo y Sangre, es nuestro su cielo. Sí, porque después de habérsenos dado por maestro, por alimento y por redención, quiere por toda la eternidad ser Él mismo, y no otro, nuestra recompensa.


    ¡Oh generosidad inmensa de tan generosísimo Corazón!


    Medítese unos minutos.


II. ¡Qué distante se halla de corresponder a esta sublime virtud del Sagrado Corazón de Jesús, mi mezquino corazón! El suyo es todo generosidad; el mío es todo egoísmo. Tal vez sirvo a Dios, es verdad; pero midiendo y escatimando mis servicios, por temor de hacer siempre demasiado. Cuando no me obliga algo bajo precepto de pecado mortal, me basta eso quizá para creerme ya desobligado. Me parece que amo ya lo suficiente cuando no agravio, o que soy ya el mejor de los amigos cuando no soy un traidor.


    ¿Qué hago por quien tanto hizo por mí? Cualquier sacrificio se me hace imposible; cualquier respeto humano basta para detenerme. Y cuando me resuelvo a hacer algo por mi Dios, ¿es desinteresado mi servicio? ¿Qué haría si no me amenazara Él con el infierno? ¡Ah! Tal vez el mismo cielo no tuviera para mí bastantes atractivos.


    ¡Oh criatura vil, que sólo sirve por temor o por la paga! ¡Oh ! diré con la Imitación "¿Cuándo habrá alguien, oh Señor, que se disponga a servirte gratuitamente?" .


    Yo he de ser, ¡Jesús mío!, yo he de ser. Seré generoso, ¡oh buen Jesús!, no me limitaré a lo que manda tu ley, sino que me extenderé a todo lo que yo sepa que sea de tu mayor agrado. Tómalo todo de mí, ¡oh buen Jesús!: cuerpo, alma, salud, fuerza, libertad, honra, intereses, vida.


    De todo esto te hago ofrenda, y en todo quiero que seas Tú única y exclusivamente servido.


    Medítese., y pídase la gracia particular.



ORACIÓN Y ACTO DE CONSAGRACIÓN


    Rendido a tus pies, ¡oh Jesús mío!, considerando las inefables muestras de amor que me has dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo tu adorabilísimo Corazón, te pido humildemente la gracia de conocerte, amarte y servirte como fiel discípulo tuyo, para hacerme digno de las gracias y bendiciones que generoso concedes a los que de veras te conocen, aman y sirven.


    ¡Mira que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Ti como el mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! Mira que soy muy ignorante, oh soberano Maestro, y necesito de tus divinas enseñanzas, para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mira que soy muy frágil, oh poderosísimo amparo de los débiles, y caigo a cada paso, y necesito apoyarme en Ti para no desfallecer! Sé todo para mí, Sagrado Corazón: socorro de mi miseria, luz de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Ti lo espera todo mi pobre corazón. Tú lo alentaste y convidaste cuando con tan tiernas palabras, dijiste repetidas veces en tu Evangelio: Venid a Mí,... Aprended de Mí... Pedid, llamad... A las puertas de tu Corazón vengo pues hoy, y llamo, y pido, y espero. Del mío te hago, oh Señor, firme, formal y decidida entrega. Tómalo, y dame en cambio lo que sabes me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.


    Aquí se rezará tres veces el Padre Nuestro, Ave María y Gloria, en recuerdo de las tres insignias, cruz, corona y herida de la lanza, con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María Alacoque.


    Para ver el video de la Devoción al Sagrado Corazón de Jesús, Junio 5: "El Sagrado Corazón, Modelo de Generosidad", dar clic en la siguiente imagen:



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miércoles, 3 de junio de 2015

"De la Gloria". Meditación 29 de San Alfonso María de Ligorio.

DE LA GLORIA



Meditación 29 de San Alfonso María de Ligorio





San Alfonso María de Ligorio nos dice en su Meditación 29: "De la Gloria", de la feliz y eterna dicha que disfrutará aquél que en la tierra ha sufrido con paciencia todas la tribulaciones que Dios le ha enviado y ha sabido unirlos a la dolorosa pasión que nuestro Señor Jesucristo sufrió para redimir a todo el género humano. Todo sufrimiento en este mundo, por muy grande que sea, tolerado por amor a Cristo nos conducirá, después de la muerte, a una gloria felicísima, en donde no hay ni sombra de preocupación, donde esta Dios colmando de gozo inenarrable a las almas que ama. Ahí no hay nada desagradable y solo hay bienes que deleitan y embriagan a las almas al contemplar el santo rostro de Dios. En el cielo se derrama el gran amor de Dios sobre todos sus habitantes: ángeles y almas santas; Cristo y la Santísima Virgen María constituyen la eterna consolación y alegría de aquellos que en la tierra siempre los tuvieron presentes en su mente y corazón, amándolos en el prójimo, en los más pequeños y miserables de la tierra. Ni los santos que han sido arrebatados al cielo ha sabido describir con palabras el gozo inefable que tienen los bienaventurados que gozan de aquella patria feliz; si Dios determinará que alguno de ellos volviera a la tierra, lo aceptaría por obedecer a Dios, pero estaría muy triste y ansioso esperando la muerte, no quisiera disfrutar los bienes perecederos de este mundo para no perder a Dios y los bienes del otro.




Gozos sin fin, disfrutando del amor de
 Dios  y  su cielo empíreo.





Se tienen tantos deleites para todos los sentidos en el cielo que no les llevan a olvidarse de Dios, sumo bien y superior gozo al contemplarlo cara a cara, al amarlo intensamente por sus perfecciones infinitas, por el amor grandísimo que muestra a todos los que con Él habitan en su santísimo reino. Si Dios mostrara su rostro a los condenados en el infierno, el infierno dejaría de ser infierno para ellos, aún sufriendo los atroces tormentos en sus sentidos; esa es la mayor pena para los condenados: no ver jamás el bondadoso rostro de Dios y sus perfecciones infinitas. Las almas en el Purgatorio sufren pacientemente para purificarse e ir al cielo, nuestro Señor Jesucristo les ha mostrado su gloria divina, como la mostró en el monte Tabor a sus apóstoles elegidos, para que con el recuerdo de Él purifiquen con alegría sus almas manchadas por los pecados perdonados en la confesión y que aún tienen la culpa de daño; a los que son condenados al infierno el sumo Juez no muestra su gloria divina, pues ahí es lugar de tormentos sin fin y no lugar de deleites, por recordar a Dios. Aunque no es posible, si a una alma se le diera a decidir entre salvarse y no ver nunca a Dios y condenarse y ver a Dios, preferiría condenarse y ver siempre a Dios, aún sufriendo las atroces llamas y demás infernales suplicios. Así es el Purgatorio, pero solo con el recuerdo de Dios; las almas sufren suplicios similares a los que se padecen en el infierno, pero el recuerdo de la visión de Dios les mantiene en la esperanza de ir al cielo cuando estén perfectamente purificadas, incluso hay almas que se creen condenadas si reciben ese castigo, por sus pecados, al no recordar que se salvan; el que se arrepiente sinceramente de sus pecados, le pide perdón a Dios por las ofensas que le hizo y encomienda su alma a la misericordia divina, se salva; más no espere salvación el que no confesó sus pecados mortales a un sacerdote y o que jamás se arrepintió de sus pecados.




Su infierno dejaría de ser infierno,  si Dios le mostrara
 su rostro, solo así tendría esa expresión  de paz
 soportando los suplicios infernales.



Dios, Trinidad Santísima, derramando su
amor sobre todos los ángeles y
bienaventurados de la ciudad celestial.




En el cielo el bienaventurado tiene la completa seguridad de ser amado por Dios, de nunca perderle, de estar abismado en el amor divino. Conocerá el grande amor que Dios le mostró en vida para ayudar a salvarlo, de los castigos que Dios tuvo que permitir para hacer que su alma recobrara el sentido del amor divino. Sabe que muchas almas en el infierno están ahí por culpas menores a las suyas y agradecerá a Dios eternamente por la gracia concedida para lograr apartarle de los caminos del pecado. Siempre feliz en el cielo... embriagado por el amor de Dios y sus divinos consuelos. Los bienes terrenales los considera como nada, comparados con los que goza en el cielo... los palacios de este mundo son como simples chozas comparados con los que hay en las moradas eternas. Por la posesión de Dios y de su cielo muchos santos y mártires fueron capaces de soportar los más atroces tormentos que los tiranos de este mundo pudieron inventar... aún los tormentos de sus verdugos son poco comparados con los que se sufren por siempre en el infierno... ¡no podían permitirse perder sus almas y aborrecer a un Dios que es todo bondad con los que lo aman!.




El mártir cristiano con su sangre compra
 su entrada inmediata al cielo, para ir a
agradecer a Cristo por haberlo salvado
de la condenación en el infierno.





Para leer el e-book, imprimir o descargar el archivo pdf, de la Meditación 29 de San Alfonso María de Ligorio: "De la Gloria", dar clic en el siguiente enlace:






Para ver el video de la Meditación 29 de San Alfonso María de Ligorio: "De la Gloria", dar clic en la siguiente enlace:


VIDEO:

martes, 2 de junio de 2015

Devoción al Sagrado Corazón. Junio 1: "El Sagrado Corazón, Modelo de Amor."

MES DE JUNIO DEDICADO AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS







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ACTO DE CONTRICIÓN



¡Dulcísimo Corazón de Jesús, que en este Divino Sacramento estás vivo e inflamado de amor por nosotros!Aquí nos tienes en vuestra presencia, pidiendo perdón de nuestras culpas e implorando vuestra misericordia. Nos pesa, ¡oh buen Jesús!, haberte ofendido, por ser Vos tan bueno que no mereces tal ingratitud. Concédenos luz y gracia para meditar tus virtudes y formar según ellas nuestro pobre corazón. Amén.



DÍA 1: EL SAGRADO CORAZÓN, MODELO DE AMOR



I. ¿Qué motivos han inducido al Señor a darnos su Sagrado Corazón? Sólo motivos de amor. Porque nos amó se hizo hombre, porque nos amó sufrió Pasión y muerte, porque nos amó quiso quedarse en la Eucaristía, porque nos amó se dignó manifestarnos en estos últimos tiempos las riquezas de su adorable Corazón.

¿Y a quién amó? A criaturas ingratas y culpables, indignas de ocupar uno solo de sus pensamientos. Nos vio como éramos, pobres, infelices, llenos de corrupción y de pecados. Por nuestra suma miseria nos amó. ¡Oh amor tiernísimo del Corazón de Jesús!

¿Y cómo nos amó? No como aman los hombres, ni como aman los Ángeles, ni como ama la misma Virgen María. Nos amó como sólo puede amar Él; con amor eterno, infinito, divino, amor del Corazón de un Dios.

¡Oh Pobre corazón mío! ¡Qué nobleza la tuya! Has sido amado a pesar de tu miseria por el Corazón de todo un Dios! ¿Conoces ¡oh hombre! hasta qué punto te ha engrandecido Dios, haciéndote objeto de su amor?

Medítese unos minutos,


II. ¿Y qué pide el Corazón de Jesús a cambio de este amor? No pide nuestra vida, nuestra salud ni nuestras riquezas. Pide sólo el amor de nuestro corazón. Pide sólo ser amado, no como merece El, sino como podemos amar nosotros con nuestro pobre corazón. Con una gotita del nuestro se contenta Él, a cambio del océano que nos da del suyo.

¡Tengo sed!, clama desde este sagrario, como desde la cruz. Tengo sed de vuestro amor. ¡Ah! ¡hermanos! ¡no nos hagamos los sordos a este grito amoroso del Corazón de Jesús! ¡Amemos al Sagrado Corazón!

¿Y cómo se le ama? Se le ama guardando su ley, procurando seguir sus inspiraciones; buscándole amigos que le quieran; ganándoles almas que un día sean con El dichosas; evitándole injurias y menosprecios; desagraviándole por ellos. Así se aman los hombres unos a otros. Así debemos amar a Jesús.

¿Qué haces tú por aquel padre, por aquella esposa, por aquel hermano, por aquel amigo a quien amas tanto? ¿Cómo les hablas? ¿Cómo les sirves? ¿Cómo les contentas? pues bien; haz lo mismo con el Corazón de tu buen Jesús, y estará satisfecho de ti.

¡Ay de ti si no le amas por lo menos de esta manera! ¡Infeliz! Deberás aborrecerlo por toda la eternidad.




ORACIÓN Y ACTO DE CONSAGRACIÓN



Rendido a tus pies, ¡oh Jesús mío!,considerando las inefables muestras de amor que me has dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo tu adorabilísimo Corazón, te pido humildemente la gracia de conocerte, amarte y servirte como fiel discípulo tuyo, para hacerme digno de las gracias y bendiciones que generoso concedes a los que de veras te conocen, aman y sirven.


¡Mira que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Ti como el mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! Mira que soy muy ignorante, oh soberano Maestro, y necesito de tus divinas enseñanzas, para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mira que soy muy frágil, oh poderosísimo amparo de los débiles, y caigo a cada paso, y necesito apoyarme en Ti para no desfallecer! Sé todo para mí, Sagrado Corazón: socorro de mi miseria, luz de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Ti lo espera todo mi pobre corazón. Tú lo alentaste y convidaste cuando con tan tiernas palabras, dijiste repetidas veces en tu Evangelio: Venid a Mí,... Aprended de Mí... Pedid, llamad... A las puertas de tu Corazón vengo pues hoy, y llamo, y pido, y espero. Del mío te hago, oh Señor, firme, formal y decidida entrega. Tómalo, y dame en cambio lo que sabes me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.


Aquí se rezará tres veces el Padre Nuestro, Ave María y Gloria, en recuerdo de las tres insignias, cruz, corona y herida de la lanza, con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María Alacoque.


Medítese, y pídase la gracia particular.





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