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martes, 29 de septiembre de 2015

"El vicio de la Acedia y la virtud de la Fortaleza". Visión de Santa Hildegarda de Bingen.

EL VICIO DE LA ACEDIA Y LA VIRTUD DE LA FORTALEZA

Visión de Santa Hildegarda de Bingen.




El Liber Vitae Meritorum, "Libro de los méritos de la vida" (1158-1163) es una guía de cómo adquirir merecimientos, a fin de evitar o reducir, por medio de la penitencia en esta vida, cualquier posible castigo futuro.


Está dividido en seis partes. En las cuatro primeras un Hombre mira hacia cada uno de los cuatro puntos cardinales y en la quinta contempla la totalidad del orbe. Las cinco siguen el mismo esquema. En la sexta el Hombre remueve los confines de la tierra, en el sentido que se explica posteriormente. En estas cinco primeras partes, ve y describe un total de 35 imágenes, cada una representa un vicio que hace un parlamento en el que intenta justificar su actuación.










Santa Hildegarda de Bingen nos habla de su Visión: "La Acedia y la Fortaleza". La Acedia dice que con la molicie y el evitar trabajos lleva mejor vida que otros, no desea una vida estrecha y laboriosa, puesto que no ha realizado muchos pecados. Muchos llevan una vida de penitencia y aun así cometen pecados, para que se apura por esto. El vicio de la Acedia vive sin la sabiduría de Dios y es rechazada por la misericordia de Dios, ya que desea cosas que no podrá conseguir con su entumecida pereza. Descuida la injusticia y no esta atenta. La virtud de la fortaleza refuta los argumentos del vicio de la Acedia, que no se compara ni con las pequeñas criaturas que buscan su comida incluso en las penurias para sobrevivir, ninguna criatura puede vivir sin preocuparse en esta vida.




Visión de Santa Hildegarda: la Acedia





Los hombres que quieren la acedia no tiene ninguna sabiduría y discreción al contemplar las cosas, solo miran la utilidad, son necios e inestables en sus acciones, son ligeros de corazón, no quieren la honestidad sino la pereza. Los hombres ociosos descuidan hacer obras buenas y eficaces, son negligentes en el obrar, son aburridos, no se preocupan por la salvación del alma y no hacen ningún trabajo por el cuerpo. Los espíritus malignos inducen a los hombres a la acedia y los animan a ser tibios en todas las cosas. En cambio la fortaleza anima a los hombres a realizar algún trabajo útil con sus manos, aconseja rechazar la acedía y socorrer rápidamente a los demás, tanto física como espiritualmente.




El pecado de la Acedia



El hombre con la virtud de la fortaleza busca la sabiduría, rechaza la molicie y se revela firme en la fortaleza. La sabiduría discierne todo lo que en las criaturas debe ser distinguido y aplica de muchos modos esta distinción a la esmerada elección de lo que se debe hacer. Se reconoce su valor puesto que en la tierra como en el cielo discierne las cosas del espíritu y del mundo. El hombre creyente debe dedicarse a las cosa de su alma con la contemplación de Dios, mientras realiza sus trabajos sabiamente. La Sabiduría no permite que los hombres sean perezosos,les muestra las muchas maneras en las que pueden actuar, así no se presentarán ante Dios sin obras buenas.



Sandro Botticelli - Fortitudo (Uffizi).jpg
La virtud de la Fortaleza.




Los hombres que en el mundo pecaron de acedia son castigados en los infiernos con fuego y golpeados por los espíritus malignos con bastones de fuego por su pereza. Esos pecadores que murieron arrepentidos y pidieron perdón a Dios están en el recuerdo de la misericordia divina y serán purificados para después ir al paraíso con sus almas limpias. Los que están en el olvido de Dios serán atormentados en el infierno para siempre porque murieron en el mal. En vida, para evitar los espíritus malignos que los persuaden con la acedia y para evitar los castigos por ese vicio, dirijan excelsas oraciones a Dios sirviéndole en la honradez y castiguen sus cuerpos con ayunos y azotes.




Purificación de las almas que en el mundo pecaron de acedia.
 




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domingo, 27 de septiembre de 2015

"El vicio de la Injusticia y la virtud de la Justicia". Visión de Santa Hildegarda de Bingen.

EL VICIO DE LA INJUSTICIA Y LA VIRTUD DE LA JUSTICIA

Visión de Santa Hildegarda de Bingen.




El Liber Vitae Meritorum, "Libro de los méritos de la vida" (1158-1163) es una guía de cómo adquirir merecimientos, a fin de evitar o reducir, por medio de la penitencia en esta vida, cualquier posible castigo futuro.


Está dividido en seis partes. En las cuatro primeras un Hombre mira hacia cada uno de los cuatro puntos cardinales y en la quinta contempla la totalidad del orbe. Las cinco siguen el mismo esquema. En la sexta el Hombre remueve los confines de la tierra, en el sentido que se explica posteriormente. En estas cinco primeras partes, ve y describe un total de 35 imágenes, cada una representa un vicio que hace un parlamento en el que intenta justificar su actuación.









Santa Hildegarda de Bingen nos habla de su Visión: "La Injusticia y la Justicia". La Injusticia no desea derramar su justicia sobre nadie, no tiene que cuidar de los demás para considerarse criatura de Dios. Se considera más sabio y prudente que los demás, no lo niega como si no supiera nada. Rechaza el modo de vida de los otros, teniéndola por mejor actitud la suya, como más ventajosa. Rechaza al hombre y la acción de Espíritu Santo en él. Le refuta la Justicia, virtud que se le opone, diciendo que Dios ha establecido todas las cosas para que se tomen en consideración unas a otras, cuanto más aprende uno de otro más gana en conocimiento. El hombre realiza con ayuda de las criaturas lo que le es necesario. La justicia reconoce en el hombre los dones del Espíritu Santo, sabe que son obra de Dios y está en armonía con ellos.




Injusticia: visión de Santa Hildegarda: Cervato-puerco-oso.




Injusticia: "Juego de manos es de villanos"



La injusticia no tiene ninguna alegría en la vida y no se separa de la primera iniquidad. Los hombres injustos desean parecer útiles con su ciencia pero sus mentes son perversas, pisotean toda providencia e idea del bien. Los que quieren la injusticia no quieren observar la ley, ya que en la injusticia no se encuentra ningún tipo de equidad. Establecen como ley todo lo que quieren, tan amplio como quieren. Cuando intentan combatir a todo y resistir a todo, sus acciones son realizadas con maldad y daño a los otros. Quieren que todo se realice gracias a si mismos y que todo ocurra según su voluntad. Los espíritus malignos convencen a los hombres para que nadie de al otro lo que le corresponde y les sugieren todo tipo de injusticia. al vicio de la injusticia se le opone la virtud de la justicia y pide a todos los hombres rechazar este vicio.





Albert Chevallier Tayler - St Francis 1898.jpg
Es Justicia alabar a Dios por su creación maravillosa.


San Francisco y Santa Clara, alabando a Dios por todo bien.




Los hombres que persistieron en los caminos de la injusticia son atormentados cruelmente en los infiernos por los espíritus malignos, con fuego y látigos ardientes. Los que se arrepintieron en vida, están en el recuerdo de la misericordia divina, serán purificados y después del tiempo establecido por la justicia de Dios irán al lugar de los gozos eternos. Los que están en el olvido de Dios están perdidos para siempre.




Purificación en los infiernos, los injustos arrepentidos.


Penitencia: Ayunos, azotes y excelsas oraciones a Dios.




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sábado, 26 de septiembre de 2015

"El vicio de la Lujuria y la virtud de la Castidad". Visión de Santa Hildegarda de Bingen.

 EL VICIO DE LA LUJURIA Y LA VIRTUD DE LA CASTIDAD


 Visión de Santa Hildegarda de Bingen.




El Liber Vitae Meritorum, "Libro de los méritos de la vida" (1158-1163) es una guía de cómo adquirir merecimientos, a fin de evitar o reducir, por medio de la penitencia en esta vida, cualquier posible castigo futuro.


Está dividido en seis partes. En las cuatro primeras un Hombre mira hacia cada uno de los cuatro puntos cardinales y en la quinta contempla la totalidad del orbe. Las cinco siguen el mismo esquema. En la sexta el Hombre remueve los confines de la tierra, en el sentido que se explica posteriormente. En estas cinco primeras partes, ve y describe un total de 35 imágenes, cada una representa un vicio que hace un parlamento en el que intenta justificar su actuación.








Santa Hildegarda de Bingen nos dice de su Visión: "El vicio de la Lujuria y la virtud de la Castidad". El vicio de la Lujuria piensa en cumplir completamente las exigencias de la carne, para no estar rabiosa, fraudulenta, retorcida y envuelta en la inquietud. Hace todo lo que esta permitido porque así es la naturaleza y no encuentra motivos para abstenerse, no se niega las cualidades de una vida alegre y un espíritu brillante. Siempre se entretiene con la impudicia y yace en el lecho atrayendo la deshonra de la impudicia. El vicio de la Lujuria creció cuando Adán y Eva prestaron oídos a la serpiente y fueron desobedientes a Dios. En cambio la virtud de la castidad se cuida de todo lo anterior que corresponde al vicio, de su boca no salen palabras que enseñan la inmoralidad lúbrica, todas sus obras están benditas por Dios. Es honesta y pudorosa llevando una vida agradable.




Hombres lujuriosos tratando de obtener a Susana.




Hace lo mismo que el adicto a la pornografía, lujuria.





Los hombres que desesperan de tener misericordia de Dios, si ya no esperan de Él ningún bien, se aferran a la Lujuria, en la que satisfacen todos sus placeres realizando cualquier acto que la suciedad de su carne exija. La lujuria es estímulo y deseo del pecado. Ella menosprecia la rectitud de las buenas y castas obras. Ella afirma, por boca de los hombres lujuriosos, que no es capaz de abstenerse de los deseos de su propia carne. Los hombres que viven en la Lujuria tienen en sus mentes el ardor libidinoso en lugar del pudor. Este vicio conduce las intenciones de los malvados en una pereza impura, así están más predispuestos a los deseos de la lujuria. Creen que el placer es agradable y la mortificación de la carne no es justa, solo saben andar por las sendas de una vergonzosa lascivia. Los hombres inmundos que se dedican a la lujuria se hacen parecidos a los animales depravados, huyen de la virtud de la castidad, por juicio de Dios se hacen esclavos de sus pasiones de la carne, porque buscaron hacer la propia voluntad de su naturaleza, sin acordarse de Dios. Dios los deja libres para que caigan en la suciedad que tan intensamente anhelan y para que dirijan su carne a la infamia de la perversión, al realizar actos impropios. Transforman su cuerpo en perversión y se alejan de Dios. Por consiguiente, el diablo suscita en ellos muchas pasiones y deseos de la carne, de las cuales no quieren ni pueden dejarlas. La Castidad se le opone e invita a los hombres a alejarse del vicio y mantenerse en la fe.




Los malvados no son capaces de abstenerse.


Castidad, pidiendo a Dios.





Las almas que esclavizaron su cuerpo con lujuria y fornicación sufren grandes penas en los infiernos, con fuego y azufre son atormentados. Los que pecaron de adulterio son lanzados de un fuego a otro por los espíritus malignos. Las almas que hicieron voto de castidad a Dios y lo violaron, tuvieron que soportar granizo de fuego y hielo, porque no quisieron acordarse de su voto mientras pecaban voluntariamente. Los que tuvieron relaciones innaturales en la fortificación atraviesan un vasto y horrible pantano, mientras los espíritus malignos arrojan agua hirviendo sobre ellos y los obligan con horcones a ocultarse en el barro. Los que fornicaron con ganado son obligados por los espíritus malignos a pasar por varios fuegos, golpeándolos con flagelos ardientes.




"Yo los purificaré como oro en el crisol"




Para liberarse de los espíritus malignos que inducen a la lujuria y para evitar los castigos, los hombres deben hacer rigurosos ayunos, castigar su cuerpo con azotes, hincarse de rodillas y elevar excelsas oraciones a Dios. El que no se purifique en este mundo con la penitencia será purificado en el otro con los castigos anteriormente descritos. El que muera en el olvido de la misericordia divina será atormentado por siempre por los espíritus malignos en el infierno.




La Magdalena en rigurosa penitencia para purificarse.




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miércoles, 23 de septiembre de 2015

"El vicio de la Vanagloria y la virtud del Temor de Dios". Visión de Santa Hildegarda de Bingen.

 EL VICIO DE LA VANAGLORIA Y LA VIRTUD DEL TEMOR DE DIOS


 Visión de Santa Hildegarda de Bingen.




El Liber Vitae Meritorum, "Libro de los méritos de la vida" (1158-1163) es una guía de cómo adquirir merecimientos, a fin de evitar o reducir, por medio de la penitencia en esta vida, cualquier posible castigo futuro.

Está dividido en seis partes. En las cuatro primeras un Hombre mira hacia cada uno de los cuatro puntos cardinales y en la quinta contempla la totalidad del orbe. Las cinco siguen el mismo esquema. En la sexta el Hombre remueve los confines de la tierra, en el sentido que se explica posteriormente. En estas cinco primeras partes, ve y describe un total de 35 imágenes, cada una representa un vicio que hace un parlamento en el que intenta justificar su actuación.








Santa Hildegarda de Bingen nos dice de su Visión: "El vicio de la Vanagloria y la virtud del Temor de Dios". El vicio de la Vanagloria cree que no tiene prosperidad a menos que la adquiera por su sabiduría y prosperidad, pretende tener solo la gloria que le corresponde, no teme nada y se apodera de todo con rapiña, toda cosa que emprende lo quiere lograr sin la virtud de Dios. No busca la ayuda de Dios, la rehuye y se hunde en todo tipo de males, su destino es el infierno. La virtud del Temor de Dios refuta sus pensamientos, se le opone.  Dios no resiste al vanidoso, lo derriba. En cambio, cuando se vuelve al bien, lo ayuda. Con ésta virtud, está en el honor de Dios, analiza cada pecado y lo rehuye. Incluso suspira por el amor de Dios, teme su juicio y se alegra por sus recompensas. Para poder habitar el cielo huye del pecado, abandona los lujos del mundo, se cuida de no arder en la exuberancia de la carne, y evita pensar con gusto en el pecado.




Vanidad, cuando se adorna no teme a Dios.


Santidad en el Temor de Dios.




La vanagloria acompaña a la envidia por su incesante e inquieto deseo por lo que es de otros, ya que los hombres cuando envidian el éxito de los otros, desean gloria para sí. Vive en los deseos y concupiscencias de la carne. Las obras de naturaleza racional las dirige a actos bestiales. Se mueve a opciones equivocadas dirigido por el diablo. Los hombres que pecan de vanagloria se enorgullecen de sus posesiones terrenales y muestran las obras del espíritu con presunción vana, quieren que todas sus acciones sean glorificadas con la vanidad de la jactancia. Los espíritus malignos no invocan a Dios, para ellos Lucifer es Dios y pretenden alcanzar con él una magnífica gloria.




Lucifer pretende sentarse al lado de Dios en el Cielo.




Las almas que pecaron de vanagloria en este mundo son atormentadas en los infiernos, en un extenso pantano lleno de suciedad y de muchos tipos de gusanos, donde emana un terrible hedor. En vida, para liberarse de los espíritus malignos que les sugieren la vanagloria y los castigos en los infiernos, deben ayunar, azotarse, suplicar a Dios y huir siempre de este vicio. Las almas que están en el olvido de Dios, por morir con sus pecados, sin arrepentirse nunca, estarán ahí atormentadas por el vicio de la vanagloria. Las que murieron arrepentidas de sus pecados fueron salvadas por Jesucristo de la condenación eterna y están en el recuerdo de la misericordia divina, pero sus almas manchadas por el pecado están en los infiernos para purificarse, después del tiempo establecido por la justicia divina irán a gozar de los deleites sin fin en el cielo empíreo.



 
Purificación de almas arrepentidas de Vanagloria.




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lunes, 21 de septiembre de 2015

"El vicio de la Envidia y la virtud de la Caridad". Visión de Santa Hildegarda de Bingen.

 EL VICIO DE LA ENVIDIA Y LA VIRTUD DE LA CARIDAD


 Visión de Santa Hildegarda de Bingen.


El Liber Vitae Meritorum, "Libro de los méritos de la vida" (1158-1163) es una guía de cómo adquirir merecimientos, a fin de evitar o reducir, por medio de la penitencia en esta vida, cualquier posible castigo futuro.


Está dividido en seis partes. En las cuatro primeras un Hombre mira hacia cada uno de los cuatro puntos cardinales y en la quinta contempla la totalidad del orbe. Las cinco siguen el mismo esquema. En la sexta el Hombre remueve los confines de la tierra, en el sentido que se explica posteriormente. En estas cinco primeras partes, ve y describe un total de 35 imágenes, cada una representa un vicio que hace un parlamento en el que intenta justificar su actuación.









Santa Hildegarda de Bingen nos dice de su Visión: "El vicio de la Envidia y la Virtud de la Caridad", que la Envidia arrastra a muchas almas al infierno y contamina todo lo que Dios realiza, en donde hay envidia no hay amor a Dios y al prójimo, existe el odio el cual nace ella; la envidia es mezquinidad y malicia que quiere corromper todo lo bueno, pero no puede; la envidia es impiedad nefanda y símbolo del diablo; la envidia acompaña a la soberbia, ya que la envidia es efecto del orgullo y aliento de todos los males. El diablo realiza todas sus obras por envidia, por ella quiere que el hombre no alcance el cielo que Dios le promete y que él perdió por su maldad. Al vicio de la Envidia se le opone la virtud de la Caridad, en donde hay Caridad hay obras santas y lágrimas que manan por los buenos sentimientos al realizarlas y se practica la equidad en ellas.




Envidia lo que otros tienen o hacen bien.



Por lo que el envidioso sabe y cree y en lo que se apoya al actuar respecto a los demás hombres, denota una maldad muy grande y perversa. El envidioso desviado por los deseos de la carne, provoca muchos males a los hombres, aunque tenga mayores conocimientos que ellos. El envidioso con sus palabras pronuncia todo tipo de maldades. Por la envidia del demonio entraron al mundo todo tipo de males y es experimentada por todos los que lo siguen en sus obras. El envidioso muestra una maldad mayor que la del diablo cuando quiere privar a otro del éxito de las buenas y santas obras que Dios realiza con él, ya que le arrebata lo que recibe de Dios. Los espíritus malignos convencen a los hombres a no amar ningún don de Dios en el hombre, sino solo a complacerse a si mismos y a envidiar la prosperidad y feliz éxito de las obras ajenas.



Arturo Michelena 46.JPG
La Caridad o amor a Dios y al prójimo.



Los envidiosos son muy atormentados en los infiernos, con hielo y fuego, por víboras y escorpiones, por el odio que tuvieron en sus envidias con los demás. Arderán en el fuego ya que sus corazones habían hervido de envidia en las comparaciones ajenas. Los que están en el recuerdo de la misericordia de Dios saldrán de ahí purificados e irán al cielo, los que están en el olvido de Dios serán así atormentados por siempre. Si los hombres quieren evitar a los espíritus malignos que les sugieren envidia y odio, además de evitar los castigos, deben castigarse con cilicios y azotes e hincarse ante Dios, ya que exasperaron a muchos con su envidia y con envidia y odio privaron a otros muchos de su prosperidad.




Envidia: Fuego y hielo, viboras y escorpiones.


Penitencia: Silicio, azotes y arrodillados ante Dios.




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sábado, 19 de septiembre de 2015

"El Vicio de la Soberbia y la Virtud de la Humildad". Visión de Santa Hildegarda de Bingen.

 EL VICIO DE LA SOBERBIA Y LA VIRTUD DE LA HUMILDAD


 Visión de Santa Hildegarda de Bingen.




El Liber Vitae Meritorum, "Libro de los méritos de la vida" (1158-1163) es una guía de cómo adquirir merecimientos, a fin de evitar o reducir, por medio de la penitencia en esta vida, cualquier posible castigo futuro.


Está dividido en seis partes. En las cuatro primeras un Hombre mira hacia cada uno de los cuatro puntos cardinales y en la quinta contempla la totalidad del orbe. Las cinco siguen el mismo esquema. En la sexta el Hombre remueve los confines de la tierra, en el sentido que se explica posteriormente. En estas cinco primeras partes, ve y describe un total de 35 imágenes, cada una representa un vicio que hace un parlamento en el que intenta justificar su actuación.









Santa Hildegarda de Bingen no habla de su visión: "El vicio de la Soberbia y la virtud de la Humildad" de como por la soberbia los hombres no quieren que nadie los supere ni que se le parezcan. Al vicio de la Soberbia lo refuta la virtud de la Humildad, ésta habita con el Creador en lo más alto de los cielos y ha descendido sobre la tierra y esta en cualquier rincón de la tierra. Por el vicio de la soberbia se generan todos los vicios, ya que ella hizo caer al ángel del cielo y expulsó al hombre del paraíso. Por el elogio a sus buenas acciones el hombre se exalta muy a menudo y a causa de la soberbia pierde los méritos de santidad alcanzados. Por la soberbia Lucifer cambió toda su voluntad en necedad, con la que logró expulsar del paraíso a Eva y ahora saca a todos los hombres con su depravada seducción. La soberbia no tiene afecto a las palabras honradas, ya que en su corazón niega a Dios y a todo lo bueno. A ella se le opone la Humildad que convence a los hombres a aborrecer la soberbia.




Visión: La Soberbia.
 

Los espíritus malignos enseñan la soberbia.




Los espíritus malignos enseñan la soberbia a los hombres y a considerarse mejor que los demás, ellos niegan a Dios y solo tienen a Lucifer como a Dios, a nadie más. Los hombres que han exaltado el orgullo en hechos y palabras, por su soberbia, son atormentados en los infiernos con fuego y gusanos por su presunción.
 



Parecidos a Cristo en la Humildad .




Para vencer a los espíritus malignos que inducen a la soberbia y para evitar los castigos futuros por este vicio, los hombres deben hincarse y castigar sus cuerpos con cilicios y azotes, suspiros y lágrimas. El pecado de soberbia se purifica en el hombre con estas mortificaciones. De la soberbia han nacido todos los males de los vicios, por ser la primera mentira que reniega de Dios; de la soberbia surgieron el odio, la desobediencia, la vanagloria y la falsedad. Quien se ha manchado de la soberbia carece de la caridad de Dios y de sus bendiciones. El hombre que quiera servir a Dios con humildad, debe huir de la soberbia y alejarla completamente de si mismo.




El Soberbio Lucifer quiso comparse a Dios.




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jueves, 17 de septiembre de 2015

"El Vicio de la Perdición de las Almas y la Virtud de la Salvación de las Almas". Visión de Santa Hildegarda de Bingen.

EL VICIO DE LA PERDICIÓN DE LAS ALMAS Y LA VIRTUD DE LA SALVACIÓN DE LAS ALMAS



Visión de Santa Hildegarda de Bingen.




El Liber Vitae Meritorum, "Libro de los méritos de la vida" (1158-1163) es una guía de cómo adquirir merecimientos, a fin de evitar o reducir, por medio de la penitencia en esta vida, cualquier posible castigo futuro.


Está dividido en seis partes. En las cuatro primeras un Hombre mira hacia cada uno de los cuatro puntos cardinales y en la quinta contempla la totalidad del orbe. Las cinco siguen el mismo esquema. En la sexta el Hombre remueve los confines de la tierra, en el sentido que se explica posteriormente. En estas cinco primeras partes, ve y describe un total de 35 imágenes, cada una representa un vicio que hace un parlamento en el que intenta justificar su actuación.








Santa Hildegarda de Bingen no dice de su visión: "El vicio de la Perdición de las Almas y la virtud de la Salvación de las Almas". La Perdición de las Almas es una predadora de almas, esa es su tarea, es un dardo de Satanás, de él ha nacido, es la maldición que él ha creado; rechaza cualquier obra luminosa y recompensa de gozo, su destino es el fuego eterno. Al vicio de la Perdición de las Almas se le opone la virtud de la Salvación de las almas, gracias a nuestro Señor Jesucristo, dicha virtud sostiene a los penitentes, sustenta a los sencillos gracias a la fe en el bautismo y a los inocentes con la unción del Espíritu Santo.



La Perdición de las Almas nace de Satanás.



Cuando el hombre, por falta de moderación se revela contra Dios, abiertamente cae en la perdición del alma. Rechaza estar con Dios y se opone a Él, dicho vicio quiere mostrar que es montaña de salvación, pero es una ruina total, en la cual el primer ángel rebelde y todos sus confederados encontraron su perdición. El vicio de la Perdición de las Almas es grande e inquebrantable como una torre, pero no alcanza a Dios, solo la tristeza de muerte, en su parte superior se encuentra firme la soberbia. Con sus sentidos, intelecto y ciencia lleva a las almas a la perdición. El hombre con la incredulidad siempre se dirige al mal, al no tener ningún temor de Dios y por renegar de la Santísima Trinidad. La Perdición de las Almas no quiere nada, no busca nada, solo quiere conducir a los hombres a donde ella se encuentra. La Salvación de las almas se le opone y aconseja a los hombres que no sigan ese vicio, ya que no da ningún valor a la salvación. Ese vicio es perdición en la perdición y no encuentra salvación en la salvación.




Visión: el vicio de la Perdición de las Almas.




Los espíritus malignos tiene desprecio a Dios como si no fuera Dios y convencen a los hombres en no confiar en Él, a despreciarlo en todas las formas hasta arrastrarlos a la perdición. Los que no confían en Dios son dignos de recibir las penas del infierno. Los hombres, para apartarse de los espíritus malignos que los animan a hacer las obras que los conducen a la perdición y si desean evitarla deben confiar siempre en Dios, cumplir los mandamientos, ayunar, dar limosnas y esforzándose con vigilias. Solo con Dios se realizan las buenas obras. Solo con tal penitencia los hombres lograran disminuir los tormentos que les son destinados en los infiernos, los convertidos a Dios para purificarse y los rebeldes para ser castigados por siempre por sus pecados y falta de arrepentimiento.



Penitente, solo así disminuye sus suplicios en los infiernos.



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