San
Alfonso María de Ligorio nos habla en su meditación 5:
"Incertidumbre de la hora de la muerte", acerca de esa gran
incógnita que tienen la mayoría de los mortales: la hora de su
muerte. Nadie lo sabe, excepto Dios y a quien quiera revelarlo.
Hay
tantos hombres que viven inmersos en los pecados, en los placeres de
este mundo; libertinos que no piensan en un instante en que su hora
de morir puede estar cerca, cargados de multitud de pecados y
enemigos pueden encontrar su muerte repentinamente, si Dios así lo
permite en su justa cólera.
El
pecador si cae en la desgracia de Dios, encuentra una muerte
inmediata, será arrojado al fuego eterno por no temer la ira divina
y a su justicia. Nada puede hacer el condenado en el infierno para
mejorar, ni un poco, tan terrible situación que padece, con la
ausencia de Dios en su alma que es el mayor de sus tormentos, lleno
de odio hacia todo, rodeado del fuego vengador, atormentado por los
crueles demonios.
Todos
somos pecadores y no hay uno solo que obtenga su salvación por si
mismo, sin la ayuda de Nuestro Amorosísimo Redentor: Nuestro Señor
Jesucristo. Incluso los más Santos logran santificarse con la ayuda
de la gracia divina y obtienen su salvación por el sacrificio de
Jesucristo en la Cruz. Son tantos nuestros pecados que manchan
nuestras almas y que nos hacen indignos de aparecer ante la presencia
de un Dios Purísimo y Santísimo, que si no hacemos penitencia en
este mundo por nuestros pecados lo tendremos que hacer en el otro,
hasta que Nuestro Señor nos haya purificado como oro en el crisol y
paguemos todas nuestras deudas a la justicia divina.
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de Ligorio: "La incertidumbre de la hora de la muerte", dar
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San
Alfonso María de Ligorio, Doctor de la Iglesia, nos habla en su
meditación 3 acerca de "La brevedad de la vida". La vida
del hombre sobre la tierra es corta, por mucho que viva no deja de
ser un breve espacio de tiempo comparado con la eternidad. Muchos
viven como si fueran a estar siempre en este mundo, se engañan y la
muerte llegará tarde o temprano.
Las
plantas, los animales y las personas nacen; están un cierto tiempo
sobre la tierra, según lo quiera Dios, se renuevan dando lugar a los
descendientes y llega el momento de morir. A los hijos de Adán Y
Eva, cada instante que transcurre los acerca cada vez más a la
tumba; tienen una alma para amar a Dios sobre todas las cosas y al
prójimo como a sí mismo, si tienen éxito o fallan en cumplir los
mandamientos de Dios depende una eternidad inmensamente feliz o
desdichada.
El
hombre mundano jamás piensa en salvar su pobre alma. Sólo piensa en
los deleites del cuerpo, en los lujos, en los placeres mundanos. Si
la muerte lo sorprende repentinamente irá con seguridad al Infierno.
Si le aqueja una enfermedad grave únicamente piensa en la
recuperación de su salud, consultando médicos y buscando remedios
que logren aliviarlo, para volver al mismo estilo de vida anterior,
como cuando gozaba de buena salud. Si le llega la muerte por esa
enfermedad y no se preocupó por reconciliarse con Dios su destino
será el Infierno. Si Dios no le envía la muerte es por su
misericordia: para que se arrepienta de sus pecados y llegue a
amarlo.
El
hombre que siempre tiene presente a Dios en todas las acciones de su
vida y que se preocupa en agradarle haciendo su voluntad, que está
siempre en gracia de Dios, aunque no se preocupe por la muerte tendrá
una buen fin en el reino eterno de Nuestro Señor. Solo aquél que se
dedica a la oración, frecuenta los sacramentos y se aparta de las
ocasiones de pecar llega a la felicidad que durará por siempre.
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San
Alfonso María de Ligorio nos habla en su meditación: "Todo
acaba con la muerte", del destino común que tiene todo hombre
en la sepultura: tanto ricos como pobres tienen el mismo fin y nada
se llevan al otro mundo. Desnudos nacieron y así volverán al polvo
de la tierra, incluso las vestiduras con las que son enterrados se
pudrirán y ni siquiera eso quedará.
Todo
hijo de Adán y Eva ha sido engendrado con el pecado original, la
enfermedad y la muerte son sus consecuencias. Después de la muerte,
la corrupción se genera tanto en el príncipe como en el vasallo. La
Gloria del hombre rico o pobre acaba en el sepulcro.
No
debemos utilizar todas nuestras energías para lograr mayores
riquezas de las que podemos gastar o disfrutar en esta vida. Ni
debemos dedicarnos a adquirir demasiada sabiduría o conocimiento de
las ciencias mundanas, a riesgo de extraviarnos en esos conocimientos
y peligro de que perdamos la fe en Dios, por no dedicar tiempo a Él.
Toda ciencia mundana adquirida por un individuo acaba en el lecho
mortuorio.
El hombre rico es más difícil que se salve,
porque pone todas sus esperanzas en el dinero y posesiones terrenas;
se olvida de Dios si tiene esas confianzas mundanas y de compartir
algo de lo que tiene con los más pobres o necesitados. La ruina
eterna es su destino si no ama a Dios sobre todas las cosas y al
prójimo como a sí mismo, además de incumplir sus mandamientos. El
hombre rico tiene su oportunidad de salvación en el amor a Dios y la
ayuda al prójimo, en utilizar su dinero para obras queridas por Dios
y no para apoyar las obras del demonio.
El
hombre pobre debe conformarse con lo que tiene o pueda ganar con el
sudor de su frente. Debe mantenerse en la virtud y el amor de Dios,
haciéndolo así recibirá abundantes bendiciones que le ayudarán a
conseguir la vida eterna.
Agradezcamos
a Dios por no enviarnos la muerte repentina cuando fuimos esclavos
de los pecados mortales. Si así lo hubiera exigido su divina
justicia seriamos reos del Infierno por toda le eternidad.
Para
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Ligorio:"Todo acaba con la muerte", dar click en el
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Alfonso María de Ligorio: "Todo acaba con la muerte", dar
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San
Alfonso María de Ligorio nos habla en su meditación, de su Libro:
"Preparación para la muerte", acerca del Retrato de un
hombre que acaba de morir: cuerpo rígido, frío, pálido, hedor
desagradable, sin alma en el cuerpo que lo anime, polvo al polvo de
la tierra.
El
recién fallecido es llorado por sus familiares y amigos. Pero,
después de un tiempo, se consuelan si les dejó herencia, bienes
materiales. Los primeros días están dolidos y en los siguientes no
quieren que se hable mucho del muerto para no renovar su dolor por la
pérdida.
Considera
que un día ocuparás el lugar de ese difunto, lo mismo te sucederá.
Si pierdes tu alma en el Infierno todo estará perdido para ti. El
tiempo que tienes en vida es el que debes utilizar para pedir a Dios
perdón por tus pecados y la salvación de tu alma. Después de
muerto nada podrás hacer y si estás en el lugar de los tormentos
eternos te lamentarás por siempre por no haber aprovechado tu
tiempo. "Más te valdría no haber nacido si pierdes el amor de
Dios y sus sublimes consuelos en tu alma".
Dios
quiere que todos los hombres se salven y nos da todos los medios,
Nuestro Señor Jesucristo nos da las gracias suficientes para
hacerlo. El condenado en el Infierno está ahí porque despreció a
un Dios tan bondadoso, fuente de todo lo bueno; apartado de Dios solo
encuentra el condenado males, odios exacerbados a todo: odio profundo
a ese horrible lugar, odio a si mismo por no haber hecho nada por su
salvación, odio a Dios, odio a los otros condenados; por el odio tan
grande y sus tormentos no soporta a ese verdugo cruel que le hará
pagar por todos sus pecados: Satanás; desdichas inimaginables y
suplicios infernales por toda la eternidad.
Este
es el tiempo que Dios te da para la salvación de tu alma y la de
otros. Muchos pecadores no rezan y van al Infierno; muchos no conocen
a Dios y sus dioses inexistentes no pueden salvarlos de ir al lugar
de los suplicios eternos (tantos son sus pecados); muchos pecadores
confían en que le pedirán perdón a Dios cuando estén viejos y no
llegan a esa edad porque ya no fluye en ellos la gracia divina, Dios
les quita lo que más anhelan: la vida.
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de Ligorio: "Retrato de un hombre que acaba de morir",
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Alfonso María de Ligorio: "Retrato de un hombre que acaba de
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Comentado
por Santo Tomás de Aquino, Doctor de la Iglesia
La Anunciación
El
siguiente video contiene en audio todos los comentarios, escritos por
Santo Tomás de Aquino, del Ave María:
VIDEO:
PROLOGO
1.
- En esta salutación se contienen tres cosas.
Una
parte la compuso el Ángel, a saber: "Dios te salve, llena de
gracia, el Señor es contigo, bendita tú entre las mujeres".
Otra
parte la compuso Isabel, la madre de Juan Bautista, a saber: "Bendito
el fruto de tu vientre".
La
tercera parte la agregó la Iglesia, a saber: "María",
porque el Ángel no dijo "Ave, María", sino "Ave,
llena de gracia".
Y
este nombre, a saber, "María" cuadra por su significado
con las palabras del Ángel, como será manifiesto.
"Dios
te salve" o "Yo te saludo"
2.-
Acerca de lo primero hemos de considerar que en la antigüedad era
algo muy notable que los Ángeles se les aparecieran a los hombres; y
los hombres consideraban que era un honor inestimable el mostrarles
su veneración. Por lo cual la Escritura alaba a Abraham por haber
recibido en hospedaje a los Ángeles y por haberles mostrado
veneración. Ahora bien, cosa nunca oída era que el Ángel se
inclinara ante un hombre sino después de que saludó a la Santísima
Virgen diciéndole reverentemente "Dios te salve".
3.-
Que antiguamente no reverenciara el Ángel al hombre, sino el hombre
al Ángel se debía a que el Ángel era superior al hombre; y esto en
cuanto a tres cosas:
Primeramente
en cuanto a la dignidad, por ser el Ángel de naturaleza espiritual.
Sal. 103, 4: "A sus ángeles los hizo espíritus"; mas el
hombre es de naturaleza corruptible, por lo cual decía Abraham: "Yo
que soy polvo y ceniza hablaré a mi Señor". Por lo tanto no
era correcto que una criatura espiritual e incorruptible le rindiera
homenaje a una corruptible, o sea, al hombre.
En
segundo lugar en cuanto a la familiaridad con Dios. Porque el Ángel
era un familiar de Dios, pues le asistía. Dan. 7, 10: "Millares
de millares le servían y le asistían diez millares de centenas de
millares".
Y
el hombre es como un extraño y está alejado de Dios por el pecado.
Sal. 54, 8: "Me alejé huyendo". Por lo cual lo conveniente
es que el hombre reverencie al Ángel, como cercano y familiar del
Rey.
En
tercer lugar su preeminencia se debía a la plenitud del esplendor de
su gracia divina: en efecto, los Ángeles participan con suma
plenitud en la luz divina misma. Job 25, 3: "¿Pueden contarse
sus soldados y sobre alguno no se levanta su luz?". Y por eso
siempre aparecen esplendorosos.
Mas
los hombres ciertamente participan de esa misma luz de la gracia,
pero poco, y con cierta oscuridad.
4.
- Así pues, no era conveniente que el Ángel rindiera homenaje al
hombre, hasta que se hallara en la naturaleza humana alguien que en
las dichas tres cosas excediera a los Ángeles. Y esa criatura humana
fue la Santísima Virgen María. Y por eso, para indicar que en esas
tres cosas lo aventajaba, quiso el Ángel rendirle su reverencia con
estas palabras: "Dios te salve" (o "Yo te saludo").
Llena
de Gracia
5.
- a) Así es que la Santísima Virgen aventaja a los Ángeles en esas
tres cosas.
Y
primeramente en la plenitud de la gracia, que es mayor en la
Santísima Virgen que en cualquier Ángel ; y por eso, para indicar
tal cosa, el Ángel le rindió pleitesía diciéndole "llena de
gracia", como si le dijera : te rindo homenaje porque me excedes
en plenitud de gracia.
6.-
Ahora bien, se dice que la Santísima Virgen es la llena de gracia en
cuanto a tres cosas.
Primeramente
en cuanto al alma, en la que poseyó toda plenitud de gracia. Porque
la gracia de Dios se da para dos cosas: a saber, para hacer el bien y
para evitar el mal; y en cuanto a estas dos cosas la Santísima
Virgen poseyó una gracia perfectísima. Porque Ella evitó todo
pecado mejor que cualquier otro santo, tras de Cristo. En efecto, el
pecado es u original, y de éste fue librada desde el útero por la
Inmaculada Concepción o mortal o venial, y de éstos fue librada.
Por lo cual dice Can. 4, 7: "Toda hermosa eres, amiga mía, y no
hay mancha en ti".
Dice
San Agustín en su libro De la Naturaleza y de la Gracia:
"Exceptuando a la Santa Virgen María, si todos los Santos y
Santas cuando vivían aquí (en la tierra) hubiesen sido interrogados
si estaban exentos de pecado, todos hubiesen proclamado al unísono:
«Si dijéramos que no tenemos pecado, nos engañaríamos a nosotros
mismos y no nos asistiría la verdad.» Exceptuada, digo, esta Santa
Virgen, acerca de la cual, por el honor debido a Nuestro Señor,
cuando de pecados se trata no quiero mover absolutamente ninguna
cuestión. En efecto, sabemos que le fue conferida más gracia para
vencer por todos sus flancos al pecado, a Ella, que mereció concebir
y dar a luz al que nos consta que no tuvo pecado alguno".
7.-
También cumplió Ella las obras de todas las virtudes, y los demás
Santos alguna particular: porque uno fue humilde, otro fue casto, un
tercero misericordioso; y por eso se les presenta como ejemplo de
virtudes particulares, como a San Nicolás como modelo de la
misericordia. Pero a la Santísima Virgen como modelo de todas las
virtudes; pues es Ella el modelo de la humildad: Luc. 1, 38: "He
aquí a la esclava del Señor"; y luego 1, 48: "Ha puesto
los ojos en la humildad de su esclava"; de la castidad: "pues
no conozco varón" (Luc. 1, 34); y de todas las virtudes, como
consta plenamente. Así es que la Santísima Virgen es la llena de
gracia tanto en cuanto a hacer el bien como en cuanto a evitar el
mal.
8.-
En segundo lugar fue la llena de gracia en cuanto a la redundancia
[de la gracia] de su alma sobre su carne o cuerpo. Porque gran cosa
es en los Santos el poseer la gracia suficiente para la santificación
del alma ; pero fue tal su plenitud en el alma de la Santísima
Virgen que de ella redundó la gracia en su carne para que de esta
misma concibiera al Hijo de Dios. Por lo cual dice Hugo de San
Víctor: "Porque el amor del Espíritu Santo ardía en el
corazón de la Virgen de manera singular, por lo que operaba en su
carne maravillas para que de ella naciera el Dios Hombre" Luc.
1, 35: "El Santo que nacerá de ti será llamado el Hijo de
Dios".
9.-
En tercer lugar por su redundancia en todos los hombres. En efecto,
cosa grande es en cualquier Santo que posea tanta gracia que sea
suficiente para la salvación de muchos; pero lo máximo sería que
poseyeran tanta gracia que fuera suficiente para la salvación de
todos los hombres: y esto es lo que ocurre en Cristo y en la
Santísima Virgen. Porque en todo peligro puedes obtener la salvación
gracias a esta gloriosa Virgen. Por lo que dice el Can. 4, 4: "Mil
escudos (o sea remedios contra los peligros) penden de ella".
Asimismo en todo acto de virtud la puedes tener como auxilio, por lo
cual dice Ella misma, Ecl. 24, 25: "En mí está toda esperanza
de vida y de virtud".
MARÍA
l0.-
Por lo tanto, tan llena es de gracia que excede a los Ángeles en la
plenitud de la gracia y por lo mismo justamente se llama María, que
quiere decir "iluminada interiormente"; por lo cual dice
Is. 58, 11: “Llenará tu alma de sus esplendores”; y (también
quiere decir) "iluminadora de los demás", en cuanto a todo
el universo, por lo cual se le compara con el sol y la luna.
EL
SEÑOR ES CONTIGO
11.-
6) En segundo lugar aventaja a los Ángeles en su intimidad con Dios.
Por lo cual dijo el Ángel reconociéndola: "El Señor es
contigo"; como si le dijera: te rindo homenaje por tu mayor
familiaridad con Dios que la mía, puesto que "el Señor es
contigo".
El
Señor —le dijo—, el Padre con su Hijo: lo que no poseyó ningún
Ángel ni ninguna otra criatura. Luc. 1, 35: "El que ha de nacer
de ti será Santo, y será llamado Hijo de Dios".
El
Señor Hijo en el seno (de María). Is. 12, 6: “Alégrate
sobremanera y prorrumpe en alabanzas, casa de Sión, que grande es en
medio de ti el Santo de Israel.” El Señor está con la Santísima
Virgen de manera distinta que con el Ángel; porque con Ella está
como Hijo, y con el Ángel como Señor.
El
Espíritu Santo (está en María) como en un templo, por lo cual la
llamamos "Templo del Señor, Santuario del Espíritu Santo",
porque concibió del Espíritu Santo: Luc. 1, 35: "El Espíritu
Santo vendrá sobre ti".
Así
es que mayor intimidad con Dios tiene la Santísima Virgen que el
Ángel. Y por eso se canta de Ella: "Vos sois el digno Trono de
toda la Trinidad".
Así
es que estas palabras "El Señor es contigo" son las más
nobles que se le podían haber dicho.
MARÍA
12.-
Con razón, pues, reverencia el Ángel a la Santísima Virgen, por
ser la Madre del Señor, por lo cual es la Señora. De modo que le
conviene a Ella el nombre de María, que en lengua siríaca significa
"Soberana".
13.-
c) En tercer lugar aventaja Ella a los Ángeles en cuanto a pureza:
porque la Santísima Virgen no sólo era pura en sí misma, sino que
también procuró la pureza en los demás. En efecto, fue purísima
tanto en cuanto a todo pecado, porque no incurrió ni en el pecado
mortal ni en el venial, como también en cuanto a la pena.
BENDITA
TÚ ENTRE LAS MUJERES
14.-
En efecto, tres maldiciones se les echaron a los hombres a causa del
pecado.
La
primera se le echó a la mujer, a saber, que concebiría fruto de su
seno con corrupción (del pecado original), con molestias lo llevaría
(en la gestación) y con dolor lo pariría.
Pero
a (todo) esto fue inmune la Santísima Virgen: porque sin la
corrupción [del pecado] concibió; con gozo lo llevó [en su seno] y
con alegría suma lo dio a luz. Isaías 35, 2: "Germinará un
renuevo llena de alborozo y entonando alabanzas".
15.-
La segunda se le echó al hombre: que con el sudor de su rostro
comería su pan. De esto fue inmune la Santísima Virgen: porque,
como dice el Apóstol, 1 Cor. 7, 32-34, "las vírgenes están
desligadas de los cuidados de este mundo, y en solo Dios se ocupan".
16.-
La tercera fue común a los varones y a las mujeres: a saber, que al
polvo volverían. Y de esto fue exenta la Santísima Virgen, porque
con su cuerpo fue asunta al cielo. En efecto, creemos en el Dogma de
la Asunción, que habiendo muerto (dormición de la Virgen María, el
13 de agosto) fue resucitada y llevada al cielo. Sal. 131, 8:
"Levántate, Señor, para el lugar de tu reposo, tú y el arca
de tu santidad".
MARÍA
17.-
Por lo tanto, Ella fue exenta de toda maldición, y por eso "bendita
entre las mujeres": Porque Ella sola levantó la maldición, y
trajo la bendición, y abrió las puertas del Paraíso; y por eso le
conviene el nombre de "María", que significa "estrella
de los mares"; porque así como por la estrella del mar se
dirigen los navegantes al puerto, así también los cristianos se
dirigen a la gloria por María.
BENDITO
ES EL FRUTO DE TU VIENTRE
18.-
Suele el pecador buscar en alguna cosa lo que no puede conseguir,
pero que el justo lo obtiene. Prov. 13, 22: "La hacienda del
pecador se guarda para el justo". Así Eva buscó un fruto, y no
halló en él todo lo que deseaba; mas la Virgen Santísima halló en
su fruto todas las cosas que Eva deseó.
19.-
Porque Eva deseó en su fruto tres cosas. Primeramente, lo que
falsamente le prometió el diablo, a saber, que serían como Dioses,
conocedores del bien y del mal. "Seréis (le dijo aquel
mentiroso) como dioses", como dice el Gén. 3, 5. Y mintió,
como mentiroso que es y padre de la mentira, porque habiendo comido
el fruto, Eva no se hizo semejante a Dios, sino desemejante, pues
pecando se apartó de Dios, su salvación, y por eso fue expulsada
del paraíso.
En
cambio, eso (la santificación) lo halló la Santísima Virgen, y
todos los cristianos, en el fruto de su vientre, pues por Cristo nos
unimos y nos asemejamos a Dios. 1 Jn. 3, 2: "Cuando se
manifieste seremos semejantes a El, porque lo veremos tal como El
es".
20.-
En segundo lugar Eva deseó en su fruto la delectación, porque éste
era bueno para comerse; pero no la halló, porque inmediatamente se
dio cuenta de su desnudez y sufrió. En cambio, en el fruto de la
Virgen hallamos la suavidad y la salud. Jn. 6, 55: "Quien come
mi carne posee la vida eterna".
21.-
En tercer lugar, el fruto de Eva era de hermoso aspecto; pero más
hermoso es el de la Virgen, en el que los Ángeles desean detener su
mirada. Sal. 44, 3: "El más hermoso de los hijos de los
hombres", porque Él es el esplendor de la Gloría de su Padre.
Así
es que no pudo hallar Eva en su fruto lo que tampoco ningún pecador
hallará en sus pecados.
Por
lo cual lo que deseemos busquémoslo en el fruto de la Virgen.
22.-
Este fruto es bendecido por Dios, porque de tal manera lo llenó de
toda gracia que al venir a nosotros le rinde honor a Él. Ef. 1, 3:
"Bendito sea Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que nos
ha bendecido en Cristo con toda suerte de bendiciones espirituales"
; (es bendecido) por los Ángeles: Ap. 7, 12: "Bendición y
gloria y sabiduría y acción de gracias, el honor y el poder y la
fuerza a Nuestro Dios"; (es bendecido) por los hombres : el
Apóstol en Flp. 2,11: "Toda lengua confiese que Jesucristo es
Señor para gloria de Dios Padre". Sal. 117,
23
: "Bendito sea el que viene en el nombre del Señor".
Por
lo tanto, así es bendita la Virgen : pero su fruto lo es todavía
más.
Nota
El
"Jesús" que añadimos al "bendito es el fruto de tu
vientre" procede del Papa Urbano IV (1261-1264).
La
parte final de nuestra Avemaría -Santa María, Madre de Dios, ruega
por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén-
fue añadida por el Papa San Pio V (1566-1572) de santa y feliz
memoria (su cuerpo es incorrupto en la Basílica Patriarcal Santa
María la Mayor).
ELECCIÓN DE LAS COSAS ESPIRITUALES Y LOS CASOS DE TRES ENDEMONIADOS, REVELACIONES DE SANTA BRÍGIDA DE SUECIA
Sobre
cómo, tras el consejo de Dios, la esposa elige la pobreza para ella
y renuncia a las riquezas y deseos carnales; sobre la verdad de las
cosas a ella reveladas y sobre tres personas notables mostradas a
ella por Cristo.
El
siguiente video contiene el audio del texto escrito abajo:
Libro
1, Capítulo 32
Has
de ser como alguien que se desprende y, a la vez, cosecha. Tienes que
desprenderte de las riquezas y cosechar virtudes, deja estar aquello
que pasará y acumula bienes eternos, abandona las cosas visibles y
hazte con lo invisible. A cambio del placer del cuerpo, te daré la
exultación de tu alma; a cambio de las alegrías del mundo te daré
las del Cielo; a cambio del honor mundano, el honor de los ángeles;
a cambio de la presencia de la familia, la presencia de Dios; a
cambio de la posesión de bienes, te me daré a mí mismo, dador y
Creador de todas las cosas. Responde, por favor, a las tres preguntas
que te voy a formular: Primero dime si quieres ser rica o pobre en
este mundo”.
Santa Brígida de Suecia
Ella
respondió: “Señor, prefiero ser pobre, pues las riquezas me crean
ansiedad y me distraen de servirte”. “Dime –en segundo lugar—si
has encontrado algo reprensible para tu mente o falso en las palabras
que oyes de mi boca”. Y ella dijo: “No Señor, todo es
razonable”. “Tercero, dime si el placer de los sentidos que tú
has experimentado antes te agrada más que los gozos espirituales que
ahora tienes”. Y ella respondió: “Me avergüenzo en mi corazón
de pensar en mis deleites anteriores y ahora me parecen como veneno,
más amargo cuanto mayor era mi deseo de ellos. Prefiero morir antes
que volver a ellos; no se pueden comparar con el deleite espiritual”.
“Por
lo tanto –dijo Él— “puedes comprobar que todas las cosas que
te he dicho son ciertas. ¿Por qué, entonces, tienes miedo o estás
preocupada de que yo retrase todo lo que he dicho que se hará?. ¡Ten
en cuenta a los profetas, considera a los apóstoles y a los santos
doctores de la Iglesia!. ¿Descubrieron ellos algo en mí que no
fuera la verdad?. Es por esto que a ellos no les importó ni el mundo
ni sus deseos. ¿O por qué crees que los profetas predijeron
acontecimientos futuros con tanta antelación si no hubiera sido
porque Dios quiso que ellos dieran a conocer las palabras antes que
los hechos para que los ignorantes fueran instruidos en la fe?
Revelaciones de Cristo a Santa Brígida
Todos
los misterios de mi encarnación fueron dados a conocer con
antelación a los profetas, incluso la estrella que guió a los
magos. Ellos creyeron en las palabras del profeta y merecieron ver
aquello en lo que habían creído, y se les dio certeza en el momento
en el que vieron la estrella. De la misma forma, ahora mis palabras
han de ser anunciadas, después vendrán los hechos y se creerá en
ellos con mayor evidencia.
Te
mostraré tres personas. Primero, la conciencia de un hombre cuyo
pecado hice manifiesto y demostré por signos evidentes. ¿Por qué?.
¿No podría haberlo destruido personalmente?. ¿No podría haberlo
arrojado a las profundidades en un segundo, si Yo hubiera querido?.
Claro que hubiera podido. Sin embargo, lo soporto aún para la
instrucción de otros y en prueba de mis palabras, mostrando lo justo
y paciente que soy y lo infeliz que es este hombre, a quien gobierna
el demonio.
Primer Endemoniado
El
poder del demonio sobre él ha aumentado por su intención de
permanecer en pecado y por su deleite en él, con el resultado de que
ni las palabras amables ni las duras amenazas o el miedo del Gehenna
(el infierno) lo pueden recuperar. Y también en justicia, porque en
tanto que él ha tenido una constante intención de pecar, aún si no
lo ha puesto en práctica, merece ser enviado al demonio por toda la
eternidad. El mínimo pecado es suficiente para condenar a quien se
deleite en él y no se arrepienta.
Te
mostraré a otros dos. El demonio atormentó el cuerpo de uno de
ellos, pero no llegó a entrar en su alma. Ensombreció su conciencia
mediante sus maquinaciones, pero no pudo entrar en su alma ni
adquirir poder sobre él. Tú puedes preguntar: ‘¿Acaso no es la
conciencia lo mismo que el alma?. ¿No está él en el alma cuando
está en la conciencia?’. Por supuesto que no. El cuerpo posee dos
ojos para ver, pero aún perdiendo el poder de la vista el cuerpo
puede mantenerse sano. Pasa igual con el alma. Aunque el intelecto y
la conciencia a veces se turban en la confusión como medio de
penitencia, aún así, el alma no siempre queda dañada de manera que
incurra en la culpa. Así pues, el demonio dominó la conciencia de
un hombre, pero no su alma.
2º Endemoniado
Te
mostraré a un tercer hombre cuyo cuerpo y alma están completamente
sujetos al demonio. A menos que lo coaccione con mi poder y gracia
especial, nunca podrá ser expulsado ni salir de él. El demonio sale
de algunas personas por propia voluntad y disposición, pero de otros
tan sólo sale resistiéndose y bajo coacción. Aunque entra en
algunas personas, bien debido al pecado de sus padres o a algún
oculto designio de Dios –como, por ejemplo, en niños o en los que
carecen de inteligencia—en otros entra por su infidelidad o por el
pecado de otro.
Tercer endemoniado
De
estos últimos, el demonio sale voluntariamente cuando es expelido
por personas que conocen conjuros o el arte de expulsar demonios,
siempre que no lo hagan por vanagloria o por algún tipo de beneficio
temporal, pues el demonio tiene poder para entrar en uno que lo
expulsa o para volver de nuevo a la misma persona de la que ha sido
sacado, si no hay amor de Dios en ninguno de ellos. Nunca sale del
cuerpo o el alma de los que posee completamente, excepto mediante mi
poder.
Como
el vinagre, cuando se mezcla con el vino dulce, infecta la dulzura
del vino y ya no puede ser sacado de él, igualmente el demonio no
sale del alma de ninguno a quien posea, excepto mediante mi poder.
¿Qué es este vino sino el alma humana, que fue más dulce para mí
que ningún otro ser creado, y tan querida por mí que incluso dejé
que mis fibras fueran cortadas y mi cuerpo magullado hasta las
costillas por su salvación?. Antes que perderla, acepté morir por
ella.
Este
vino fue conservado entre residuos, igual que coloqué al alma en un
cuerpo donde fue custodiado por mi voluntad como en una urna sellada.
Sin embargo, el peor vinagre se mezcló con este vino dulce, me
refiero al demonio, cuya maldad es más agria y abominable para mí
que el vinagre. Por mi poder, este vinagre será eliminado de la
persona cuyo nombre te diré, de manera que pueda Yo revelar así mi
merced y sabiduría a través de él, pero mostraré mi juicio y mi
justicia a través del hombre anterior.
EXPLICACIÓN
El 1º no quería cambiar, justicia divina
El
primer hombre fue un noble y soberbio cantante, quien acudió a
Jerusalén sin el permiso del Papa y fue atacado por el demonio. El
segundo endemoniado fue un monje cisterciense. El demonio lo
atormentó tanto que apenas podían sujetarlo entre cuatro hombres.
Su lengua agrandada se parecía a la de una vaca. Los grilletes de
sus manos fueron hechos pedazos de forma invisible.
2º Salvado por el Espíritu Santo a través de Doña Brígida
Este
hombre fue salvado por las palabras del Espíritu Santo a través de
Doña Brígida al cabo de un mes y dos días. El tercer endemoniado
era un concejal de Östergötland (Suecia). Cuando se le recomendó
que hiciera penitencia, le dijo al que le aconsejó: “¿No puede el
dueño de una casa sentarse donde quiera?. Si el demonio posee mi
corazón y mi lengua ¿cómo puedo hacer penitencia?” Maldiciendo a
los santos de Dios, murió esa misma noche sin los sacramentos ni la
confesión.