El AMOR DE DIOS
Meditación 33 de San Alfonso María de Ligorio, Doctor de la Iglesia Católica.
Generación divina. Por amor, Dios se comunica internamente en la Santísima Trinidad y externamente con sus criaturas |
San
Alfonso María de Ligorio nos dice en su Meditación 33: "El
Amor de Dios", del grande amor que Dios nos tiene aún antes de
llamarnos a la existencia, no existían todavía nuestro padre y
madre y Dios ya nos amaba desde la eternidad. De todos los que nos
aman, Dios fue el primero en hacerlo y su amor por nosotros es tan
grande que nadie se le compara, "ni el amor de mil de las más
tiernas madres juntas se compara con el amor que Dios tiene para cada
uno de sus hijos". Dios nos puso en el mundo y formó numerosas
e innumerables criaturas que nos sirviesen y recordasen ese amor que
Él nos profesa y el que nosotros le debemos. Muchos Santos de la
Iglesia no dejaban de alabar a Dios al observar la naturaleza creada
por Él, todas las creaturas les recordaban que estaban allí para
que le amaran. Además de las creaturas de Dios, están los
innumerables beneficios que hemos recibido de manos de Él, de nacer
en un hogar católico y en el seno de su Santa Iglesia; ¡tantos
millones de almas en el mundo que no tienen los sacramentos y los
auxilios que proporciona la Iglesia! innumerables hombres en el mundo
fueron entregados en las manos de Satanás, viven en los vicios y la
disipación, no conocen a Dios o no se acuerdan de Él, ni de la
salvación de sus almas... muchos se pierden porque están en los
caminos del infierno. En cambio nosotros fuimos favorecidos por
Dios, somos creyentes en Cristo, nuestro Salvador y Redentor, al ser
puestos en un lugar en donde la Salvación es segura si nunca
abandonamos a Jesucristo y su Santa Iglesia.
Dios nos conoce y ama desde antes de que existieran nuestro padre y madre. |
Dios creó tantas y hermosas criaturas... para que viéndolas a ellas así lo podamos amar. |
Además
de tantas y hermosas creaturas que nos dió Dios, su amor no se vio
satisfecho hasta que se nos dió y entregó Él mismo. Por el pecado
original la humanidad sufría la pérdida del cielo y todos iban al
infierno. Hasta el tiempo en que el Hijo de Dios se compadeció de la
raza humana y vio que era posible que prosperara su Santo Evangelio,
de amor a Dios y paz entre los hombres, para realizar la obra de la
redención del hombre que el Padre Celestial le encomendó,
conducirnos al cielo y recuperar la gracia divina en nuestras almas
para así resistir el pecado. Por los méritos infinitos del Hijo de
Dios, bastaba una gota de sangre derramada, una lágrima, una
oración, para realizar la redención de este mundo y de mil mundos
mayores a este... pero Dios quiere que lo amemos mucho. La
encarnación del Hijo de Dios en el hombre causó gran asombro en el
cielo y la tierra. Pero, aún mayor asombro causó el cruento
sacrificio que padeció Jesucristo al entregarse a morir crucificado
en la cruz, para redimir a la raza humana y liberarnos de la
esclavitud del demonio... en esa forma Dios quiso mostrar a los
hombre cuán grande es el amor que nos tiene. ¿Cómo no amar a
nuestro amable redentor que se entregó a tantos tormentos y burlas
para arrancarnos de las profundidades del infierno? ¿Cómo dejar de
amar a Dios por entregarnos a su Hijo amado para que muriera por
nosotros? ¿Cómo no agradecer a Dios que se anonado en carne mortal
para redimirnos y recuperarnos nuevamente la amistad con Dios?
¡Después de la redención no podemos dudar del amor que Dios tiene
por nosotros! miserables creaturas pecadoras.
Dios fue capaz de entregar a su único Hijo, para que con su muerte nos redimiera y pudiéramos ir algún día al cielo con Él. |
Nuestro
Señor Jesucristo se entregó a morir en la cruz por amor a la
humanidad de todos los tiempos. Por amor al Padre Celestial y a la
raza humana soporta tantos insultos y golpes. ¡Ese bendito amor que
arde en su sagrado corazón! ¡ese amor que obligó a Dios a
sacrificarse por nosotros para darnos vida eterna y podamos gozarlo
en el cielo! No amamos a Dios como debiéramos por no pensar en el
amor que nos tiene. ¡Tantos santos que abandonaron la vida mundana
para ir a vivir haciendo penitencia en el desierto o en un convento!
!Tantos mártires que pensando en el amor de Cristo por nosotros no
quisieron negarlo¡ ¡Tantas vírgenes que no dudaron en renunciar a
los hijos y a un esposo terrenal para entregarse al divino esposo¡
Jesucristo murió por los santos y así le consagraron sus vidas.
También murió por nosotros, pecadores, ¿Que hacemos nosotros para
amarle?... Basta que miremos un crucifijo y pensemos que Cristo murió
por nosotros para empezar a amarle. Al contemplarlo en el Santísimo
Sacramento del altar pensemos en que quiso estar con aquellos
cristianos en gracia para fortalecerlos con su cuerpo y sangre
preciosos, para desechar el pecado de nuestras almas y así
conducirlos al cielo con la mayor seguridad.
Por el gran amor que Dios tiene a la humanidad, Jesucristo se sacrificó por nuestros pecados y con su resurrección nos promete la vida eterna. |
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