"ES NECESARIO RENACER EN EL ESPÍRITU PARA POSEER LA VIDA ETERNA"
Cuadernos 1943
8 de Junio
Mística italiana María Valtorta
8
de junio
Pero
oída el 7
Dice
Jesús:
"Sin
el Padre Yo no habría existido, pero sin el Espíritu Yo no habría
venido. Porque ha sido el Amor del Padre el que me ha mandado. Y
Nosotros estamos mucho más presentes y activos en un corazón cuanto
más vivo está en él el amor. He aquí por ello la necesidad de
poseer en vosotros el Amor, esto es el Espíritu Santo.
Yo
lo he dicho que “es necesario renacer en el Espíritu para poder
poseer la vida eterna”. El nacimiento de la carne de otra carne
no os diferencia de los animales en otra cosa que en esto: que
vosotros seréis juzgados por no haber querido renacer en el
Espíritu. Los animales no son responsables de esto. Vosotros sí.
Vosotros creyentes en mi Nombre, vosotros regenerados por el
Bautismo, sí. ¿Por qué, entonces, no renacéis en el Espíritu?
¿Por qué matáis en vosotros el Amor?
¿Cómo
puede ser comprendida mi doctrina si el Amor no está en vosotros? Yo
os lo he dicho “que habríais comprendido cuando hubiese enviado al
Consolador, el Espíritu de Verdad”. Ahora Yo os lo he mandado. He
subido dispuesto sobre la Cruz para redimiros y para preparar el
camino al Paráclito. He ascendido deseoso al Cielo, dejando a mi
Madre, la Única en la que el Espíritu estaba como en el seno del
Padre tan llena de gracia estaba Ella. Más bien estaba en Ella1
la “Gracia” misma. He ascendido dejando a los hombres a los que
tanto había amado, hasta morir por ellos de muerte de cruz, para
poder mandaros a Aquél a cuya luz todo se hace claro. Os lo continúo
enviando, alimentando esta luz conmigo mismo, porque Yo estoy en el
Padre y en el Espíritu y Ellos están en Mí.
Y
a Mí me tenéis, con mi Cuerpo, con mi Sangre, con mi Esencia, en
la Eucaristía. Dios y Hermano vuestro. Pero vosotros vivís con la
carne. Me tenéis a Mí, Luz del mundo, y una vez más, mejor dicho
cada vez más, preferís las tinieblas a la luz. Parecéis pobres
locos. En los tiempos de mi vivir entre Vosotros os habrían llamado
“poseídos”, poseídos por un espíritu impuro que os doblega a
perversiones extrañas, por las que amáis las tinieblas, las
indignidades, las compañías impuras, mientras podríais vivir en la
Luz y en la Verdad. Tenéis oído y no oís, tenéis vista y no veis.
Poseéis el habla, pero la usáis para blasfemar o para mentir.
Tenéis un corazón y no lo eleváis al Cielo sino que lo vendéis
por bajos amores y bajos intereses.
¿Por
qué vivís profanando y profanándoos? ¿Pero qué son para vosotros
las palabras de Verdad y de Vida que os he dejado y que el Paráclito
os ha explicado a la luz de la Caridad?
De
vez en cuando Yo intento otro milagro de amor y os llamo, hablándoos
de mil modos. Venís, investigáis, os agitáis. Pero ¿cómo? Con
una curiosidad científica. Vuestro espíritu no se despierta con el
toque del Misterio que se revela una vez más y os muestra a Dios y
su amor. ¡Pobres criaturas cegadas por vuestra ciencia humana!
Una
sola es la Ciencia necesaria. La mía. Y os la comunica el Espíritu
de Verdad. A su luz todo cuanto existe se santifica, se purifica, se
hace bueno. Si vuestro saber se origina en este Saber perfecto,
vuestro saber humano da obras de utilidad verdadera. De otra manera
no. Si la ciencia que poseéis es sólo ciencia humana, no es ciencia
verdadera. Es profanación. Esta arranca los velos que envuelven las
fuerzas cósmicas en un misterio en el cual Yo, que sé dosificar el
bien y el mal que debéis conocer, las había envuelto.
El
dragón susurra: “Muerde, muerde, hombre, el fruto que te hará
dios”. Y vosotros mordéis. No sabéis que coméis vuestra
condenación. Os hacéis de una genialidad semidivina, es cierto,
habéis arrancado muchos secretos al universo y habéis esclavizado
las fuerzas de la naturaleza. Pero no teniendo como contrapeso el
amor en vuestro saber, vuestro saber se ha
convertido únicamente en poder
destructor. Y Satanás silba su alegría porque en vuestros
descubrimientos ve su signo que niega a Dios. Sólo su signo.
Si
pusierais el centésimo de aquello que ponéis en el mal para cumplir
el bien, ya estaríais salvados. Pero seguir el Bien quiere decir ser
puros, continentes, misericordiosos, honestos, justos y humildes. Y
vosotros preferís en cambio ser obradores de iniquidad».
<<No
podéis conciliar el Reino de Dios con el reino de Satanás. No
podéis satisfacer contemporáneamente la carne y el espíritu.
Debéis elegir.
Os
he dado la inteligencia para que podáis elegir. Os he dado la luz
para que podáis ver. Os he dado el amor para que os podáis guiar. Y
os he dado la libertad porque de otra forma no hubiera tenido mérito
vuestra existencia. Os habéis equivocado diez, cien, mil veces.
Os
he dado los Mandamientos para ayudaros, os he dado los Profetas para
gritaros mi Voluntad. Os habéis equivocado cien, mil, diez mil
veces.
Os
he dado a Mí mismo, dejando el seno de mi Padre para hablaros. Os he
dado a Mí mismo, humillándome a Mí, Dios, a morir como
un malhechor para lavaros el corazón y hacerlo capaz de acoger a
Dios. Os he dado el Espíritu para que os fuera Maestro en el conocimiento
de mí doctrina de caridad, pureza, bondad, humildad. Os
habéis equivocado diez mil, un millón de veces.
No
se puede contar más el número de vuestros errores. Los acumuláis
como una pirámide los unos sobre los otros. Hacéis una segunda
Torre de Babel para montaros encima y deciros: “He aquí que somos
semejantes a Dios y escalamos los cielos”. Satanás os ayuda y ríe.
Sabe que la torre de vuestras culpas os caerá encima cuando creáis
tocar los cielos y os precipitará en el infierno. Ya está cayendo y
arrastrándoos. ¡Y no os paráis!
¡Oh!
¡paraos, paraos, hijos! ¡paraos, tesoros míos! Escuchad la voz del
Padre, del Hermano, del Dios vuestro que os llama, que os llama
tesoros incluso ahora porque estáis enjoyados con su Sangre. No
sacudáis de vosotros esa Sangre con ira, blasfemándola. Levantad la
frente enferma hacia el Cielo, que el rocío divino os lave. Porque
estáis enfermos, pobres hijos míos, y no lo sabéis. Os habéis
dejado besar por Satanás y su lepra está sobre vosotros y en
vosotros. Pero mi amor, tan sólo mi amor, os puede curar.
Venid,
no rechacéis mi mano que trata de atraeros a Mí. ¿Creéis que Yo
no os pueda perdonar? ¡Oh! Hubiera perdonado incluso a Judas si en
lugar de huir hubiera venido bajo la cruz en la que moría y me
hubiera dicho: “Perdón”. Hubiera sido mi primer redimido
porque era el más culpable, y sobre él hubiera hecho llover la
Sangre de mi Corazón, traspasado no tanto por la lanza como cuanto
por la suya y por vuestras traiciones.
Venid.
Mis brazos están abiertos. Sobre la cruz me dolía tenerlos clavados
solamente porque no hubiera podido apretarlos alrededor de vosotros y
bendeciros. Pero ahora están libres para atraeros a mi Corazón. Mi
boca tiene besos de perdón, mi corazón tiene tesoros de amor.
Dejad
las riquezas injustas y venid a Mí, verdadera Riqueza. Dejad las
alegrías indignas y venid a Mí, verdadera Alegría. Dejad los
falsos dioses y venid a Mí, verdadero Dios. ¡Cómo os sentiríais
contentos con una alegría espiritual si os confiarais a Mí!
Yo
soy el Dios de la Paz. De Mí manan todas las gracias. Cada dolor se
calma en Mí. Cada peso se hace ligero. Cada acto vuestro, realizado
en mi Nombre, se reviste de mí Belleza. Yo os lo puedo dar todo si
venís a mi Corazón, y no en manera humana, sino sobrehumana,
eterna, inefablemente dulce. No os digo que no conoceréis más el
dolor. Lo he conocido Yo que soy Dios. Pero os digo: el dolor se hará
suave si lo sufrís sobre mi Corazón.
Venid.
Dejad lo que muere, lo que os perjudica, Aquello que os quiere
mal. Venid a Quien os ama, a Quien es sabe dar las cosas que no
dañan y no mueren. Ayudadme, con vuestra voluntad. La quiero
para actuar. No porque la necesite, sino porque la necesitáis
vosotros para merecer el Reino.
1 En
Ella esta añadido por nosotros tratándose de una omisión señalada
en el dictado del 11 de junio.
Para
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VIDEO: