"CASTIGOS DEL INFIERNO PARA HACER PERECER A LA RAZA HUMANA Y SALVACIÓN DE ALGUNAS ALMAS POR AQUELLOS QUE SE INMOLAN"
Cuadernos 1943
23 DE ABRIL
Mística italiana María Valtorta
23 de abril
Mañana del Viernes Santo
Dice
Jesús:
«La
primera vez mi Padre, para purificar la tierra, mandó un baño de
aguas, la segunda un baño de sangre, ¡y de qué Sangre! Ni el
primero ni el segundo baño han valido para hacer de los hombres
hijos de Dios. Ahora el Padre está cansado, y para hacer perecer la
raza humana deja que se desencadenen los castigos del infierno,
porque los hombres han preferido al Cielo el infierno y su dominador,
Lucifer, les tortura para empujarles a blasfemar y hacerles
completamente hijos suyos.
Yo
vendría a morir por segunda vez, para salvarles de una muerte más
atroz todavía... Pero mi Padre no lo permite... Mi Amor lo
permitiría, la Justicia no. Sabe que sería inútil. Por ello vendré
tan sólo en la última hora. Pero ¡ay de los que en aquella hora me
verán habiendo elegido por su señor a Lucifer! No se necesitarán
armas en manos de mis ángeles para vencer la batalla contra los
anticristos. Bastará mi mirada.
¡Oh!
¡sí los hombres supieran todavía volverse a Mí que soy la
salvación! Sólo deseo esto y lloro porque veo que nada es capaz de
hacerles levantar la cabeza hacia el Cielo desde donde Yo les
extiendo mis brazos.
Sufre,
María, y di a los buenos que sufran para suplir mi segundo martirio
que el Padre no quiere que Yo cumpla… A cada criatura que se inmola
le es concedido salvar algún alma. Alguna... y no es para
sorprenderse el que sean pocas las concedidas a cada pequeño
redentor si se piensa que Yo, el Redentor divino, sobre el Calvario,
en la hora de la inmolación, de todos los millares de personas
presentes en mi muerte he logrado salvar al ladrón, a Longinos, y a
pocos, pocos más...».
Alma víctima: acepta la voluntad de Dios y se ofrece por los pecadores |
Reflexión
sobre un discurso que me viene relatado, en el cual está dicho que
se cuenta mucho con mis oraciones para obtener algo, habiendo
reconocido que aquello que he pedido se ha cumplido.
María Valtorta se ofreció a Dios como alma víctima, antes de su parálisis |
“No
me viene ningún orgullo, sino un más profundo agradecimiento a Dios
que es tan bueno que permite que yo sepa obtener la felicidad de
otros corazones. Pero a estos corazones quiero decir, y lo diré
—especialmente a aquel que esta mañana me ha hecho saber su
pensamiento— que lo que se cumple no es por mi mérito. Todos
podrían llegar a la misma capacidad si quisieran. No hay un
método o un estudio especial para llegar a esta potencia de súplica.
Lo importante es hacer del propio corazón un pesebre de Belén para
acoger a Jesús niño y de sí mismos una cruz para llevar a Jesús
Redentor. Cuando lo llevamos así, indisolublemente, nosotros no
somos más que un complemento suyo, y sólo Él es el verdadero
protagonista de todo. El secreto para obtener todas las gracias, que
el prójimo atribuye a nuestros méritos inexistentes, está
únicamente en nuestra anulación en Cristo, tan completa que
disuelva nuestra personalidad humana y obligue a Jesús a actuar sólo
Él en todo acontecimiento. Nosotros no hacemos sino llevarle las
voces de cada uno unidas a un beso de amor. El resto lo hace El”.
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