¿Es el suicidio un acto
humano? Lo que debe demostrarse es la “total responsabilidad” del
suicida .
¿Todos los suicidas se
van al infierno?
Lo que impide a una
persona entrar o no al cielo (es decir salvarse o no salvarse) es el
morir en estado de gracia, o sea, sin pecado mortal.
Para que una persona
cometa pecado mortal es condición necesaria:
1º que haya materia
grave (este es el elemento objetivo de todo pecado),
2º que tenga conciencia
plena de que es algo grave y
3º que consienta
perfectamente al acto grave (estas últimas condiciones son los
elementos subjetivos que se requieren para que haya un acto
sustancialmente humano).
En el caso del suicidio
se trata ciertamente de materia grave, pues la vida humana (la propia
y la ajena) son bienes fundamentales de la persona custodiados por
los mandamientos de la ley natural y por los diez mandamientos de la
Ley divina.
Hay que ver luego, en
cada caso particular, si la persona estaba en plena posesión de sus
facultades como para hacer un acto plenamente humano.
A continuación trataré
de esbozar los principios generales para poder hacer un juicio
aproximado de este doloroso fenómeno (se puede consultar lo
siguiente en: Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, Tomo II,
Parte II, cuestión 64, artículo 5; LINO CICCONE, Non Uccidere, Ed.
Ares, Milán 1988, página 107; Catecismo de la Iglesia Católica,
números 2280 al 2283).
1. Nociones y datos
generales
El suicidio consiste
propiamente en producirse la muerte a sí mismo por propia iniciativa
o autoridad, ya sea mediante una acción o una omisión.
Se divide en suicidio
directo e indirecto, según la muerte se intente directamente o sólo
sea permitida buscando otra finalidad (como quien, intentando salvar
a otra persona, arriesga su vida y muere).
Lo consideraron lícito
por principios filosóficos Hume, Montesquieu, Bentham, Schopenhauer,
Nietzsche, algunos estoicos como Séneca; más cercano a nuestros
tiempos, el existencialismo hizo de él un valor positivo, como “la
última libertad de la vida” (Jaspers). Algunos lo han defendido
por cuestiones de honor patriótico, militar o personal.
Los datos estadísticos
son escalofriantes, aun teniendo en cuenta que los datos oficiales
son inferiores a la realidad.
La relación que suele
establecerse entre suicidios efectivos e intentos de suicidio varía
según los diversos autores que se consulte: unos dicen que se llega
a un suicidio cada tres intentos; otros afirman que por cada suicidio
hay diez intentos fallidos; por tanto, como término medio, puede
decirse que por cada suicidio hay al menos cinco intentos frustrados.
Ahora bien, la OMS
(Organización Mundial para la Salud) indicaba en 1976, que cada día
se suicidan en el mundo 1000 personas (lo que indicaría que otras
4000 o 5000 lo intentan sin llegar a él); aproximadamente 500000 lo
hacen por año (y por tanto, 2500000 quedan en el intento).
2. Juicio moral
La tradición cristiana,
la doctrina del Magisterio y la reflexión teológica no han tenido
ninguna duda sobre la inadmisiblidad moral del suicidio. Si ha habido
alguna evolución ha sido sólo en torno a la valoración de la
culpabilidad y responsabilidad subjetiva del que se suicida o intenta
hacerlo.
Para no hacer un juicio
erróneo, es necesario distinguir entre el juicio “objetivo”
sobre el suicidio, y el juicio sobre “la responsabilidad subjetiva”
del suicidio.
a) Valoración
objetiva del suicidio
Como ya ha indicado Santo
Tomás, el suicidio directo, objetivamente considerado, es un acto
gravemente ilícito, por tres razones principales:
1º Porque es contrario a
la inclinación natural (ley natural) y a la caridad por la que uno
debe amarse a sí mismo.
2º Porque hace injuria a
la sociedad a la cual el hombre pertenece y a la que su acto mutila:
la priva injustamente de uno de sus miembros que debería colaborar
al bien común.
3º Porque injuria a
Dios: “la vida es un don dado al hombre por Dios y sujeto a su
divina potestad que mata y da la vida. Por tanto el que se priva a sí
mismo de la vida peca contra Dios, como el que mata a un siervo ajeno
peca contra el señor de quien es siervo... A sólo Dios pertenece el
juicio de la muerte y de la vida...” (Santo Tomás).
Pío XII lo calificó de
“signo de la ausencia de la fe o de la esperanza cristiana”
(discurso del 18/II/58).
El Concilio Vaticano II
lo colocó con otros delitos que atentan contra la vida misma,
juzgados como “cosas... vergonzosas” que “atentan la civilidad
humana... y constituyen el más grave insulto al Creador” (Gaudium
et spes, 27).
En la Declaración sobre
la eutanasia (26/VI/80) se afirma: “La muerte voluntaria, es decir,
el suicidio, es inaceptable a la par que el homicidio. Toda la
doctrina del Magisterio ha sido resumida por el Catecismo Universal
en los nn. 2280-2283.
La Sagrada Escritura no
se ocupa de él pero es legítimo verlo incluido en el mandamiento
que dice: No matar (Ex 20,13).
Ya San Agustín lo había
interpretado de tal manera: “No es lícito matarse, ya que esto se
debe entender como incluido en el precepto No matar, sin ningún
agregado.
No matar, por tanto, ni a
otro ni a ti mismo. Porque efectivamente, quien se mata a sí mismo,
mata a un hombre” (De civitate Dei, I,20).
En cuanto al así llamado
suicidio indirecto (es decir, quien pierde la vida a causa de otra
acción, como el médico o la religiosa que se contagia gravemente
atendiendo enfermos y muere por esta razón) es también ilícito, a
no ser con causa gravemente proporcionada.
Aunque la acción que
indirectamente produzca la muerte pueda no ser mala o incluso buena
(como en el ejemplo dado: el acto de caridad de cuidar un enfermo
gravemente contagioso), se requiere causa justa y proporcionada para
permitir la propia muerte.
Es lícito arriesgar
apelando al principio de doble efecto; en este caso, las condiciones
que debe reunir la acción, para ser lícita, han de ser:
1º que la acción u
omisión sea buena o indiferente;
2º que se siga también
un efecto bueno (y con la misma o mayor inmediatez del malo);
3º que solo se intente
el bueno;
4º que haya una causa
proporcionada (como puede ser el bien de la patria, el bien
espiritual ajeno, el ejercicio de una virtud, etc.).
b) El juicio sobre la
responsabilidad subjetiva
Otra cosa es la
valoración de la responsabilidad moral del suicida. Hasta el siglo
pasado era común juzgar al suicida como responsable de su gesto, y
por tanto, culpable de su acción. Hoy en día, tanto la situación
social, cuanto la formación moral del hombre moderno, obligan a
tener otros criterios de valoración.
Dicho de otro modo:
1º dada la situación
social potencialmente cargada de mentalidad suicida;
2º dado el elevado
número de sujetos psíquicamente frágiles e incluso disturbados
mentalmente;
3º y dado, por último,
los escasos o casi nulos valores morales que pueden contrarrestar la
mentalidad antivida reinante...
... podría admitirse
que: en los casos en que faltan elementos para juzgar que un suicidio
es plenamente voluntario, puede presumirse que la persona que se ha
quitado la vida no ha gozado de suficiente responsabilidad moral, o
incluso, en algunos casos, ha sido totalmente irresponsable.
Se podría decir que, en
muchos casos, lo que debe demostrarse es la “total responsabilidad”
del suicida.
De todos modos, hay que
decir que en muchos casos sí hay ciertos elementos que pueden servir
de guía para elaborar un cierto juicio sobre la responsabilidad
objetiva del suicida (dejando, por supuesto, el juicio último
únicamente a Dios).
Así, por ejemplo,
indican responsabilidad plena en un suicidio: el hecho de que éste
haya sido preparado fríamente, o por largo tiempo, o con
motivaciones precisas, o por una persona psíquicamente sana.
También el que la
decisión haya madurado dentro de una concepción de vida en la que
no hay lugar para Dios o en la cual no se encuentra sentido a la vida
por principios filosóficos (aunque sean vulgares).
En cambio, son indicios
de responsabilidad incompleta: el suicidio impulsivo, el suicidio
realizado bajo el shock de una tragedia, el suicidio ocurrido en
contraste con toda una vida o una concepción de vida en la cual no
parece haber lugar para el mismo, o, finalmente, el suicidio
realizado por sujetos psíquicamente alterados.
3. Responsabilidad
social
Gran responsabilidad por
el fenómeno del suicidio corresponde a la misma sociedad, en cuanto
ejerce o permite influencias que llevan a tal desenlace. Entre estos
elementos cabe señalar:
a) La disgregación de
los grupos primarios, especialmente la familia; la desaparición o al
menos el enrarecimiento de las relaciones familiares (con el
consecuente predominio de las relaciones de tipo funcional y
utilitaristas) conducen al aislamiento de los individuos,
condenándolos a afrontar solitariamente los problemas personales más
profundos de la persona.
b) La proposición de
“valores” que no satisfacen las exigencias más profundas del
alma (bienestar, afirmación personal, riqueza, hedonismo, culto de
la personalidad, el divismo o idolatrización de algunos personajes
públicos).
c) La negligencia en
formar el carácter de sus miembros con una educación humana
auténtica. Esto, en vez de robustecer las estructuras psíquicas,
las debilita. Surgen de aquí notables debilidades psíquicas.
Fuente: articulo
escrito: ¿Es el suicidio un acto humano? , publicado en
Catholic.net, del Padre Miguel Ángel Fuentes.
El Gran Monarca de Todos los Reyes de La Tierra y Forma de Mejorar la Vida, Revelaciones de Santa Brígida
El Gran Monarca
Palabras
de Cristo a la esposa describiéndose a sí mismo como un gran Rey;
sobre dos tesoros que simbolizan el amor de Dios y el amor del mundo,
y una lección sobre cómo mejorar en esta vida.
VIDEO:
Capítulo
15
Yo
soy como un gran Rey magno y potente. Cuatro cosas corresponden a un
rey. Primero, tiene que ser rico; segundo, generoso; tercero, sabio;
y cuarto, caritativo. Yo tengo esas cuatro cualidades que he
mencionado. En primer lugar, Yo soy el más rico de todos, pues
abastezco las necesidades de todos y no tengo menos después de haber
dado. Segundo, soy el más generoso, pues estoy preparado para dar a
cualquiera que lo pida. Tercero, soy el más sabio, pues conozco las
deudas y las necesidades de cada persona. Cuarto, soy caritativo,
pues estoy más dispuesto a dar de lo que está cualquiera para
pedir. Yo tengo, digamos, dos tesoros.
En
el primer tesoro guardo materiales pesados como el plomo y los
compartimentos donde se encuentran están cubiertos por afiladísimos
clavos. Pero estas cosas pesadas llegan a parecer tan ligeras como
plumas para la persona que empieza a cambiarlas y revolverlas y que,
después, aprende a cargar con ellas. Lo que antes parecía tan
pesado se convierte en luz y las cosas que antes se veían afiladas y
cortantes se vuelven suaves. En el segundo tesoro, se ve oro
resplandeciente, piedras preciosas, y aromáticas y deliciosas
bebidas. Pero el oro es realmente barro y las bebidas son veneno.
Hay
dos caminos hacia el interior de estos tesoros, pese a que antes solo
había uno. En el cruce, o sea, a la entrada de los dos caminos, hay
un hombre que, gritando a tres hombres que toman el segundo camino,
les dice: ‘¡Escuchad, escuchad lo que tengo que deciros! Si no
queréis escuchar, al menos emplead vuestros ojos para ver que lo que
digo es cierto. Si no queréis usar ni vuestros oídos ni vuestros
ojos, al menos usad vuestras manos para tocar y daros cuenta de que
no hablo en falso’. Entonces, el principal de ellos dice: ‘Vamos
a atender y ver si lo que dice es cierto’. El segundo hombre dice:
‘Todo lo que dice es falso’. El tercero dice: ‘Sé que todo lo
que dice es cierto, pero no me importa’.
Cristo no muestra el camino a Dios.
¿Qué
son estos dos tesoros sino amor por mí y amor por el mundo? Hay dos
senderos hacia estos dos tesoros. El rebajarse uno mismo y la
completa auto negación conduce a mi amor, mientras que el deseo
carnal conduce al amor del mundo. Para algunas personas, la carga que
soportan en mi amor parece hecha de plomo, porque cuando tienen que
ayunar o mantener la vigilia, o practicar la restricción, piensan
que están acarreando una carga de plomo. Si tienen que oír burlas e
insultos porque emplean tiempo en la oración y en la práctica de la
religión, es como si se sentaran sobre clavos, siempre es una
tortura para ellos.
La
persona que desea estar en mi amor, primero tiene que revertir el
plomo, o sea, hacer un esfuerzo para hacer el bien anhelándolo con
un deseo constante. Entonces levantará un poquito, paulatinamente, o
sea, hará lo que pueda, pensando: ‘Esto lo puedo hacer bien si
Dios me ayuda’. Entonces, perseverando en la tarea que ha asumido,
comenzará a cargar con todo lo que antes le parecía plomo, con una
disposición tan alegre que todos los trabajos o ayunos y vigilias, o
cualquier otro trabajo, será para él tan ligero como una pluma.
La muerte del pobre Lázaro.
Mis
amigos descansan en un lugar que, para los malvados y desidiosos,
parece estar cubierto de espinas y clavos, pero que a mis amigos les
ofrece el mejor reposo, suave como las rosas. El camino directo hacia
este tesoro es desdeñar tu propia voluntad. Esto sucede cuando un
hombre, pensando en mi pasión y muerte, no se preocupa de su
voluntad sino que resiste y lucha constantemente para mejorarse. Pese
a que este camino es algo difícil al principio, aún hay un montón
de placer en este proceso, tanto que todo lo que en un principio
parecía imposible de cargar se llega a volver muy ligero, de forma
que uno puede decirse con toda razón a sí mismo: ‘Leve es el yugo
de Dios’.
El
segundo tesoro es el mundo. Ahí hay oro, piedras preciosas y bebidas
que parecen deliciosas, pero que son amargas como veneno cuando se
prueban. Lo que ocurre a todos los que llevan el oro es que, cuando
su cuerpo se debilita y sus miembros fallan, cuando su médula se
desgasta y su cuerpo cae en tierra debido a la muerte, entonces dejan
el oro y las joyas y no merecen más que barro. Las bebidas del
mundo, es decir, sus placeres, parecen deliciosos, pero cuando llegan
al estómago debilitan la cabeza y hacen pesado al corazón, arruinan
el cuerpo y la persona entonces se marchita como el heno. A medida
que se aproxima el dolor de la muerte, todas estas delicias se hacen
tan amargas como el veneno. La propia voluntad conduce a este deseo,
cuando una persona no se preocupa de resistir sus apetitos y no
medita sobre lo que Yo he ordenado y sobre lo que he hecho, sino que
en todo momento hace lo que se le antoja, sea lícito o no lo sea.
Los que se deciden por el 2º tesoro.
Tres
hombres caminan por este sendero. Me refiero a todos los réprobos,
todos aquellos que aman al mundo y a su propio deseo. Yo les grito
desde el cruce de caminos, a la entrada de los dos, porque al haber
venido en carne humana he mostrado dos caminos a la humanidad, en
concreto uno para ser seguido y el otro para ser evitado, o sea, un
camino que lleva a la vida y otro que conduce a la muerte. Antes de
mi venida en carne tan sólo había un camino.
En
él todas las personas, buenos y malos, iban al infierno. Yo soy el
que clamé y mi clamor fue este: ‘Gentes, escuchad mis palabras,
que conducen al camino de la vida, emplead vuestros sentidos para
comprender que lo que digo es verdad. Si no las escucháis o no
podéis escucharlas, entonces al menos mirad –o sea, emplead la fe
y la razón– y ved que mis palabras son ciertas. De la misma forma
que una cosa visible puede ser percibida por los ojos del cuerpo, así
también lo invisible se puede percibir y creer mediante los ojos de
la fe.
La muerte del rico Epulón.
Hay
muchas almas simples en la Iglesia que hacen pocos trabajos, pero que
se salvan gracias a su fe, por creer que soy el Creador y redentor
del universo. Nadie hay que no pueda comprender o llegar a la
creencia de que Yo soy Dios, tan sólo si considera cómo la tierra
contiene frutos y los Cielos producen la lluvia; cómo se hacen
verdes los árboles; cómo subsisten los animales, cada uno en su
especie; cómo los astros son útiles al ser humano, y cómo ocurren
cosas contrarias a la voluntad del hombre.
Partiendo
de todo esto, un individuo puede ver que es mortal y que es Dios
quien dispone todas estas cosas. Si Dios no existiera todo estaría
en desorden. Por consiguiente, todo ha sido creado y dispuesto por
Dios, todo se ha ordenado racionalmente para la propia instrucción
del ser humano. Ni siquiera la más mínima cosa existe ni subsiste
en el mundo sin razón. Por tanto, si una persona no puede entender o
comprender mis poderes debido a su debilidad, al menos puede ver y
creer por medio de la fe.
Cristo Rey
Pero
si aún --¡oh hombres!—no queréis emplear vuestro intelecto para
considerar mi poder, podéis usar vuestras manos para tocar las obras
que Yo y mis santos hemos realizado. Son tan patentes que nadie puede
dudar de que se trata de obras de Dios ¿Quién, sino Dios, puede
resucitar a los muertos o devolverle la vista a un ciego? ¿Quién
sino Dios expulsa a los demonios? ¿Qué he enseñado que no sirva
para la salvación del alma y del cuerpo, y sea fácil de llevar?
Cristo resucita a Lázaro
Cristo calma la tempestad con una orden.
Cristo liberando a un endemoniado.
Sin
embargo, el primer hombre o, más bien, algunas personas dicen:
‘¡Escuchemos y comprobemos si esto es cierto!’ Estas personas
están algún tiempo a mi servicio, pero no por amor sino como
experimentación y a imitación de otros, sin renunciar a su propia
voluntad sino tratando de conjugar su propia voluntad junto con la
mía. Éstos se encuentran en una peligrosa posición porque quieren
servir a dos maestros, aunque no pueden servir bien a ninguno de los
dos. Cuando se les llame, serán recompensados por el maestro que más
amaron.
El
segundo hombre, es decir algunas personas, dicen: ‘Lo que dice es
falso y la Escritura es falsa’. Yo soy Dios, el Creador de todas
las cosas, nada se ha creado sin mí. Yo establecí los testamentos
nuevo y antiguo, ambos salieron de mi boca y no hay falsedad en ellos
porque Yo soy la verdad. Por ello, aquellos que digan que Yo soy
falso y que las Sagradas Escrituras son falsas, nunca verán mi
rostro porque su conciencia les dice que Yo soy Dios, pues todo
ocurre según mi deseo y disposición.
El
Cielo les da luz, ellos no se pueden alumbrar a sí mismos; la tierra
da frutos, el aire hace que fecunde la tierra, todos los animales
tienen ciertas disposiciones, los demonios me confiesan, los justos
sufren de manera increíble por su amor a mí. Ellos ven todo esto y
aún no me ven. Podrían verme en mi justicia, si considerasen cómo
la tierra se traga a los impíos o cómo el fuego consume a los
malvados. Igualmente, también podrían verme en mi misericordia,
cuando el agua fluyó de la roca para los rectos o las aguas se
abrieron para que pasaran ellos; cuando el fuego no les quemó, o los
Cielos les dieron alimento como la tierra. Pues por ver todo esto y
aún decir que miento, éstos nunca verán mi rostro.
El
tercer hombre, o sea, ciertas personas, dicen: ‘Sabemos muy bien
que Él es Dios en verdad, pero no nos importa’. Estas personas
serán atormentadas eternamente, porque me desprecian a mí, que soy
su Señor y su Dios. ¿No es un grandísimo desprecio por su parte
usar mis regalos y rehusar a servirme? Si al menos hubieran adquirido
todo eso por su cuenta y no enteramente por mí, su desdén no sería
tan grande. Pero Yo daré mi gracia a aquellos que comiencen
voluntariamente a revertir mi carga y luchen con un deseo ferviente
de hacer lo que puedan.
Yo
trabajaré junto a esos que porten mi carga, o sea, los que progresen
cada día por amor a mí. Seré su fuerza y los inflamaré tanto que
estarán deseosos de hacer más. Los que perseveran en el lugar que
parece pincharles –pero que en verdad es pacífico—son quienes se
afanan día y noche sin descanso, haciéndose incluso más ardientes,
pensando que lo que hacen es poco. Estos son mis amigos más queridos
y son muy pocos, pues los demás encuentran más placenteras las
bebidas del segundo tesoro.
SENTENCIA DE HOMBRE QUE TENÍA 3 DEMONIOS EN SU INTERIOR, REVELACIONES DE SANTA BRÍGIDA
El hombre Impío hiere con palabras al inocente
Acerca
de cómo un enemigo de Dios tenía tres demonios dentro de él y
acerca de la sentencia que Cristo le aplicó.
VIDEO:
Capítulo
13
Mi
enemigo tiene tres demonios en su interior. El primero reside en sus
genitales, el segundo en su corazón, el tercero en su boca. El
primero es como un barquero, que deja que el agua le llegue a las
rodillas, y el agua, al aumentar gradualmente, termina llenando el
barco. Entonces se produce una inundación y el barco se hunde. Este
barco representa a su cuerpo, que es asaltado por las tentaciones de
demonios, y por sus propias concupiscencias, como si fueran
tormentas. La lujuria entró primero hasta la rodilla, es decir, a
través de su deleite en pensamientos impuros. Al no resistir con la
penitencia, ni tapar los agujeros mediante los parches de la
abstinencia, el agua de la lujuria creció día a día por su
consentimiento.
El pecado de la Gulao concupiscencia del vientre
Entonces,
el barco repleto, o sea, lleno por la concupiscencia del vientre, se
inundó y hundió el barco en lujuria, de forma que no pudo llegar al
puerto de la salvación. El segundo demonio, que residía en su
corazón, es como un gusano dentro de una manzana, que primero come
la piel de la manzana y después, tras dejar ahí sus excrementos,
merodea por el interior de la manzana hasta que todo el fruto se
descompone. Esto es lo que hace el demonio. En primer lugar debilita
la voluntad de la persona y sus buenos deseos, que son como la
cáscara, donde se encuentra toda la fuerza y bondad de la mente y,
cuando el corazón se vacía de estos bienes, pone en su lugar,
dentro del corazón, los pensamientos mundanos y las afecciones hacia
los que la persona se haya inclinado más. Así, impele al cuerpo
hacia su propio placer y, por esta razón, el valor y entendimiento
del hombre disminuyen y su vida se vuelve aburrida.
Es,
de hecho, una manzana sin piel, o sea, un hombre sin corazón, pues
entra en mi Iglesia sin corazón, porque no tiene caridad. El tercer
demonio es como un arquero que, mirando por la ventana, dispara a los
incautos. ¿Cómo no va a estar el demonio dentro de un hombre que
siempre lo incluye en su conversación?. Aquél que amamos es a quien
más mencionamos. Las duras palabras con las que él hiere a otros
son como flechas disparadas por tantas ventanas como veces mencione
al demonio o sus palabras hieran a personas inocentes y escandalicen
a la gente sencilla.
Yo,
que soy la verdad, juro por mi verdad que lo condenaré como a una
ramera, a fuego y azufre; como a un traidor insidioso, a la
mutilación de sus miembros; como a un bufón del Señor, a la
vergüenza eterna. Sin embargo, mientras su alma y su cuerpo
permanezcan unidos, mi misericordia está aún abierta para él. Lo
que exijo de él es que atienda con mayor frecuencia los divinos
servicios, que no tenga miedo de ningún reproche ni desee ningún
honor y que nunca vuelva a tener ese siniestro nombre en sus labios.
La vida de un libertino, plena de lujuria
EXPLICACIÓN
Este
hombre, un abad de la orden cisterciense, ha enterrado a una persona
que había estado excomulgada. Cuando estaba rezando la oración
correspondiente sobre él, Doña Brígida, en rapto espiritual,
escuchó esto: “Él utilizó su poder y lo enterró. Puedes estar
segura de que el próximo entierro después de éste será el suyo,
pues pecó contra el Padre, quien nos ha dicho que no mostremos
parcialidad ni honremos injustamente a los ricos. Por un favor
propio, perecedero, este hombre honró a una persona indigna y lo
situó entre los dignos, cosa que no debió hacer. Ha pecado contra
mí también, el Hijo, porque Yo he dicho: “Aquél que me rechace
será rechazado”. Este hombre honró y exaltó a alguien que mi
Iglesia y mi vicario habían rechazado”. El abad se arrepintió
cuando oyó estas palabras y murió al cuarto día.
Según el principio de su Pasión Interna en el Seno de María y según la prolongación mística de la Sagrada Eucaristía.
Revelación dada a la vidente La Religiosa Portavoz de Jesús, por el mismo Señor Jesucristo en el año 1930 y 1931. Mostraremos aquí, un extracto de la obra: "Revelaciones íntimas del Verbo Encarnado", publicado por Las Mínimas Franciscanas del Perpetuo Socorro de María, el 29 de diciembre de 1966, bajo el amparo del decreto del 15 de noviembre de 1966 publicado en el Acta Apostolicae Sedis, del Papa Pablo VI.
Si deseas leer la obra completa puedes accesar el e-book en el siguiente enlace:
En el siguiente video esta contenido el extracto de la obra: "Revelaciones íntimas del Verbo Encarnado", es lo mismo escrito después del video:
VIDEO:
De La Religiosa Portavoz de Jesús, incluimos el presente Prefacio, algo sobre la vidente mexicana y la obra:
Estos apuntes los hago con el permiso de mi Director Espiritual, iniciándolos el mes de septiembre de 1931. Se refieren a las altísimas revelaciones que desde diciembre del anterior (1930) se dignara hacerme mi Jesús, y que continuaron hasta el 25 de diciembre del siguiente; pero que, por incidentes que me quitaron el tiempo, los terminé de escribir el 27 de febrero de 1932.
Con fecha 13 de junio del mismo año de 1932 mi Padre Director en carta de conciencia me escribió al respecto lo siguiente: "Estoy leyendo la libreta que trata del 'Verbo' y voy anotando algunas cosas que están muy conformes con la enseñanzas de la Teología Sagrada. Los dolores del Corazón de Jesús en el seno purísimo de Nuestra Madre Inmaculada fue verdadera pasión física. La pasión mística se realiza actualmente en la sagrada eucaristía."
Firmo el presente, como prefacio, el 9 de octubre de 1935.
La pobre portavoz de Jesús.
Introducción
El Verbo Eterno en el Seno del Padre antes de la caída del hombre y de la sublevación de Luzbel
Existía eternamente la Trinidad llenando los Cielos. Y el mundo (la tierra) no era todavía. Los ángeles gozaban plenamente de esa divina posesión que, por la fuerza atrayente de sus encantos infinitos, eran vencidos sus albedríos; su estado de gracia era meritorio a los ojos de Dios.
No obstante, suspiraba el Eterno Ser, por unas criaturas que, fuera de la atmósfera de su divinidad y puestas en un mundo de múltiples encantos, y encerrados en carne material, le amasen a costa de fidelidad heroica en la intensidad y pureza de los ángeles.
E hizo Dios al hombre, con alma a su imagen, a fin de que a si mismo su esfuerzo descubriera aquel "Reino de los Cielos".
Y habiendo quedado satisfecho de su obra, puso en ella sus delicias, y decretó, desde la eternidad, que su Verbo se haría carne, para habitar con los hijos de los hombres.
Y aquí María Virgen (como virgen sería toda madre sobre la tierra) fue decretada en la mente del Eterno; como hija del Padre, Madre del Hijo, y Esposa del Espíritu Santo, el cual es centro y fuerza del poder creador.
Envidia de Luzbel
Y Luzbel (el ángel mayor del Cielo) se llenó de envidia y de un celo amargo, y se sublevó su soberbia al saber que era a los hombres y no a los ángeles a los que se dignificaba por el Unigénito en el amor difuso.
Porque no amo él el gozo de Dios, sino a sí mismo se amo con desordenado amor.
Pero Luzbel vagó por la Tierra, cuando esta fue creada por Dios para darla a la raza humana, y vino Luzbel en persecución contra el hombre para perderle con la ciencia perversa de su egoísmo infernal, para vengarse en él de su derrota, pretendiendo impedir la encarnación del Verbo, el hijo de Dios. Porque se decía: "No es posible que, corrompida toda carne, quiera vestirse de ella el que es toda pureza."
Y Dios vio los pensamientos del diablo y, aunque un solo acto de su voluntad hubiera impedido sus acechanzas o, aunque El hubiese podido confirmar en gracia al hombre, o destruir el poder del maligno, y aniquilar así al enemigo, con todo, dejolo hacer...
Y el hombre pecó contra su Dios
¡Y llegó la hora de la expectación!
Y el maligno puso trabas al hombre... y la carne se corrompió, e hizo Dios repulsa de ella. Y el Verbo Eterno quedo constreñido en el seno del Padre y el Espíritu Santo no halló donde colocar sus alas. ¡Y la indignación de la justicia cayó sobre los hombres...!
Pero, a la vista de las llagas de la humanidad el Verbo se conmovió, y quiso satisfacer a la Justicia de su Amor, para dar Amor a la Justicia. Porque el Verbo Eterno, que suspiraba por su Encarnación, ahora se ofrece a la Divina Justicia como víctima, y solo espera revestirse de carne humana para condensar en ella el Pecado y destruir el daño del diablo. Y así como en la mente del Eterno había sido concebida la pureza de la Virgen María, ahora como en un lirio embalsamado entre el erial del mundo, es decretada su concepción inmaculada, sin mancha ninguna original, para ser digna Madre de Dios, el Unigénito del Padre, y Esposa del Espíritu Santo.
Gozo en el Cielo
¡Con este decreto los Cielos se llenaron de gozo! ¡Y el Padre Eterno quedó complacido!
¡Y el Hijo... el Verbo Divino..extasiado! ¡No hubo gozo igual al gozo de esta Segunda Persona de la santísima Trinidad!
Porque María se presentó ante la mirada Divina correspondiendo a las gracias de que el Creador la hacía predilecta entre todas las criaturas. Ella no hizo vana una sola gotita de esa gracia, de la cual, fue llena: Ave... gratia plena.
Confusión en los Infiernos
En cambio, en los abismos infernales rugieron los espíritus malignos, porque no pudieron resistir siquiera la sola visión de la Concepción Inmaculada de María, apenas en la mente de Dios.
¡Un milagro más en favor de los hombres! ¡La Concepción Inmaculada de María para ser Madre del Verbo Divino: el Redentor!
¡Concebida sin pecado original! De la Concepción de María a la Encarnación del Verbo.
Solo hubo un paso de la Concepción de María a la Encarnación del verbo. Paso que fue para María... un acto de amor santificante y glorificante.
De entre el fango del mundo era solo María hasta entonces la criatura única que atraía las miradas de Dios. Ella era la única alma a la cual el Espíritu Santo podía bañar de sus gracias y difundirle su amor.
Pero el Verbo Divino quería compartir con todos los hombres... con el mundo entero, con los hijos de los hombres, su porción predilecta, donde el había puesto su delicias, las llamas de amor que le devoraban. Quería encarnarse con ellos, venir a ellos y entre ellos vivir... Y... ¡vivir para siempre! ...
¡Cómo ama el Verbo a María!
Otro motivo que impelía su anhelo de encarnarse, para el Verbo, era María.
Aquella belleza de alma le atraía... como un imán. Porque el Verbo Encarnado, más que amor angélico, quiere amor humano; porque somos los humanos su porción escogida...
Pero... ¡suena la hora! La hora preparada desde la eternidad.
"Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros."
Principio de la Pasión oculta del Verbo Encarnado en el seno de María
(doctrina para las almas víctimas)
Desde el momento mismo de la Encarnación del Hijo de Dios en el seno de María comenzó la Pasión interna, física y real de Cristo. Porque la Pasión del Hijo de Dios, de la Víctima Divina, tuvo principio en su corazón, unido al corazón de María, la Corredentora.
Y del seno virginal de María, como de un Templo Santo o Tabernáculo Sagrado, comenzó a subir a los cielos el desagravio ante la Divina Justicia del Cordero de Dios que borra los pecados del mundo.
Y subía y subía el oloroso holocausto del seno de María hasta la presencia Divina, en aras del amor mas puro, alcanzando gracias y bendiciones para los hijos de los hombres, tesoro codiciado del Corazón Amantísimo de Nuestro Salvador. Y María era víctima con su Hijo, el cual, mientras moró en su seno, no pudo dar un solo latido de su Corazón a Dios, sin que fuese el Corazón de María el órgano físico y real que palpitaba al unísono con El.
¡A tal condición de dependencia filial quiso someterse el Redentor!
¡A tal martirio de compartimiento inaudito aceptó, con su "fiat", esa Virgen Prudentísima! ¡Todo como un brote heroico de un heroico amor! ¡Por nosotros... ingratos...apáticos... indiferentes!
¡Oh Madre sacerdote y Víctima!
¡Yo te quiero amar en la medida que Tú y tu Hijo nos aman!
Motivo de confusión para el Diablo
Y para el diablo, espíritu de tinieblas, fue encubierto este prodigio de redención. Porque para sus pobres ojos, cegados por la soberbia, era María, con su humildad, como un reflector que le cegaba más y más a medida que escudriñaba lo que en ella sucedía desde el momento de la Encarnación del Verbo. Y así: no pudo ver en el seno de María, durante los nueve meses de su santa preñez, el fruto de sus entrañas virginales; pues el Espíritu Santo la cubría con su sombra divina bajo apariencias de pequeñez: ¡humildad!
Porque así el Emmanuel, suspirado por los profetas, pudo, desde el seno de María comenzar su martirio redentor, y suben sus méritos sin interrupción, y seguirán subiendo mediante la legión de almas que con Él y con María se ofrecen a la Justicia Divina para completar la Pasión de Cristo. Y, escondidas las almas en María, el diablo no podrá estorbar su victimado ante los ojos de Dios.
La Pasión del Verbo Encarnado: ¡el anhelo de nacer!
"Glorifícame, oh Padre, a mi que soy tu Unigénito...glorifícame como Primogénito entre todos los hombres para que esta gloria sea también de ellos."
Y así estén conmigo a tu diestra...mereciendo(por Mi) aquella gloria que el mundo no hubiese podido merecer después de su pecado, pero que la merecía cuando fueron creados los seres humanos en tu mente eterna, siendo objeto delicadísimo de tu amor... aquella gloria que perdieron por el pecado... por este pecado que Yo voy a vencer con Mi inmolación."
Así suspiraba el Verbo Encarnado en el seno de María oculto a todos y sólo presente ante el Trono Divino.
Tal debe ser la vida de las almas víctimas: ocultas a los ojos de todos y solo presentes ante los ojos de Dios.
Porque la virginidad que han perdido todas las madres sobre la tierra por el pecado, en María se ha reconquistado bajo la sombra del Espíritu Santo, esposo de María.
...Esa pasión que, desde aquél instante, aún no ha dejado de existir en el Corazón de Jesús, y que anhela coparticiparnosla a nosotros, y por lo cual pide almas a los pies de sus Sagrarios, almas eucarísticas, puras, que en el secreto se inmolen con Él y como Él. Allá, encerrado en el seno de María, y ahora en el Sagrario, es la misma Víctima, es la misma hostia en una misma inmolación.
Cinco días escogió el Verbo Encarnado y oculto en el Seno de María para sus elegidos
Primer Día
Jesús, el Verbo hecho Carne, nos enseña a amar la justicia Divina hasta al grado de ofrecernos, según su ejemplo, como víctimas para trocar esa justicia en amor. Pues, cuando el padre Celestial recibe amor que se entrega a su Justicia, como su Verbo Encarnado, El, Justo y bueno, que no se deja vencer en generosidad, convierte su Justicia en Amor, en perdón, y se da en hartura de misericordias, de bendiciones, porque así cumple la Justicia de su Amor.
Pues bien, sabiendo todo esto el Verbo Encarnado, aún en el seno de María, su Madre, desde el primer instante de su Encarnación, su primer pensamiento, su primer oficio fue un acto de amor perfectísimo...purísimo... un acto de adoración al Padre Celestial...¡AMOR!.
Cinco días, los primeros cinco días, el Verbo Encarnado y encerrado en el seno de María consagró en favor de sus elegidos.
Segundo Día
del Verbo Encarnado en el Seno de María
Desde el alba de ese segundo día, hasta el alba del tercero, el Verbo se ofrece víctima de propiciación por los pecados del mundo para desagraviar la Justicia Divina de su padre Celestial.
Su acto de ofrecimiento va unido a un acto perfecto de dolor por las ofensas que ofrece reparar.
... quiso... y su querer fue un Decreto desde ese instante, que toda alma que con Él se uniese en el ofrecimiento de víctimas de desagravio fuese custodiada en María, concediéndole, si la voluntad del alma no flaquea, la pureza invulnerable. No estarán libres de tentaciones...
Y ahí vio Él todos los pecados del mundo... y su martirio interior fue inaudito. En este segundo día de su existencia humana, según el tiempo, el Verbo Encarnado, oculto aún a la luz del mundo, teniendo solamente a María por particionera, fue herido en su corazón por la daga secreta de su Pasión interna, la cual continúa llevando en la Eucaristía. Recibió de un solo golpe los martirios que, durante sus nueve meses "no-nato" y sus treinta y tres años de vida mortal, recibió; y la prolongación en su Eucaristía que habría de soportar en el silencio de su Corazón Víctima.
Ayer fue el día del Amor por la Justicia, hoy es el día de la Justicia por el Amor.
Y María... ¿que hacia esa cándida paloma en la expectación de aquellos misterios santos que se obraban dentro de ella? El oficio de un sacerdote perfecto y el de una víctima también perfecta...
Tercer Día
del Verbo Encarnado en el Seno de María
Entonces dirige a su Padre Celestial una oración, y pide para nosotros el Espíritu Santo.
El sabe que las Tres Divinas Personas forman un solo Dios. Y el Padre amorosísimo le concede esta gracia: durante su vida mortal podrá derramar su Divino Espíritu de Amor y de luz a aquellos sobre los cuales ponga su soplo Divino.
En la multitud de almas que ha visto pasar en el camino de 33 años de peregrinación sobre la tierra, ha visto tan pocas almas dispuestas a recibir su soplo... Por otra parte entre ellas ha visto una cuya sencillez ha atraído su amor: ¡ha visto a Pedo! A Pedro, Jefe que ha de ser de los apóstoles y piedra fundamental de su iglesia. Cierto, soplará sobre él, y aquél hombre recibirá el Espíritu Santo, ...
Y ora el Verbo desde el seno de María en este tercer día después de su Encarnación; ora por la infalibilidad de su Iglesia...
¡La infalibilidad del Vicario de Cristo! está decretada por los cielos desde este instante, porque la oración del Verbo Encarnado, ofrecido como víctima universal de desagravio y redención, ha hecho violencia al Padre Celestial.
¡La infalibilidad del Vicario de Cristo en la tierra es la asistencia visible del Hijo de Dios en su Iglesia! ¡Proclamar esta verdad es proclamar el reino de Cristo! ¡Confesarla es rendir culto de gratitud al Padre Celestial! Acatarla y venerarla es extender el reinado del Espíritu Santo, el cual tiene su principio en las almas por la fe y el auge de su operación en el Padre de las almas: el Papa, a quien, por su infalibilidad, fue dado todo poder dentro de la Iglesia, y se conoce por la integridad de la doctrina, de la fe y costumbres primitivas de esta ¡entidad divina!
Cuarto Día
del Verbo Encarnado en el Seno de María
¡Ah! este fue el día de esparcimiento de gracias: ¡El Padre ha dado a su Verbo "todo poder sobre la tierra" para difundir su amor! Ese amor es el Espíritu Santo. Entonces entra el Verbo en las finezas y perfecciones de su Voluntad hacia todas las almas de todos los hombres y por todos los tiempos hasta el fin del mundo: que sea dada a todas las almas redimidas la gracia del Espíritu Santo.
Y María compartía esos goces: esos anhelos e incendios de amor del Hijo de sus entrañas que, de pronto, culmina en el deseo de dar el soplo primero de su Espíritu Divino sobre el alma de su precursor, el cual oculto aún en el seno de Isabel, su madre, duerme esperando al Consolador... Apenas la presencia de María es junto a la madre del Precursor y este salta de gozo al ver a su Señor. Porque el verbo derramó su Espíritu por boca de María en la primeras palabras de su salutación.
Y el seno de Santa Isabel se llenó de resplandores, porque el fruto de sus entrañas quedó santificado. Y al diablo le fue dado ver este espectáculo y creyó y temió fuese el Mesías el hijo de Isabel.
Pero no le fue dado conocer al Verbo en María, porque sus ojos no resistían traspasar a la que es "tota pulcra".
Quinto Día
del Verbo Encarnado en el Seno de María
¿Qué le queda aún por hacer? ¿Qué va a inventar ahora su amor?
Y el Verbo hunde su Corazón en los arcanos de su poder Divino:
"¡Oh Padre...! ¡Quiero quedarme con ellos hasta la consumación de los siglos! No me basta nacer una vez y una vez sufrir y morir... quiero perpetuar Mi oficio de Redentor y de Víctima con una continuidad actual y real."
Y en aquél momento concibió en su mente (humanamente) la institución de la Eucaristía.
El Sacerdocio
Juntamente con la Eucaristía, en la mente y en el Corazón del Verbo Encarnado, ha nacido, con la misma simultaneidad, la institución sacerdotal. Porque nadie sino Cristo tiene poder para consagrar su cuerpo. Luego, es necesario que sean "ungidos" de Dios "otros Cristos", aquellos que en nombre y en memoria de Él consagren a la Víctima Divina.
Estos cinco actos, repartidos en los cinco primeros días después de su Encarnación, el verbo los consagró a María, su Madre, para instruirla en sus designios de redención y solicitarla como Corredentora...
Y María conservaba todas estas cosas en su Corazón...
Ahora, ¿que hace el Verbo oculto en María, después que ha consumado la concepción de nuestro bien?
Nueve meses permanece silencioso, ofreciendo a su Padre Celestial su Pasión interna, la Pasión de su Corazón. Y María compartía con Él esa misma Pasión como Corredentora.
La Pasión interna del Corazón de Jesús
continuada de manera mística pero real en la Sagrada Eucaristía
Aquel Corazón del Verbo Encarnado y oculto en María, todo hoguera de amor aún escondido en el Corazón maternal, era ya capaz de sufrir. Y sufría ahí... con esa intensidad propia de su amor que anhelaba ofrecer a su Padre sacrificios reparadores en desagravio por la humanidad pecadora, y en propiciación por todos nosotros. Abismado en la visión (interior) de la ingratitud de los hombres, los que le causaban un dolor el maś cruel... eran aquellas miles y miles de almas que resistían la verdad de su divina palabra: ¡su doctrina santa!
... un esforzado apóstol de las multitudes que, durante 3 años consecutivos se daría por el bien de las almas, y sería combatido, perseguido, maltratado, hasta concluir muriendo oprobiosamente en una cruz, como una víctima...
Y este sacrificio perpetuarlo por los siglos en la Eucaristía, escondido completamente, convertido en un pedazo de pan. ¡El!... con su Cuerpo, con su Alma, con su Divinidad, con todo ese abismo de amor con que nos ha amado... hasta la eternidad... porque quiso seguir siendo la víctima pura, en el silencio y el anonadamiento, que, cargando sobre Sí nuestras miserias todas, pudiera estar incesantemente intercediendo por nosotros.
Todos estos dolores íntimos destrozaban ya el Divino Corazón del Verbo Encarnado en María, compartiéndolos con ella solamente. Dolores para nosotros inconcebibles, incalculables, puesto que superan a nuestra capacidad. Propio solo de la capacidad del Hombre-Dios.
Otro objeto de dolor le era la frialdad de las almas buenas, las que captando su doctrina, las que no entregándose al pecado abiertamente, se adormecen sin embargo en una tibieza que congela la gracia. Para Él, la consecuencia de esas almas era una horrible soledad, y un motivo de mofa para el demonio, su enemigo.
Y aquellas otras que se acercarían a Él con magnánimo esfuerzo...y... luego cuando hubiesen merecido ser llenos de los tesoros de su pasión. Cuando Él pusiera su Cruz sobre aquellos hombros que con tanta generosidad había de ofrecércele...¡Oh crueldad!... sublevadas en un rasgo de diabólica intriga, le arrojarían al rostro la cruz, le volverían las espaldas y huyendo de Él, le dejarían herido desdeñosamente y traicionado...
En los nueve meses de aislamiento en el seno maternal el Verbo sufría solo. Todas las almas, objeto de su amor, aún no le conocían. Y sin embargo ya El mediaba por ellas, oraba, sufría y se entregaba al Padre Celestial con esa generosidad muy suya: "Padre... perdónalos porque no saben lo que hacen."
Las almas no son llenas de los dones divinos sólo porque ellos se niegan a recibirlos, porque se resisten a abrirse al efluvio de dones y gracias que El derramaría sobre ellas. No quieren darle cause al torrente de misericordias, no quieren entregarse a su amor. Y esta resistencia de las almas es la que causa en el Divino Corazón las agonías místicas de Jesús Ostia, que vive silencioso... esperando... encerrado en un copón o en el disco de una Custodia, como entonces vivía escondido y silencioso en el seno de María.
Les enseñará de manera especial para que sepan amar y entregarse a la divina justicia para que, sin temor, vayan formando una Legión de víctimas en desagravio por todo el mundo. Este es el deseo ardientísimo que consume el Corazón de Jesús en la Eucaristía, cuya Pasión comenzó el día de su Encarnación en el seno de María Virgen, su Madre y Madre nuestra, corredentora del mundo, la primera mujer, la primera criatura a quien asocio a su Redención, y así presentará a las almas delante de su Padre Celestial.