DE LA SAGRADA COMUNIÓN
Meditación 34 de San Alfonso María de Ligorio, Doctor de la Iglesia.
Presencia real de Cristo en la Eucaristía. |
San
Alfonso María de Ligorio nos dice en su Meditación 34: "De la
Sagrada Comunión", de la maravillosa forma que ideó nuestro
Señor Jesucristo para permanecer en la tierra con todos los
creyentes en Él. Jesucristo iba a subir al cielo, después de su
gloriosa resurrección, a sentarse a la diestra del Padre celestial;
antes de su pasión y muerte pensó en como estar cerca de nosotros
para darnos su amor y fortalecer nuestro cuerpo y espíritu contra
las tentaciones del maligno, del mundo y de la carne. Al darnos su
cuerpo y sangre, nos da su alma y divinidad; así, su Santo Espíritu
podría actuar en nosotros estando en gracia divina y Dios no nos
negaría la gracia que le pidiéramos.
Cristo instituye la Eucaristía en la última cena. |
Nuestro
Señor Jesucristo no se conformó con unírsenos en la naturaleza
humana, además quiso también unírsenos íntimamente en cuerpo y
alma en el Sacramento de la Eucaristía. Todo lo hace por amor, por
ese amor inmenso que nos muestra en su encarnación, pasión y muerte
y en este Sagrado Sacramento. Así nos ayuda a permanecer fieles a
Él, al fortalecernos y unir nuestros corazones a su Sacrantísimo
Corazón, si perseveramos hasta el fin, con su ayuda lograremos la
salvación eterna.
Por su inmenso amor Cristo baja del cielo y permanece en la ostia y vino consagrados. |
Nuestro
Señor Jesús nos dice en los evangelios que él que no come su carne
y bebe su sangre no tendrá vida eterna, si somos renuentes a recibir
a Jesucristo en la eucaristía nuestra condenación en el infierno es
segura, al rechazarlo en esta forma, en no vivir en gracia de Dios y
en consecuencia en manos del demonio. Por amor a Dios, con este
Sacramento nos vemos forzados a recibirlo con nuestras almas puras y
limpias, después del Sacramento de la Confesión. Debemos comulgar
frecuentemente para llegar al manantial y fuente de la perfección;
al penetrar Jesús en nosotros con la eucaristía lleva consigo un
riquísimo tesoro de gracias, es Cristo viviendo en nosotros,
ayudando a santificarnos.
"El que come mi carne y bebe mi sangre tendrá vida eterna". |
Al comulgar Cristo vive en el comulgante y lo ayuda a santificarse. |
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34 de San Alfonso María de Ligorio: "De la Sagrada Comunión",
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