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lunes, 21 de agosto de 2017

"Jesucristo bajó a los infiernos y resucitó", Art. 5º del Credo Apostólico. Explicado por Santo Tomás de Aquino.

JESUCRISTO DESCENDIÓ A LOS INFIERNOS Y AL TERCER DÍA RESUCITÓ DE ENTRE LOS MUERTOS

Santo Tomás de Aquino, Doctor de la Iglesia Católica



Nuestro Señor Jesucristo con su sacrificio redentor  ayudó a toda la humanidad de todos los tiempos para reconciliarnos con el Padre Celestial, abrirnos las puertas del cielo,  y por Él que así Dios derramara su gracia sobre aquellos que siempre se orientaron al bien, tratando de vivir justamente con los demás hombres.



"Jesucristo descendió a los infiernos y al tercer  resucitó de entre
 los muertos"


La humanidad que vivió antes que Nuestro Señor Jesucristo vivía en tinieblas: El demonio hacía de las suyas perdiendo a los hombres con los vicios, el odio, los pleitos y las guerras frecuentes. En realidad, eran pocos los justos, ayudados por la gracia de Dios, que se guiaban por una recta conciencia, rechazaban el mal y se orientaban siempre al bien, buscando vivir en armonía con los demás. La gran mayoría de los hombres pecaba mortalmente contra Dios y su prójimo...triste consecuencia del pecado original; sin saber que Dios era un Dios Santo y Bueno al cual todos los hombres deberían entregar cuentas de su vida personal y del trato con los demás. De entre toda la humanidad de esos tiempos, eran muy pocos los que merecían el calificativo de justos y amigos de Dios. Todos, sin excepción, descendían a los infiernos, incluso los Santos Patriarcas creyentes en el Dios verdadero.



Antes del sacrificio redentor de Nuestro Señor
Jesucristo, Todos, sin excepción,  descendían
 a los infiernos. El cielo estaba cerrado para
 todo hijo de Adán y Eva.


La humanidad languidecía, se hundía en los vicios y el pecado. La gran mayoría de los hombres se hacían hijos de Satanás por los pecados mortales. Al morir, inmediatamente  eran enviados al abismo infernal para ser atormentados cruelmente por los demonios, por sus pecados, según las impurezas que cometían.



Los que descendían al infierno con pecado
 mortal fueron entregados a Satanás,
 para nunca más soltarlos.


Dios no podía permanecer sin conmoverse por la humanidad pecadora que se condenaba eternamente. Desde la eternidad, Dios tenía sus decretos y enviaría a su amadísimo Hijo Celestial, Nuestro Señor Jesucristo, para redimir a toda la humanidad en el caso de que Adán y Eva pecasen, como así sucedió. Esto sería a su debido tiempo, ya que la oscuridad dominaba completamente a toda la humanidad, con excepción de algunos justos que se mantenían libres de pecados con la gracia divina. Con el pecado original de desobediencia a Dios entró al mundo el pecado general, la enfermedad y la muerte. Para el hombre no habría jamás la dicha de habitar el cielo empíreo sin el sacrificio de redención; reconciliación  que Dios haría para ayudarlo y cambiar el triste destino del pecador en el infierno.



Los infiernos: Infierno de los condenados, Purgatorio y
 los limbos de: *Abraham, *paganos justos y *los niños
 incircuncisos o sin bautizar. Inmensas cavernas para 

cada caso.


Gracias a Dios, a su misericordia, Nuestro Señor Jesucristo triunfó sobre el pecado y la muerte. Su salvación es para todos: vivos y muertos que mueren en gracia de Dios. Haciéndonos sus hijos y dándonos la salvación eterna a quien creyere en su Cristo, se bautizase, cumpliese sus Mandamientos y llegase a la plenitud de la Ley de Dios: "Amarás a Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo", santificándose. Por lo anterior, Nuestro Señor Jesucristo no deja de amonestar al incrédulo, al impío:

* "El que creyere y se bautizare se salvará; pero el que no creyere será condenado" Mc. 16,16. 
* "Porque tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por Él. El que cree en Él no será condenado; pero el que no cree ya está condenado, por no haber creído en el Hijo único de Dios" Jn. 3,14-21.



"Jesucristo resucitó al tercer día de entre los
muertos, subió al cielo y está sentado a la
derecha del Padre para juzgar a vivos
 y muertos".


Para esto descendió nuestro Señor Jesucristo a los infiernos: liberar a los muertos que vivieron siendo amigos de Dios, los justos. Entre esos justos estaban los siguientes: los creyentes en el Dios verdadero antes de la antigua alianza y que se conservaron sin pecado, los circuncidados que seguían la antigua alianza y creían en Dios y su Mesías, los paganos piadosos que aún conservaban algunos de sus ídolos y que ahí mismo tuvieron que adorar a Nuestro Señor Jesucristo, reconociéndolo por Dios. Así como en los Limbos de los Padres, de los paganos y de los niños hay diferencias en el gozo y ausencia de sufrimientos, también lo es así para todos esos justos en el paraíso. Pero, la salvación de Cristo en los infiernos no es para todos: Dejó ahí a los que tenían pecado mortal y a los niños incircuncisos los dejó en el lugar llamado Limbo...Hasta que Dios manifieste su misericordia nuevamente y lleve a los nuevos justos e inocentes no cristianos a las moradas eternas de dicha y gozo. Los Judíos que no creyeron en Cristo ya no pueden purificar sus pecados con los sacrificios de los animales...menguan en gran número en el Seno de Abraham o de los Padres.



Solo los justos fueron liberados por Jesucristo.


Para leer el e-book completo, imprimir o descargar el archivo pdf, del Artículo 5 del Credo de los Apóstoles explicado por Santo Tomás de Aquino, dar click en el siguiente enlace:





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VIDEO:




sábado, 19 de agosto de 2017

"Los Malos hábitos", Meditación 22 de San Alfonso María de Ligorio

LOS MALOS HÁBITOS

Meditación 22 de San Alfonso María de Ligorio, Doctor de la Iglesia.


San Alfonso María de Ligorio nos habla en su meditación 22: "Los malos hábitos" acerca de una de las mayores desventuras que dejó a la raza humana el pecado original de Adán y Eva: la concupiscencia o inclinación al mal. Por esa inclinación hacia el mal y rodeados de tantos enemigos en este mundo es difícil para el creyente llegar sin culpa a la gloria celestial. De los paganos no se diga que es difícil, sino imposible, ya que ellos fueron entregados al demonio y son presas fáciles de él, porque no reciben las mismas gracias que los fieles a Dios y Satanás los zarandea con los vicios y pecados aborrecibles a Dios.



Al principio le da terror, después no
 horroriza por efecto del mal hábito.


El hombre de malos hábitos y costumbres no posee la gracia de Dios que le ayudaría a salvar su alma de tantos peligros que hay en este mundo, su cuerpo esta sujeto a los llamamientos fortísimos del demonio, mundo y carne; en esta vida muchos se pierden con tales enemigos del alma. Es muy difícil que tales pecadores se salven ya que los malos hábitos ciegan el espíritu, endurecen el corazón y conducen a la obstinación completa en la hora de la muerte.



Los malos hábitos no permiten la salvación de los pecadores.



Un hombre con malos hábitos se ve cegado en su espíritu al alejarse de la luz divina y debilitado por el vicio es capaz de cometer los más sucios pecados, San Bernardo dice que no sirve rogar por los pecadores de costumbre, debemos compadecerlos como condenados. Además,  Dios permite que el corazón de tal pecador se endurezca en castigo a la resistencia que hace a sus llamamientos, su conciencia se endurecerá más y más, hasta llegar al extremo de que nada le conmueva, ni el sufrimiento de Cristo en la cruz ni el dolor humano le harán compadecerse; perderán los remordimientos de conciencia y los más grandes pecados les parecerán nada, no se entristecerán por sus pecados, al contrario alardearán, se alegrarán, se reirán de ellos. Santo Tomás de Villanueva dice que tales señales de diabólica dureza son signos inequívocos de condenación.


Si Dios lo favorece, dejará de beber hasta
 que su  cuerpo no resista el alcohol.
"Hay demonios con un bebedor".


Si muere alcoholizado su destino
 será el infierno: "Los borrachos no
entrarán al reino de los cielos".



El hombre con malos hábitos, cegado el espíritu, endurecido el corazón, tendrá mal fin y morirá obstinado en sus culpas. El pecador que tuvo malos hábitos desde su juventud  difícilmente los cambiará en su vejez; es una gran locura y necedad del que vive en pecado y espera que en el último instante de su vida lo remediará todo, no podrá llevar una vida virtuosa el que tiene hábitos perversos.



"La gula conduce a los demás vicios
 capitales y a la muerte eterna".


El pecador con malos hábitos no debe creerse condenado si de veras quiere enmendarse. Pero los males gravísimos requieres heroicos remedios. Debe esforzarse en huir de las ocasiones de pecar, no frecuentar las malas compañías y resistir las tentaciones encomendándose a Dios. Debe confesarse frecuentemente con el sacerdote, tener lecturas espirituales diarias, hacerse devoto de la Santísima Virgen María y pedir su ayuda para fortalecer su alma, debe dominarse y no violentarse, debe aceptar la ayuda de Dios cuando lo ilumina y no cuando ya lo haya abandonado en sus pecados.



Resistiendo el pecado con ayuda de
 la gracia divina nos conduce al cielo.

Meditando en las
 cosas de Dios.



Para leer el e-book completo, imprimir o descargar el archivo pdf, de la Meditación escrita 22 de San Alfonso María de Ligorio: "Los malos hábitos", dar click en el siguiente enlace:




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VIDEO:




miércoles, 16 de agosto de 2017

"Infeliz el pecador y dichoso el amador de Dios", Meditación 21 de San Alfonso María de Ligorio.

VIDA INFELIZ DE PECADORES Y VIDA DICHOSA DEL QUE AMA A  DIOS

Meditación 21 de San Alfonso María de Ligorio.



San Alfonso María de Ligorio nos habla en su meditación 21: "Vida infeliz de pecadores y vida dichosa del que ama a Dios", de cómo el corazón del hombre no queda satisfecho con los bienes de este mundo, son bienes aparentes. Por mas que se afanen los hombres en lograr fama y fortuna para encontrar la paz no podrán encontrarla. No sucede en él como los animales irracionales que se contentan con un poco de comida y quedan satisfechos. El avaro cuanto más atesora, más quiere atesorar. El deshonesto, hundido en los placeres de la carne, tendrá mayor amargura y más terribles deseos, su corazón no encontrará paz con tanta inmundicia sensual. El ambicioso solo atiende lo que no tiene y nunca estará completamente satisfecho, aunque llegara a poseer medio mundo. ¡Cuánto no padece el vengativo después de haberse vengado!. El alma del hombre solo encontrará dicha, satisfacción y paz en Dios para el cual fuimos creados.



El alma del hombre solo encuentra dicha completa en Dios.


El corazón del lujurioso no encuentra
 paz con tanta inmundicia sensual.


El pecador pretende ser feliz con su culpas, pero jamás encontrará la paz. En la abundancia de bienes y placeres no será feliz y siempre estará intranquilo, al menor obstáculo se impacienta y se enfurece. Al ser enemigo de Dios estará privado de la paz que nuestro Señor proporciona únicamente a sus amigos. Los bienes, honores y riquezas no llenarán su alma y solo le traerán amargura y remordimiento. Si el pecador tuviese el mismo afán para obtener el agrado de Dios que para condenarse, cualquiera sería santo, por los grandes esfuerzos que realiza para tener éxito y fortuna, pero en perjuicio de su alma al alejarse de Dios y sus Mandamientos. ¡Cuántos bienes para la gloria tendría reunidos si esos grandes esfuerzos los enfocará para servir a Dios!.



Dios no proporciona su paz a sus enemigos.


El avaro con sus riquezas acumuladas solo
encontrará amargura por desear más y
  remordimiento por la forma en que ha
acumulado su dinero.


El que ama a Dios se resigna y se consuela conforme a la voluntad de Dios cuando le suceden cosas adversas, pronto halla paz y consuelo. Pero, el que es enemigo de la voluntad de Dios siempre estará intranquilo. El pecador, aunque trabaje para lograr bienes, fama y fortuna, nunca se sentirá satisfecho y tendrá ese vacío en su alma e intranquilidad en su corazón, al carecer de la bondad de Dios. Dios sabe dar grandes consuelos a las almas que lo aman y ellos aunque sufran tribulaciones las tomarán con alegría sabiendo que eso agrada al Señor.



El Bautista sufrió con alegría su martirio. Pero Herodes aún
vivió más infeliz por carecer del amor de Dios en su alma.


No podrán vivir felices si no
siguen los caminos de Dios.


El pecador aunque asista a banquetes y bailes siempre estará intranquilo, pensando en que le puede ocurrir una desgracia que lo lleve a una muerte repentina y al infierno de los condenados. El que ama a Dios gozará de grandes consuelos, paz y dicha tremendos si siempre conforma su voluntad a la de Dios, aunque viva en la pobreza, con incomodidad y ocurriéndole desgracias, sabe que Dios siempre estará con él y al morir le dará su recompensa en el cielo.



En bailes y banquetes el pecador no encuentra a Dios, solo
 en Él encontrará ese descanso en su alma que tanto busca.


Mucho pecadores encontraban consuelo y conversión
 a Dios escuchando al incansable maestro de Galilea.


Para leer el e-book, imprimir o descargar el archivo pdf, de la Meditación escrita 21 de San Alfonso María de Ligorio: "Vida infeliz de pecadores y vida dichosa del que ama a Dios", dar clic en el siguiente enlace:





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domingo, 13 de agosto de 2017

"Locura del pecador", Meditación 20 de San Alfonso María de Ligorio.

LOCURA DEL PECADOR

Meditación 20 de San Alfonso María de Ligorio, Doctor de la Iglesia.



San Alfonso María de Ligorio nos habla en su Meditación 20: "Locura del pecador", acerca de lo desventurados que son aquellos que no tienen fe y de la locura e insensatez de aquellos que teniéndola viven pecado, cayendo en los vicios, gozando de los placeres de este mundo y alejados de Dios. Ellos se darán cuenta algún día que su vida de gozo y placer estaba errada, lo meditarán en el lugar donde esta la muerte eterna y el dolor no tiene fin, al confesar su demencia ya será demasiado tarde para cambiar tan horrible destino. Envidiarán a los santos que despreciaron todo en este mundo para alcanzar tan alta gloria en el cielo. Por un placer vil, por un momentáneo deleite, ellos arriesgaron su salvación eterna cometiendo el pecado que los arrojaría al infierno; cambiaron a Dios que es todo bondad, a aquél que ha creado todo para que gocemos de su eterna gloria en el cielo siendo fieles a Él, lo hicieron a un lado por naderías, por la vanagloria, por sucios pecados.



La vida de gozo y placer de ellos esta errada...
 Lo meditarán demasiado tarde en el lugar de
 la muerte eterna y tormentos sin fin.



Por la gran misericordia de Dios no estamos todos en el infierno. No debemos abusar de su infinita misericordia para cometer pecado tras pecado y decir que después nos arrepentiremos. El alma con pecados mortales es abandonada por Dios y ya no fluye la gracia santificante sobre ella, se endurece en el pecado, se hace esclava de Satanás; su destino en el infierno es seguro en la gran mayoría de los casos que no buscan una reconciliación con Dios, no pueden o el demonio no los deja.



El alma que vive sin Dios tendrá un final horrible. En vida está
 alejada de Dios y después de la muerte ella misma se apartará
 de Él al darse cuenta de su indignidad, un pecador no puede
  estar con el Santísimo y Purísimo Dios.



Dios nos ha llamado a la existencia en este mundo para que nos privemos de las cosas ilícitas y con ayuda de la gracia divina salvemos nuestras almas, para que habitemos en el cielo gozando de una dicha y paz inmensas en presencia de Él. Pero infortunados pecadores que no atienden los deseos de Nuestro Dios, se afanan por adquirir la ciencia mundana, en procurarse los bienes perecederos de este mundo, sin pensar en las cosas eternas. Dios no nos puso en este mundo para hacernos ricos, ni para que procuremos honras, ni para que gocemos atendiendo los sentidos. Es el gran error de muchos pecadores que han logrando fama y fortuna haciendo la guerra, matando, despojando, oprimiendo a los pueblos enemigos. Es más sabio un rústico que atiende las cosas de Dios para salvar su alma que el sabio Rey del mundo que lo ganó todo en su vida mortal a costa de su alma en el infierno.



Alejandro salió del Reino de Macedonia para extender por todo
 el mundo la cultura Helénica. Pero, fue un ambicioso que nunca
 estuvo satisfecho con el enorme imperio conquistado...
"¡El Señor de la guerra esta en el infierno!".


Hombre viejo y lujurioso, sin sabiduría. Una
 vida de vicio y pecado no le permite pensar en
 Dios ni en el infierno.



La verdadera sabiduría consiste en saber la importancia del fin para el que fuimos creados por Dios y de usar los medios establecidos para hacerlo: Asistir a misa y comulgar, frecuentar los sacramentos, orar mucho, cumplir los Mandamientos de Dios, hacer obras de caridad, ayunar, hacer actos penitenciales, mostrar amor a nuestro prójimo, orar por el descanso eterno de los difuntos, perdonar a los que nos ofenden o injurian. Huir de las ocasiones de pecar, debemos alejarnos de odios, rencillas, chismes, maledicencias, vicios, lujuria, avaricia, ira, envidia, gula, pereza, soberbia, vanagloria, deseos de adquirir la ciencia mundana sin fijar límites en el tiempo. ¡Bien aventurado el que ama a Dios y lo demuestra haciendo su santa voluntad!. 



Alejados del mundo sirviendo a Dios y ganando almas para Cristo.


Han dejado todo para seguir a Cristo.



Para leer el e-book completo, imprimir o descargar el archivo pdf, de la Meditación 20 de San Alfonso María de Ligorio: "Locura del pecador", dar clic en el siguiente enlace:




Para ver el video de la Meditación 20 de San Alfonso María de Ligorio: "Locura del Pecador", dar clic en el siguiente enlace:





miércoles, 9 de agosto de 2017

"Y en la Vida Eterna. Amén", Artículo 12º del Credo de los Apóstoles, explicado por San Tomás de Aquino.

Y EN LA VIDA ETERNA. AMEN.


Artículo 12º del Credo de los Apóstoles, explicado por San Tomás de Aquino, Doctor de la Iglesia



El alma santa recibirá la recompensa que Dios da a los justos que cumplieron su preceptos, se unirá a Dios, tendrá una visión perfecta de Dios, poseerá a Dios, descansará en Dios. Con Dios sus deseos serán saciados, aún su gloria los excederá. Si se antojan gozos ahí habrá el sumo y perfectísimo gozo, pondrá totalmente en el Omnipotente sus delicias. Si apetece honores ahí habrá honores, será contado entre los hijos de Dios. Si apetece ciencia ahí la habrá perfectísima, toda verdad y cuanto quiera conocer le será dada al justo, todo lo sabrá en Dios. Tendrá una seguridad perfecta, sin tristeza, sin trabajo, sin temor; gozará de la abundancia, sin temer mal alguno. Tendrá todos los bienes con los bienaventurados, amará a cada uno como a sí mismo, gozará por el bien del otro como si fuera suyo… además poseerá otras muchas cosas inefables. Por el contrario, los malos, que estarán en la muerte eterna no tendrán menos dolor y daño que los buenos gozo y gloria.

A continuación se muestra la explicación que el Doctor Angélico, San Tomás de Aquino, da sobre el artículo 12º del Credo de los Apóstoles:
 

 

Y EN LA VIDA ETERNA. AMEN.


Conviene que como término de todos nuestros deseos, esto es, la vida eterna, se nos proponga ese final, en el Símbolo, a los creyentes, diciendo: "Y en la vida eterna. Amén", Contra lo cual están los que asientan que el alma muere con el cuerpo. Si esto fuese verdadero, el hombre sería de la misma condición de los brutos. Les conviene a aquéllos lo del Salmo 48, versículo 21: "El hombre, mientras está en honor, no comprende; se le compara con las bestias irracionales, y semejante es a ellas". En efecto el alma humana se asemeja a Dios por la inmortalidad; pero por parte de la sensualidad se asemeja a las bestias. Por lo tanto el que crea que el alma muere con el cuerpo, se aparta de la semejanza con Dios y se equipara a las bestias. Contra lo cual dice la Sabiduría, capítulo 2, versículos 22 al 23: "No esperan recompensa para la justicia, ni creen en el premio de las almas santas. Porque Dios creó al hombre inmortal, y le hizo a imagen de su misma naturaleza".



Lo primero que se debe considerar en este artículo es qué clase de vida sea la vida eterna. Acerca de esto debemos saber: a) que en la vida eterna lo primero es que el hombre se une a Dios. Porque Dios es el premio y el fin de todos nuestros trabajos: Sentencia 15, versículo 1: "Yo soy tu protector, y tu premio será muy grande".



Pues bien, esa unión consiste en la visión perfecta: Primera Carta a los Corintios, capítulo 13, versículo 12: "Ahora vemos como en un espejo, y en enigma; pero entonces veremos a Dios cara a cara".



También consiste en la suma alabanza. Dice San Agustín en La Ciudad de Dios, capítulo 22: "Veremos, amaremos y alabaremos". E Isaías, capítulo 51, versículo 3: "Regocijo y alegría se encontrarán en ella, acción de gracias y voces de alabanza".



Consiste también en la perfecta satisfacción del deseo. En efecto, allí poseerá cada bienaventurado más de lo deseado y esperado.



No hay comparación entre la gloria terrena y la Gloria eterna




Y la razón de ello es que en esta vida nadie puede satisfacer su deseo, ni jamás nada creado sacia el anhelo del hombre. Porque sólo Dios lo sacia y lo excede de manera infinita, por lo cual el hombre no descansa sino en Dios, como dice San Agustín en sus Confesiones (libro 1): "Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto mientras no descanse en ti". Y como los santos poseerán en la patria a Dios perfectamente, es claro que será saciado el deseo de ellos, y aun su gloria lo excederá. Por lo cual dice el Señor en San Mateo, capítulo 25, versículo 21: "Entra en el gozo de tu Señor". Y San Agustín: "Todo el gozo no cabrá en los gozosos, pero todos los gozosos entrarán en el gozo". Salmo 16, versículo 15: "Me saciaré cuando aparezca vuestra gloria". Y también el Salmo 102, versículo 5: "El que harta de bienes tu deseo".



Cuanto es deleitable se halla allí superabundantemente. En efecto, si se antojan gozos, allí habrá el sumo y perfectísimo gozo, porque será del sumo bien, esto es, de Dios: Job, capítulo 22, versículo 26: "Pondrás entonces totalmente en el Omnipotente tus delicias". Salmo 15, versículo 2: "A tu derecha delicias para siempre".

Además, si se apetecen los honores, allí los habrá todos. Los hombres desean principalmente ser reyes, los seglares, y obispos, los clérigos. Y una y otra cosa serán allí: Apocalipsis, capítulo 5, versículo 10: "Has hecho de nosotros reyes y sacerdotes para nuestro Dios". Y Sabiduría, capítulo 5, versículo 5: "He aquí que son contados entre los hijos de Dios".

Además, si se apetece ciencia, allí la habrá perfectísima, porque todas las naturalezas de las cosas y toda verdad, y cuanto queramos conoceremos, y cuanto queramos poseer lo poseeremos allí con esa vida eterna. Sabiduría, capítulo 7, versículo 2 : "Con ella me vinieron a la vez todos los bienes". Proverbios, capítulo 10, versículo 24: "Al justo se le dará lo que desee".

En tercer lugar (la vida eterna) consiste en una seguridad perfecta. En efecto, en este mundo no hay seguridad perfecta, porque cuanto más posee alguien y más sobresale, más cosas teme y de más cosas carece; pero en la vida eterna no hay ni tristeza, ni trabajo, ni temor. Proverbios, capítulo 1, versículo 33: "Gozará de la abundancia, sin temer mal alguno".

En cuarto lugar, consiste en la gozosa sociedad de todos los bienaventurados, sociedad que será sumamente deleitable, porque cada quien tendrá todos los bienes con todos los bienaventurados. Porque amará a cada uno como a sí mismo, por lo cual gozará por el bien del otro como de su propio bien. Lo cual hace que aumente tanto la alegría y el gozo de cada uno cuanto es el gozo de todos. Salmo 86, versículo 7: "Es un gran gozo para todos el habitar en ti".

Todo lo que se ha dicho y otras muchas cosas inefables poseerán los santos en la patria. En cambio los malos, que estarán en la muerte eterna, no tendrán menos dolor y daño que los buenos gozo y gloria.


Los malos estarán en la muerte eterna


En efecto, aumenta la pena de ellos, en primer lugar por la separación de Dios y de todos los buenos. Y esta pena es la de daño, que corresponde a su aversión (a Dios), y tal pena es mayor que la pena del sentido. Mateo, capítulo 25, versículo 30: "A ese siervo inútil echadle a las tinieblas exteriores". En efecto, en esta vida los malos viven en tinieblas interiores, las del pecado; pero para entonces estarán también en tinieblas exteriores.


En segundo lugar, por el remordimiento de la conciencia. Salmo 49, versículo 21: "Te reprenderé y te pondré ante tu rostro". Sabiduría, capítulo 5, versículo 3: "gimiendo con la angustia en el alma". Y sin embargo, esos sufrimientos y gemidos serán inútiles, porque no serán por odio al mal sino por el dolor del castigo.

En tercer lugar, por la inmensidad del castigo sensible, esto es, del fuego del infierno, que torturará alma y cuerpo, el más terrible de los castigos, como dicen los santos; y estarán como si siempre murieran, y nunca muertos ni podrán morir, por lo cual se llama muerte eterna, porque como el que muere se halla en la amargura del sufrimiento, así también los que estén en el infierno. Salmo 48, versículo 15: "Como ovejas son colocados en el infierno: la muerte los devora".

En cuarto lugar, por no tener esperanzas de salvación. En efecto, si se les diera esperanza de la liberación de sus penas, se mitigaría su castigo; pero como se les priva de toda esperanza, su castigo se vuelve gravísimo. Isaías, capítulo 66, versículo 24: "Su gusano no morirá, su fuego no se apagará".

De esta manera es clara la diferencia entre bien y mal obrar, porque las buenas obras conducen a la vida, y en cambio las malas arrastran a la muerte. Por lo cual los hombres deberían hacer volver estas cosas a la memoria con frecuencia, porque así serán excitados al bien y se apartarán del mal. Por lo cual expresamente se dice al final de todo: "En la vida eterna", para que siempre se grabe mejor en nuestra memoria. Que a esa vida nos conduzca Nuestro Señor Jesucristo, Dios bendito por los siglos de los siglos.

Amén.



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Para ver el video de la Explicación de San Tomás de Aquino del Artículo 12 del Credo de los Apóstoles: "Y en la Vida Eterna. Amen”, dar clic en la siguiente imagen:




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sábado, 5 de agosto de 2017

"La acción de los espíritus sobre las almas". Rev. Padre Dom Bernard-Marie Maréchaux

EL MODO DE ACCIÓN DE LOS ESPÍRITUS


La acción de los espíritus sobre las almas

Reverendo Padre Dom Bernard-Marie Maréchaux





El alma humana no puede actuar directamente y sin intermediario en otra alma humana. Todavía una verdad de sentido común que todos los sofismas del mundo no pueden derribar. Por mucho que quiera comunicarle mi pensamiento a tal persona; mi voluntad no basta para efectuar esa comunicación.





Al igual que el alma actúa sobre los cuerpos extraños a través de su propio cuerpo, y de ese admirable instrumento que se nombra la mano; del mismo modo ella se pone en contacto con las almas, sus hermanas, unidas como ella con un cuerpo, a través de ese otro instrumento aún más maravilloso que se nombra la voz y la palabra.

En el hombre, ser compuesto por espíritu y materia, es necesario que el pensamiento se materialice en la voz; o generalmente en un signo cualquiera, para que pueda transmitirse. Esto nos trae a la memoria los bellos versos del poeta, hablando de almas:

Y los llantos y los cantos son las voces inmortales
De esas hijas de Dios que se llaman entre ellas.

Los pensamientos se expresan por la palabra, simple, rítmica cantada; los sentimientos se expresan, a falta de la palabra, por los llantos y por la risa. El cuerpo se hace así de una vez el intérprete y el espejo del alma.



Estas 2 almas se comunican hablando


¿Cómo el ángel, ser incorpóreo, comunica su pensamiento? Es necesario que pueda comunicarlo espiritualmente, directamente, sin intermediario; y es, en efecto, lo que la teología nos enseña acerca de estos espíritus puros. Uno de ellos quiere transmitir su pensamiento a otro, basta que lo dirija a él por un esfuerzo de voluntad, para que éste lo reciba y tome conocimiento. Y cuando decimos esfuerzo, no nos referimos a un acto penoso, sino solamente un acto deliberado y deseado. Sucede así una comunicación de pensamientos; hay, como dice san Pablo, una lengua para uso de los ángeles: lengua viva como un cruzamiento de luz, límpida como una mirada recíproca, profunda como una intuición mutua. Los ángeles pueden contener su pensamiento en si mismos; y entonces es impenetrable a otros ángeles. Para manifestarlo, les basta con querer; y lo manifiestan a quien quieren.



Henri Lehmann - St Catherine of Alexandria - WGA12636.jpg
Ellos se comunican espiritualmente, sin hablar, por un simple esfuerzo

¿Pero cuál será su modo de comunicación con los hombres? El hombre no puede recibir comunicación directa del pensamiento de un ángel como del pensamiento de uno de sus semejantes. Su inteligencia es incapaz de percibir un pensamiento, que no le sea presentado de forma sensible. No puede entrar en el concierto intelectual de los espíritus angélicos.

¿Cómo pues el ángel hará para entrar en relación con el alma humana? ¿Se servirá de palabras sensibles que formará en los aires, como Dios las hacía resonar en los oídos de Moisés e incluso en todo el pueblo de Israel? No, esta forma exteriormente sensible del lenguaje humano no se le impone. Directamente podrá dirigirse a la imaginación del hombre, y formar allí imágenes y signos que serán el vehículo de su pensamiento.



Sin palabras, sin pensamientos. Actúan en la imaginación


Observemos, en efecto, la constitución, si se puede así hablar, del alma humana. Hay en ella una parte que sobrepasa al cuerpo: es la parte intelectual, la inteligencia y la voluntad. Hay una parte que confina el cuerpo: es la parte sensible, la imaginación y la sensibilidad. La parte superior e intelectual está absolutamente cerrada a los ángeles: solo Dios puede poner directamente un pensamiento en nuestra inteligencia, afectar, y cambiar directamente nuestra voluntad al principio. El ángel tiene acceso sólo en la parte sensible donde se forman las representaciones, la imaginación y los sueños.

Y aún observemos ahora mismo que no penetra, hablando con propiedad, incluso en esta parte del alma; se insinúa por la sutileza de la naturaleza en lo que en el cuerpo afecta mucho más cerca al alma, y por ahí fomenta en ella ciertas representaciones imaginativas que constituyen un verdadero lenguaje, no de sonidos articulados, sino de impresiones hábilmente calculadas.



Protección espiritual y comunicación sensible


Este procedimiento no tiene nada que deba sorprendernos, si observamos lo que pasa en nosotros. Las imágenes de las cosas exteriores, que recibimos por la vía de los sentidos, van a imprimirse en el cerebro; son representativas de las ideas, también van dirigidos, después de haber impactado nuestros oídos, a imprimirse en el órgano cerebral. El cerebro es un directorio completo de impresiones imaginativas y de signos fonéticos correspondientes a las ideas; es un teclado donde todas las notas socavan la imaginación y de ahí se reflejan en la inteligencia. ¡No es de extrañar que el ángel, ser espiritual, viene a tocar este teclado interior, y excita así en nuestra alma un mundo de sentimientos e ideas! Esto nos hace comprender las tentaciones que proceden de los espíritus malignos, ellos pueden, en un abrir y cerrar de ojos, excitar una tormenta interior, ellos alterarían nuestra alma si Dios no pone orden; un artista hábil consigue bien trasportar, y hasta a veces enloquecer su auditorio, solo actuando sobre el órgano de la audición.

Sentimos la necesidad de apoyar en una autoridad la doctrina que exponemos. San Tomás va a proporcionárnosla. El dice expresamente que los ángeles actúan en nosotros por los impulsos dados a los espíritus vitales y a los humores, per motum localem spirituum et humorum. En lugar de estos términos antiguos, ponga las expresiones de la ciencia moderna que, en el fondo, significan lo mismo; dice que los ángeles estremecen el sistema nervioso, actúan sobre la sustancia cerebral, y por ahí excitan la imaginación y remueven las ideas: usted tiene el pensamiento de San Tomás en confirmación de nuestra tesis. (Sum. Prima Pars, q. CXL, art. 3)

La Santa Escritura proporciona a esta misma tesis un apoyo decisivo, cuando nos dice, por ejemplo, que un ángel se aparece en sueños a San José, Mateo, capítulo 1, versículo 20. he aquí un ángel que excita un sueño, que se agrega a un sueño, que aparece en un sueño, es decir que se manifiesta a la imaginación interiormente. Esta aparición implica evidentemente una acción muy sutil sobre el alma. Esta acción puede calificarse a la vez de interna y externa; es interna, en que se produce dentro de nosotros mismos y sin golpear los sentidos exteriormente; y sin embargo, es externa al alma, en que no surge dentro del alma, sino que proviene de imágenes que le son presentadas.



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Se manifiesta a la imaginación interiormente, en sueño


Retengamos bien esta distinción. El ángel no actúa directamente en nuestra alma y sobre nuestra alma; pero el nos habla un lenguaje simplificado que se dirige a nuestra imaginación sin pasar por nuestros sentidos.

Si él puede hablarnos de este modo, él también puede excitar nuestras pasiones. Desde este punto de vista su poder es muy terrible. Se tratará más adelante.



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El ángel también puede excitar nuestras pasiones




Para ver el video: "La acción de los espíritus sobre las almas", del libro: "Ángeles y demonios", del Reverendo Padre Dom Bernard-Marie Maréchaux dar clic en la siguiente figura:




VIDEO:



BIBLIOGRAFÍA:


R. P. Dom Bernard-Marie Maréchaux, Ángels et Demons, Avec approbation des Supérieurs de la Congrégation olivétaine