EL MEMORARE
Oración de intercesión a la Virgen María, comúnmente atribuida a San Bernardo de Claraval (1090-1153). Conocida por su primera palabra en español, Acordaos; en latín Memorare.
Visión Mariana de San Bernardo
En español
Acordaos
Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!,
que jamás se ha oído decir
que ninguno de los que han acudido a vuestra protección,
implorando vuestra asistencia y reclamando vuestro socorro,
haya sido desamparado.
Animado por esta confianza, a Vos también acudo,
¡oh Madre, Virgen de las vírgenes!,
y gimiendo bajo el peso de mis pecados
me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana.
¡Oh Madre de Dios!, no desechéis mis súplicas,
antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente.
Amén.
En Latin
Memorare
Memorare, O piissima Virgo Maria, non esse auditum a saeculo,
quemquam ad tua currentem praesidia,
tua implorantem auxilia, tua petentem suffragia,
esse derelictum.
Ego tali animatus confidentia,
ad te, Virgo Virginum, Mater,
curro, ad te venio, coram te gemens peccator assisto.
Noli, Mater Verbi,
verba mea despicere; sed audi propitia et exaudi.
Amen.
Esta oración es el principio de un rezo más largo del siglo XV y fue
popularizada en el siglo XVII por fray Bernardo de Claraval, que lo
aprendió de su padre.
Según el libro Rezos Familiares: Su Origen e Historia escrita por fray Herbert Thurston S.J. en 1953:
Fray Bernardo de Claraval, conocido como el "sacerdote pobre", se dedicó con gran celo
a la predicación y la ayuda de los presos y criminales condenados a
muerte. Confiando en su cargo el cuidado y la intercesión de la Santísima
Virgen María, fray Bernardo empleó el Memorare extensivamente en su
trabajo de evangelización con gran efecto. Muchos criminales se reconciliaron con Dios a través de sus
esfuerzos. En un momento tenía más de 200.000 folletos impresos con el
Acordaos en diversos idiomas, para distribuirlos
donde consideraba que harían algún bien.
Una
de la razones por la que el padre Bernardo de Claraval tuvo el rezo del
Acordaos en tal alta estima era porque él mismo supo que había sido
curado milagrosamente por su rezo. En una carta a la Reina Ana de
Austria, esposa de Luis XIII, escribió que un día estuvo mortalmente
enfermo. Temiendo
por su vida él recitó el Acordaos e inmediatamente comenzó a mejorar.
Sintiéndose indigno de un milagro, atribuyó la cura a una causa natural
desconocida. Algún tiempo después, el hermano Fiacre, un Agustino
descalzo, fue a visitar a fray Bernardo. El buen hermano pidió perdón a
fray Bernardo por molestarlo, pero deseaba saber si su salud mejoraba.
Luego el Hermano Fiacre continuó diciendo que la Virgen María se le
había aparecido en una visión, le habló de la enfermedad de fray
Bernardo, le dijo como ella había curado a fray Bernardo, y que fuera a decirle a
fray Bernardo sobre este hecho milagroso. Fray Bernardo escribió una
carta en la que dice estar avergonzado de su ingratitud en
haber atribuido la cura a causas naturales y pidió el perdón de Dios en
la
materia.
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