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domingo, 22 de diciembre de 2013

DOLORES Y GOZOS DE SAN JOSÉ

LOS 7 DOLORES Y GOZOS DE SAN JOSÉ







San José

 

 

VISIONES Y REVELACIONES DE LA BEATA ANA CATALINA EMMERICK



La Beata Ana Catalina Emmerick (1774-1824)  desde pequeña tenía visiones en las que se aparecía principalmente Jesucristo, desde su nacimiento hasta su muerte en la Cruz y su gloriosa Resurrección. Además, tuvo visiones correspondientes al periodo del antiguo testamento. Tomaremos el  capítulo LXXXVI del Tomo II de su obra escrita, en la cual se describe parte del  5º dolor y gozo que tuvo que enfrentar el Señor San José en su huida a Egipto:


 LXXXVI
La Sagrada Familia se dirige a Matarea
 
Estuvieron diez y ocho meses en Heliópolis, y teniendo ya Jesús alrededor de dos años, dejaron la ciudad por falta de trabajo y por las persecuciones de que eran objeto. Al mediodía se encaminaron hacia Menfis. Mientras pasaban por una pequeña ciudad, no lejos de Heliópolis, descansaron en el vestíbulo del templo de un ídolo; éste cayó por tierra y se rompió en pedazos. El ídolo tenía cabeza de buey, con tres cuernos; en su cuerpo había varias aberturas donde ponían a quemar las ofrendas. La caída del ídolo produjo un gran tumulto entre los sacerdotes paganos, que detuvieron a la Sagrada Familia con amenazas e injurias. Uno de ellos, sin embargo, dijo que quizás fuera mejor encomendarse al dios de esa gente, recordándoles las desgracias que habían sufrido sus antepasados que persiguieron a la raza a la cual pertenecían estos extranjeros, y les recordó la muerte de los primogénitos de cada familia la noche anterior a la salida de Egipto. Después de esto dejaron marchar a la Sagrada Familia sin hacerle daño. Caminaron hasta la ciudad de Troya, en la orilla oriental del Nilo, frente a Menfis. Había en esa villa mucho barro. Pensaron quedarse; pero no los recibieron en ninguna parte y hasta les rehusaron el agua para beber y los pocos dátiles que pedían. La ciudad de Menfis se veía en la otra orilla. El río era muy ancho en ese punto, había algunas islas y una parte de la ciudad se extendía al otro lado.
He visto el sitio donde fue descubierto Moisés, siendo niño, entre juncos y
cañaverales. En tiempos del Faraón había un gran palacio con jardines y una alta torre a la cual subía a menudo la hija del Faraón. Menfis formaba como tres ciudades en ambos lados del río. La ciudad de Babilonia, en la orilla oriental del Nilo, un poco más adelante, casi formaba parte del conjunto de edificación de Menfis. En la época del Faraón, toda esa región del Nilo entre Heliópolis, Babilonia y Menfis, estaba llena de altos diques de piedra, de canales y de edificios, unos contra otros, de modo que el conjunto constituía como una sola ciudad. En la época de la Sagrada Familia había grandes separaciones y lugares desocupados. La Sagrada Familia se dirigió al Norte descendiendo el río en dirección a Babilonia. Esta ciudad estaba despoblada y aparecía mal construida y llena de fango. Costearon la ciudad, pasando entre el Nilo y la población, y dirigieron sus pasos en dirección opuesta a la que llevaban. Recorrieron unas dos leguas por la ribera del Nilo. Al borde del camino se alzaban edificios en ruinas. Atravesaron un canal y un pequeño brazo de río y llegaron a un paraje cuyo nombre primitivo no recuerdo, que más tarde se llamó Matarea. Estaba cerca de Heliópolis, situado sobre una lengua de tierra, de modo que el agua lo rodeaba por ambos lados; bastante despoblado, con casas muy aisladas y mal trazadas, hechas de madera de datileros con limo del río reseco, cubiertas de cañas. José encontró allí algún trabajo. Con ramas entrelazadas construyó casas más sólidas, abriendo encima galerías para poder pasear por ellas.
Se instalaron en un lugar solitario, bajo una bóveda oscura, no lejos de la puerta por la que habían entrado. José construyó una casita liviana delante de esta bóveda. También aquí cayó un ídolo, que estaba en un templo pequeño, y después todos los ídolos fueron derrumbándose uno tras otro. Un sacerdote tranquilizó al pueblo enfurecido recordándoles las plagas de Egipto. Más tarde, cuando se hubo reunido allí una pequeña comunidad de judíos y de paganos convertidos, los sacerdotes les dejaron el pequeño templo, cuyo ídolo había caído al llegar la Sagrada Familia. José lo transformó en una sinagoga, convirtiéndose él mismo en el padre de la pequeña comunidad; les enseñaba a cantar los salmos con regularidad puesto que habían ya olvidado en gran parte el culto de sus antepasados. Había algunos judíos tan pobres que vivían en hoyos abiertos en el suelo. En cambio, en la aldea judía, entre On y el Nilo, vivían muchos israelitas que tenían un templo de propiedad; pero habían caído en el culto idolátrico, porque poseían un becerro de oro, una figura con cabeza de buey y en torno animales pequeños parecidos a garduñas, bajo doseles. Eran animales que defienden contra los cocodrilos. Tenían una imitación del Arca de la Alianza, dentro de la cual conservaban cosas abominables. Practicaban cultos detestables con toda clase de impurezas que ejercían en un pasaje oscuro subterráneo, pensando de esta forma invocar y atraer la venida del Mesías. Eran impenitentes y no querían corregirse de sus vicios. Más tarde varios de ellos se fueron adonde estaba José, con su pequeña comunidad, a dos leguas de distancia. No podían ir directamente por causa de los canales y malecones, debiendo hacer un rodeo por Heliópolis. Los judíos del país de Gessen habían ya conocido a la Sagrada Familia cuando se hallaba en On, y María hacía para ellos toda clase de labores de tejidos y bordados. María no quiso nunca hacer cosas de puro lujo o inútiles, sino sólo objetos de uso habitual y las ropas que se ponían en las ceremonias del culto y cuando rezaban. He visto que a varias mujeres que habían ido a encargarle ropas y adornos de vanidad y de moda, María rehusó hacerles esos trabajos, aunque tenía mucha necesidad de recibirlos. Algunas de estas mujeres la insultaron.
Desde un principio la estadía de la Sagrada Familia en Matarea estuvo llena de dificultades; no había allí ni agua potable, ni  leña para el fuego. Los habitantes quemaban hierbas secas y cañas. La Sagrada Familia no comía la mayoría de las veces sino alimentos fríos. Más tarde José halló trabajo arreglando las cabañas del país. La gente lo trataba como a un pobre esclavo, pagándole el trabajo con lo que les parecía; a veces un salario, otras veces nada. Los hombres eran muy inhábiles para construir viviendas. No había maderas, y si bien es cierto que vi lugares con árboles, la gente no tenía herramientas para trabajar. La mayoría usaba cuchillos de piedra o de hueso, y escarbaba la tierra para extraer la turba. José llevaba consigo los instrumentos más indispensables, y así pudo instalarse con regular comodidad. Dividió su habitación en varios departamentos, con tabiques de zarzos; fabricó un hogar, varias mesitas y banquitos, ya que la gente del lugar comía sentada en el suelo. Vivieron en este lugar varios años, y pude ver escenas de las diversas épocas de la vida de Jesús. Vi el lugar donde dormía. En el muro de la bóveda donde descansaba María, José había abierto una cavidad donde se puso el lecho del Niño Jesús. María dormía a su lado y pude ver a María a menudo, durante la noche, rezando de rodillas ante el lecho de Jesús. José se había acomodado en otro sitio. Vi también un oratorio que José había hecho bajo el mismo techo, en un pasillo apartado. José y María tenían sus sitios determinados y había un lugarcito para el Niño, donde rezaba de pie, sentado o de rodillas. María tenía un altarcito, delante del cual oraba: consistía en una mesa cubierta de tela roja y blanca que se sacaba de un compartimiento abierto en el muro y después podía cerrarse. En el hueco del muro había una especie de relicario. Allí he visto la extremidad de la vara de José florecida, por la cual había sido designado esposo de María en el templo de Jerusalén. Vi ramitos dentro de vasos en forma de cálices. Además,vi otro relicario, sin poder decir lo que fuera.



Damos gracias a Dios por revelar estas visiones a la Beata Ana Catalina Emmerick. Se obra es extensa, consta de 5 Tomos, en los cuales narra las visiones y revelaciones que recibió por gracia de Nuestro Señor. Ahora atendamos la Devoción a los 7 Dolores y Gozos de San José.


 DEVOCIÓN EN HONOR DE LOS 7 DOLORES Y GOZOS DE SAN JOSÉ



 
Natividad del Divino Niño Jesús


San José es el más grande de los santos, después de María. Varón casto, sencillo, humilde. Dios lo designó para que se hiciera cargo del niño Jesús y de su Madre María.

Toda la vida de San José fue un acto continuo de fe y obediencia en las circunstancias más difíciles y oscuras en que le puso Dios. Desde tiempo inmemorial, la Iglesia lo ha venido venerando e invocando como continuador en ella de la misión que un día tuviera para con su Fundador y Madre.

 En los momentos de noche oscura, el ejemplo de José es un estímulo inquebrantable para la aceptación sin reservas de la voluntad de Dios. Para propiciar ese veneración e imitación y para solicitar su ayuda, ponemos a continuación el siempre actual Ejercicio de los siete Dolores y Gozos...

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro. En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. – Acto de contrición.



Ofrecimiento


Glorioso Patriarca San José, eficaz consuelo de los afligidos y seguro refugio de los moribundos; dignaos aceptar el obsequio de este Ejercicio que voy a rezar en memoria de vuestros siete dolores y gozos. Y así como en vuestra feliz muerte, Jesucristo y su madre María os asistieron y consolaron tan amorosamente, así también Vos, asistidme en aquel trance, para que, no faltando yo a la fe, a la esperanza y a la caridad, me haga digno, por los méritos de la sangre de Nuestro Señor Jesucristo y vuestro patrocinio, de la consecución de la vida eterna, y por tanto de vuestra compañía en el Cielo.
Amén.


Primer dolor y gozo


Esposo de María, glorioso San José, ¡qué aflicción y angustia la de vuestro corazón en la perplejidad en que estabais sin saber si debíais abandonar o no a vuestra esposa! ¡Pero cuál no fue también vuestra alegría cuando el ángel os reveló el gran misterio de la Encarnación!
Por este dolor y este gozo os pedimos consoléis nuestro corazón ahora y en nuestros últimos dolores,con la alegría de una vida justa y de una santa muerte, semejante a la vuestra asistidos de Jesús y de María.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.


Segundo dolor y gozo


Bienaventurado patriarca glorioso S. José, escogido para ser padre adoptivo del Hijo de Dios hecho hombre, el dolor que sentisteis viendo nacer al Niño Jesús en tan gran pobreza, se cambió de pronto en alegría celestial al oír el armonioso concierto de los ángeles y al contemplar las maravillas de aquella
noche tan resplandeciente.
Por este dolor y gozo alcanzadnos que después del camino de esta vida vayamos a escuchar las alabanzas de los ángeles y a gozar de la gloria celestial.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
 


Tercer dolor y gozo


Ejecutor obediente de las leyes divinas, glorioso San José, la sangre preciosísima que el Redentor Niño derramó en su circuncisión os traspasó el corazón, pero el nombre de Jesús que entonces se le impuso, os confortó llenándoos de alegría.
Por este dolor y por este gozo alcanzadnos el vivir alejados de todo pecado, a fin de expirar gozosos con el nombre de Jesús en el corazón y en los labios,
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.



Cuarto dolor y gozo


Santo fiel, que tuvisteis parte en los misterios de nuestra redención, glorioso San José, aunque la profecía de Simeón acerca de los sufrimientos que debían pasar Jesús y María, os causó dolor, sin embargo os llenó también de alegría, anunciándoos al mismo tiempo la salvación y resurrección gloriosa que de ahí se seguiría para un gran número de almas.
Por este dolor y por este gozo, conseguidnos ser del número de los que por los méritos de Jesús y por la intercesión de la Virgen María han de resucitar gloriosamente.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.



Quinto dolor y gozo


Custodio vigilante del Hijo de Dios hecho hombre, glorioso San José, ¡cuánto sufristeis teniendo que alimentar y servir al Hijo de Dios, particularmente a vuestra huida a Egipto!, ¡pero cuán grande fue vuestra alegría teniendo siempre con vos al mismo Dios y viendo derribados los ídolos de Egipto.
Por este dolor y por este gozo, alcanzadnos alejar para siempre de nosotros al demonio, sobre todo huyendo de las ocasiones peligrosas, y derribar de nuestro corazón todo ídolo de afecto terreno, para que ocupados en servir a Jesús y María, vivamos tan sólo para ellos y muramos gozosos en su amor.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
 

Sexto dolor y gozo


Ángel de la tierra, glorioso San José, que pudisteis admirar al Rey de los cielos, sometido a vuestros más mínimos mandatos, aunque la alegría al traerle de Egipto se turbó por temor a Arquelao, sin embargo, tranquilizado luego por el Ángel vivisteis dichoso en Nazaret con Jesús y María.
Por este dolor y gozo, alcanzadnos la gracia de desterrar de nuestro corazón todo temor nocivo, de poseer la paz de la conciencia, de vivir seguros con Jesús y María y de morir también asistidos de ellos.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.


Séptimo dolor y gozo


Modelo de toda santidad, glorioso San José, que habiendo perdido sin culpa vuestra al Niño Jesús, le buscasteis durante tres días con profundo dolor, hasta que lleno de gozo, le encontrasteis en el templo, en medio de los doctores.
Por este dolor y este gozo, os suplicamos con palabras salidas del corazón, intercedáis en nuestro favor para que no nos suceda jamás perder a Jesús por algún pecado grave. Mas si por desgracia le perdemos, haced que le busquemos con tal dolor que no nos deje reposar hasta encontrarle favorable, sobre todo en nuestra muerte, a fin de ir a gozarle en el cielo y a cantar eternamente con Vos sus divinas misericordias.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Antífona

 
Jesús mismo era tenido por hijo de José, cuando empezaba a tener como unos treinta años. Rogad por nosotros, San José, para que seamos dignos de las promesas de Cristo.



Oración Final


Oh Dios, que con inefable providencia, os dignasteis elegir al bienaventurado José por esposo de vuestra Santísima Madre, os rogamos nos concedáis tener como intercesor en los cielos al que en la tierra veneramos como protector. Vos que vivís y reináis por los siglos de los siglos. Amén.


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Para imprimir La Devoción en Honor a los 7 Dolores y Gozos de San José dar clic en el siguiente enlace:

 

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